Más pobreza y enfermedades; menos ingresos y alimentos

Rubén Martín

Hace un año, antes del inicio de la pandemia, la gran mayoría de la población mexicana estaba lejos de vivir una vida digna y holgada. Ahora tras más de un año de medidas de confinamiento y de parón de actividades económicas ocasionadas por la pandemia Covid-19, las condiciones de vida se han agravado en el país.

Las tendencias y los atisbos de qué tan grave se pondrían las condiciones de vida para la mayoría de mexicanos ahora ya se pueden ver como tendencias e indicadores a través de la Encuesta de Seguimiento de los Efectos del COVID-19 en el Bienestar de los Hogares Mexicanos (ENCOVID-19) levantada por la Universidad Iberoamericana, a través del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (Equide).

Los resultados de esta encuesta fueron presentados la semana pasada y sus conclusiones no son alentadoras: la pandemia afectó severamente el bienestar de la población al eliminar empleos, disminuir ingresos en la mayoría de los hogares (especialmente de clases bajas), dañar la salud mental de millones y dejar con menos alimentación a franjas importantes de la población. Pero aún se está lejos de tocar fondo y la crisis continuará a lo largo de este año, advierten los investigadores  del Equide.

Para la encuesta se preguntó a los entrevistados sobre los efectos que la pandemia les dejó en empleo e ingresos; salud mental; gastos médicos; y pobreza. Como no podría ser de otra manera, la pandemia no pegó por igual a todas las clases sociales. Siempre los pobres se vieron más afectados.

Por ejemplo, en el tema de empleo 47 por ciento de los entrevistados de nivel socioeconómico bajo, perdieron empleo; 40 por ciento de nivel medio y 35 por ciento nivel socioeconómico alto. Algo semejante ocurrió con pérdida de ingresos: 70 por ciento de nivel socioeconómico bajo perdieron ingresos, contra 66 por ciento sectores medios y 53 por ciento nivel socioeconómico alto. Hasta marzo de 2021, 68 por ciento de sectores bajos ingresos no han recuperado empleo, 62 por ciento de ingresos medios y 56 por ciento de ingresos altos.

Un efecto de la pandemia, el confinamiento y sus consecuencias económicas y sociales es que un porcentaje de población importante manifestó síntomas severos de ansiedad: hasta marzo 2021, 31 por ciento del total de encuestados, 40 por ciento niveles socioeconómicos bajos, 31 de sectores medios y 21 por ciento en sectores altos.

Como puede advertirse, también en los impactos de la salud mental hay desigualdades: afectó casi al doble de sectores bajos (40 por ciento) que a personas de ingresos altos (21 por ciento). La diferencia también es de género: 36 por ciento mujeres y 26 por ciento hombres tuvieron ansiedad a causa de la pandemia. Lo mismo con la depresión: 36 por ciento de ingresos bajos respondió que tuvo síntomas de depresión, 26 por ciento en ingresos medios y 21 por ciento en ingresos altos.

Uno de los efectos sociales más graves ocasionada por el parón mundial por la pandemia es que en México los hogares que declararon tener seguridad alimentaria, es decir los alimentos necesarios para los miembros de hogar, pasó de 45 por ciento en 2018, a 27 por ciento marzo 2021. En julio de 2020 llegó a estar 24 por ciento.  La inseguridad alimentaria es leve 36 en por ciento de encuestados, moderada en 20 por ciento y severa en 17 por ciento. En 2018, 20 por ciento de la población reportaba Carencia de alimentos, en marzo de 2021 la cifra aumentó a 37 por ciento.

La pandemia obligó a muchos hogares a gastar en el cuidado médico de los miembros que se enfermaron por Sars-Cov.2. De las personas contagiadas por Covid, 45 por ciento de hogares gastaron entre mil y 10 mil pesos en atención médica, 28 por ciento entre 10 mil y 50 mil, 6 por ciento entre 50 mil y 100 mil y 2 por ciento más de 100 mil pesos. El 56 por ciento de hogares reportaron gastos médicos.

Y obligó a jefes de hogar a gastar hasta más de 100 por ciento de sus ingresos anuales en cuidarse del Covid-10, indicó la ENCOVID-19. El impacto del gasto en atención médica fue muy alto en sectores bajos: 16 por ciento gasto todo el ingreso de un año en atender los padecimientos, 6 por ciento en medios y 4 por ciento en bajos.

La crisis de salud se convirtió, de un momento a otro, en crisis de ingreso en el hogar. ¿Cómo se enfrentó esta crisis en los hogares mexicanos? 45 por ciento pidió prestado, 32 por ciento vendió algo o buscó otro empleo, 29 por ciento empeñó o vendió propiedades, 28 por ciento dejó de pagar deudas y 28 por ciento dejó de pagar renta o servicios.

Como cabría esperar, esto provocó un aumento significativo de la pobreza: en 2018 41 por ciento vivía en pobreza y 7 por ciento en pobreza extrema. A un año de la pandemia (marzo 2021) los datos son: 54 por ciento vive en pobreza, 15 por ciento en pobreza extrema. Los mexicanos que viven en pobreza extrema se duplicaron en dos años. La pobreza por ingresos pasó de 49 por ciento en 2018 a 63 por ciento en marzo de 2020: 63 por ciento 2021.

Como se aprecian en los datos de la ENCOVID-19 (puede ser consultada en el portal del Equide: https://equide.org/wp-content/uploads/2021/06/PP-ENCOVID19-Marzo-2021.pdf), la pandemia afectó severamente el bienestar de la población mexicana: disminuyendo empleos e ingresos, dañando la salud mental y dejando millones sin seguridad alimentaria. Los impactos, como revelan los datos, no fueron parejos: pegaron más a los hogares más pobres, y también más a las mujeres, reforzando así las desigualdades que produce el capitalismo mexicano.

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