Oiga usted, amigo lector, qué magnánimo se puso el tal Mr. Trump que le concedió a México un plazo de un año para parar el tráfico de drogas y de migrantes hacia Estados Unidos.
México, por su parte, debería extenderle a Mr. Trump un plazo de 12 meses para que en Estados Unidos dejen de consumir drogas, dejen de mandarnos armas y para que implemente un plan de ayuda para estimular las economías en los países centroamericanos (que no “mexicanos”) de donde provienen las caravanas que tanto molestan a este señor.
Que sea parejo el trato, ¿no? Plazo contra plazo, condiciones contra condiciones. Se la quiere poner muy fácil a sí mismo este señor: basta transferir a otros la culpa de los problemas y ¡listo! Bajo su distorsionada óptica basta con encontrar un chivo expiatorio para todo y ¡problema resuelto! Todo con este señor es lío o embuste.
Nadie conoce aún el contenido detallado del “Informe Mueller” y él y sus achichincles ya dan por hecho que lo exonera y se declara triunfador.
Mientras, el Procurador que Trump escogió a modo, con la ayuda de sus compinches legisladores republicanos, no quiere soltar el informe completo. Pretende entregarle al Congreso una versión REDACTADA por él mismo, con “información sensible” eliminada del reporte por “razones de seguridad”.
¡Ah, cómo se parecen los pretextos encubridores a ambos lados de la frontera! Obvio es que este empleado incondicional de Trump que pasa por Procurador es el que decide cuál es el “material sensible” y cuál no. Se infiere que todo lo que sea dañino para Trump nunca verá la luz del día, o por lo menos tendrá que ser decidido por las Cortes, ya que todo indica que este tema se dirimirá por la vía legal, quizás incluso con una inconformidad constitucional de por medio interpuesta por la Cámara de Representantes.
¡Viva la transparencia! Inventada por los norteamericanos como parte esencial de los procesos democráticos y ahora desdeñada y yonqueada por ellos mismos. Vaya ejemplo que le dan al mundo.
Pero volviendo al tema del plazo: Mr. Trump no engaña a nadie con sus infantiles jugarretas. Este plazo de un año son puras patrañas: tuvo que meter reversa a su “cierre” cuando los líderes empresariales norteamericanos le hicieron ver a este cabeza de alcornoque el daño tan enorme que le estaba causando a la economía norteamericana.
Ahí fue cuando se dio cuenta de lo garrafal de su error, de lo simplista y desinformada de su decisión de amenazar con una medida que, de aplicarse, hubiese sido sumamente dañina para la economía norteamericana. ¡Justo cuando se quiere posicionar para su reelección del 2020! El que haya rectificado y se haya sacado de la manga este plazo de un año que, como Emperador repartiendo su gracia, nos ha concedido no borra para nada el tamaño de su ego de “bully”.
Es un racista, despreciativo, xenofóbico y embustero: por ejemplo, acaba de afirmar que su padre, el Sr. Fred Trump, de quien heredó todo, había nacido en Alemania, siendo que esto es totalmente FALSO: Fred Trump nació en Estados Unidos, en Nueva York, los que nacieron en Alemania fueron sus ABUELOS.
Sólo un total narcisista desorbitado, que ya no puede distinguir entre la realidad y la fantasía, se atreve a aventarse un embuste de este tamaño cuando todo mundo conoce los hechos y puede detectar inmediatamente que el Presidente de los Estados Unidos MIENTE descaradamente.
Mal reflejo éste en la vida pública norteamericana. Pero así es este tal Trump. La verdad y él nomás no se conocen, ni en su vida personal ni en sus actos de Gobierno como Presidente (en mala hora). De manera que le podemos decir a Trump lo que dicen que Don Juan Tenorio le dijo al Comendador: “Los muertos que vos matáis gozan de cabal salud”. En pocas palabras, de lengua me como 100 tacos.
El pez por la boca muere y un hocicón como este señor, por ese mismo conducto acabará pereciendo: si no en el 2020, seguro en el 2024. Si no fuese por el daño real que causa hasta podría pasar como “El Mussolini de Queens” (nomás véanlo, hasta hace las mismas caras hiperlactantes).