Nayeli Rubí Pérez Ochoa
Las mexicanas y los mexicanos actualmente disfrutan de un periodo precario de vacaciones, variando de 6 a 12 días anuales, durante los cuales deben reponerse completamente a una jornada laboral extensa que usualmente no termina cuando sale de su centro de trabajo, sino que lo lleva a su hogar y ahí comienza una segunda jornada hasta terminar sus pendientes, esos días de asueto deben regenerar su salud mental y física, es un elixir que como cualquier medicamento, si no se consume el tiempo necesario no surte sus efectos; así regresa el trabajador, un poco repuesto pero no sano, no fue suficiente, pero parece que ya lo será.
Ya sólo falta la discusión en el pleno senatorial para que la anhelada reforma se convierta en una realidad, una luz al final del túnel que impactará positivamente en la persona considerada singularmente, así como en la familia y la pareja, cimientos de suma importancia para buen desarrollo de cada individuo.
“Más vale tarde que nunca” sostiene el dicho popular, porque aunque tardíos bienvenidos sean esos días extras de descanso; pero aún con la alegría es válida la crítica al Estado Mexicano, que es uno de los países con peores condiciones de trabajo, en especial en lo referente al periodo vacacional que por ley otorga a los trabajadores, y no volemos lejos, en Latinoamérica existen naciones que otorgan mejor derecho en este rubro, como son Chile, Colombia, Ecuador, Venezuela y Bolivia, quienes han estipulado en sus ordenamientos legales que durante el primer año de trabajo el trabajador deberá gozar de por lo menos quince días de vacaciones.
Esta propuesta que pronto reformará los artículos 76 y 78 de la Ley Federal de Trabajo, la realizó la realizó la C. Senadora Patricia Mercado Castro, integrante del Grupo Parlamentario de Movimiento Ciudadano en la LXV Legislatura del Senado de la República, que entre su exposición de motivos destacó que de acuerdo con cifras del estudio “Estrés Laboral en México” publicado por la Asociación de Internet MX y OCCMundial, México está ubicado como el país en el que las personas trabajadoras sufren mayor estrés laboral que el resto del mundo, toda vez que el 60% de las personas trabajadoras en el país lo padecen.
Lo cual es a todas luces perjudicial por generar diversos trastornos y enfermedades tanto a corto como a largo plazo como son: dolores de cabeza, irritabilidad, falta de concentración, cansancio, malestares estomacales, dolores musculares, aumento o pérdida de peso y/o apetito, problemas en la piel, e incluso depresión, considerada como un trastorno grave por la Organización Panamericana de la Salud.
Sin embargo, como es de esperarse, el sector empresarial, que en muchos casos vive de la explotación del trabajador, ya salió a defender sus derechos, por fortuna no lo hace rechazando la futura nueva conquista, sino solicitando un plazo razonable para que se realicen los ajustes necesarios que les permitan seguir con sus actividades de la manera más normal posible teniendo en cuenta el aumento de la cantidad de días de vacaciones por ley.
La Confederación Patronal de la República Mexicana solicita un aumento gradual en las pequeñas y medianas empresas, que son las que cuentan con un número de empleados que oscila entre los 11 a 30, y 31 a 100 respectivamente, razón por la cual se presenta una dificultad palpable que no impacta a las grandes empresas, por tal motivo proponen que en el 2023 se aumenten a 9 los días de vacaciones y hasta el 2024 se alcancen los 12 días.
Es cierto que no se debe castigar a las pequeñas y medianas empresas con un ajuste tan riguroso, sin embargo, mucho menos justo es sacrificar al empleado anteponiendo la buena marcha de una empresa, porque se estaría cayendo de nueva cuenta en lo que se pretende evitar, el abuso de uno por el otro, eligiendo el bienestar de una persona moral sobre una humana que en carne propia siente el desgaste de no poder desconectarse de su trabajo el tiempo suficiente y necesario para recuperarse, y cuando lo hace usualmente es a medias.
Pero no hay que olvidarnos del sector informal, el que conforma el 56% de la población ocupada laboralmente, esto de conformidad con cifras del INEGI, por lo que es de esperarse que a ellos no alcance la reforma, lo es también que la Secretaría del Trabajo y Previsión Social siga haciendo sus labores a medias, recibiendo “mordidas” en el proceso para seguir teniendo en el olvido a tales trabajadores.
Se ha planteado también una propuesta que pretende reducir la jornada laboral de 8 a 7 horas, con la misma finalidad que se ha descrito en líneas anteriores, mejorar el bienestar del empleado, sin embargo esto ya resulta hasta fantasioso si consideramos la negativa del sector informal de respetar los derecho laborales fundamentales y el gran número de personas que se desempeñan en este sector.
No queda más que disfrutar la progresividad en los derechos si es que tenemos acceso a los mismos, en caso contrario pronta resignación, ya llegará nuestro momento.