Los otros 68 sobrevivientes de Ayotzinapa

Trinidad Zamacona López

“Es tiempo de que la ciudadanía sepa que existen otros sobrevivientes de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos, una historia no contada”

Durante casi diez años, los estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos (Ayotzynapa), han realizado infinidad de acciones para que las autoridades Federales les hagan justicia, derivado de la terrible tragedia ocurrida el 26 y madrugada del 27 de septiembre del 2014, en la Ciudad de Iguala de la Independencia Guerrero, en donde desafortunadamente perdieron la vida 43 alumnos de esa institución educativa, a manos del grupo delictivo Guerreros Unidos en complicidad con policías municipales de Iguala, el Ejército  y otros municipios aledaños.

Hechos que han generado un terrible descontento social generalizado en el país y el mundo entero, y que, constantemente es condenado por los padres de los normalistas desaparecidos, por los estudiantes de la normal como por otras normales del país, por políticos, activistas sociales, organismos defensores de los derechos humanos nacionales y extranjeros, y por supuesto por el suscrito. Ello en razón a que el bien jurídico más preciado es la vida, y absolutamente nadie, nadie, tiene razón ni derecho a quitarle la vida a ninguna persona, bajo el argumento que sea, no hay justificación para tan atroz acontecimiento; por lo que tales hechos los condenamos y exigimos su esclarecimiento e inmediata presentación de los 43.

Sin embargo, en este crimen de estado, existe un capítulo especial digno de reconocerse, en donde gracias a la rápida intervención del ex Fiscal de Guerrero Iñaki Blanco Cabrera, con la poca información que en esos momentos circulaba respecto a que los estudiantes estaban siendo perseguidos y asesinados, tomo la decisión de instruir a la policía ministerial bajo su mando, para que se abocaran a la ubicación, protección y rescate de los estudiantes normalistas que en esos momentos eran perseguidos por los delincuentes para darles muerte; y concentrarlos en la Coordinación Regional del Ministerio Público, con sede en Iguala, para su resguardo y protección, de eso nadie dice nada, es tiempo de que se sepa, se rescataron en cerros y en casas de particulares en donde estaban salvando su vida, fueron rescatados por el Gobierno del Estado, les guste o no, es la historia de esos sobrevivientes y su padres que no dicen, de no ser así la tragedia iba a ser mayor, no serían 43 serían más.

Es de señalarse que durante la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre, las condiciones climatológicas eran adversas, ya que se encontraba lloviendo y eso complicaba la búsqueda y ubicación de los alumnos; sin embargo, la acertada instrucción de Blanco Cabrera, fue categórica, ubicar y rescatar a los estudiantes normalistas que estaban siendo perseguidos para ser asesinados, pero eso se supo también por información de los que ya estaban en la fiscalía declarando, por una los alumnos de Ayotzinapa y por el otro lado los jugadores del equipo de los Avispones.

Y fue así que los policías ministeriales empezaron a recorrer en esas horas de la madrugada del 27 de septiembre y en esas condiciones climatológicas, las colonias de Iguala en busca de normalistas perseguidos para ser asesinados.  Por lo que para asombro del personal de la fiscalía y de Derechos Humanos del Estado que se encontraban concentrados en las oficinas  de la Coordinación Regional del Ministerio Público, los policías ministeriales empezaron a llevar a estudiantes normalistas que habían encontrado en lugares despoblados, lotes baldíos, casas donde los vecinos de Iguala los resguardaron para evitar fueran asesinados; ese momento fue un momento que estremece el ser de cualquier persona, pues ver llagar a jovencitos, aterrados, con la ropa enlodada, mojados, llorando, con un rostro lleno de miedo, fue desconcertante y deprimente escena que parece que a ellos ya se les olvido; y es que de inmediato viene a tu mente tu familia, hijos  en particular que por empatía relacionas con esos hechos y no quieres que lo vivan.

Pero no solo eso hizo el Fiscal Blanco Cabrera, sino que instruyó que a esas horas de la madrugada se les diera de comer  algo caliente a los normalistas y a los jugadores; así que se organizó personal  de la fiscalía para ir a comprar a la central de autobuses de Iguala, tamales, atole, café etc; para no solo proteger y resguardar a los jóvenes normalistas, sino para alimentarlos con algo caliente.

Nos preguntamos a esos 68 alumnos rescatados por el Fiscal Iñaki, ¿esto ya se les olvido?, se les olvido que gracias a ese hombre hoy llegan a su casa con su familia, que gracias a la intervención de ese hombre que calumnian, difaman y acusan de negligente, hoy pueden comer, respirar, bailar, cantar, reír, llorar, amar; cuando lo que hizo realmente el Fiscal Iñaki Blanco Cabrera, fue rescatar, resguardar y alimentar a los 68 normalistas, así como detener a los policías municipales que participaron en esos atroces hechos, y que hoy siguen presos, lograr el desafuero del entonces presidente Municipal de Iguala, José Luis Abarca, identificar y acreditar la participación en estos hechos del grupo delictivo Guerreros Unidos, entre otras acciones importantes que ya han sido documentadas, otro que debe de agradecer no pisar la cárcel es el ex Gobernador Ángel Aguirre Rivero, eso se lo debe a Blanco Cabrera, esas declaraciones no fueron arrancada con torturas, la otra historia usted la sabe.  

La experiencia de Iñaki Blanco Cabrera, en materia de investigación, se mostró en su experticia y profesionalismo en la procuración de justicia, evito que la tragedia fuera mayor; si, si estamos hablando de un hombre probo que en ese momento se encontraba al frente de la entonces Procuraduría General del Estado de Guerrero, y que hoy calumnian y difaman, cuando lo que deberían estar haciendo los grupos de defensores de derechos humanos y sociedad en general, es agradecer que ven y duermen con sus hijos, ya no digo los 68 alumnos rescatados y sus familias, porque tal parece que hasta eso les ofendió, es  reconociendo que ese funcionario público protegió la vida de 68 jóvenes, en aras precisamente a esos derechos humanos que tanto se pregonan y que protegen la vida como el bien jurídico más preciado que hay. ¿Que no existe la sensatez y les nace del corazón a esos 68 jóvenes y sus familias decirle a sus hijos que existe una persona que gracias a su profesionalismo y diligencia puntual les salvo la vida?, quisiera saber que le dicen a sus hijos cuando los ven a la cara y les preguntan ¿quién los ayudo y protegió esa trágica noche?,  quisiera saber que sienten cuando acusan de mal servidor público a quien les salvo la vida, quisiera saber si duermen tranquilos por prestarse a intereses mezquinos que no les permiten decir la verdad y que denostan a quien les protegió lo más preciado la vida; sin embargo, en las actuaciones de la Fiscalía quedo constancia de quien los rescato, de quien les salvo la vida en aquella noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre del 2014, en Iguala y la historia los juzgara.

Se advierte que intereses obscuros alientan el rencor y el odio como consecuencia de estos lamentables hechos. No merece el ex fiscal una pisca de gratitud, de los 68 estudiantes rescatados, lo que les importa es sacar provecho de la situación y seguir con una bandera que los presenta como mártires. Y pregunto ¿dónde están los 68 estudiantes rescatados? ¿Acaso no hay gratitud para quien les salvo la vida? ¿Acaso es más fuerte el interés obscuro que los mueve a denostar, descalificar, desprestigiar y calumniar?, Los 68 alumnos rescatados que ahora deben ser padres, profesionistas y sus familiares, son los primeros que deberían romper con ese pacto de silencio y complicidad que lo único que los hace es ser promotores de la calumnia y la injusticia, del odio y del rencor. Espero que algún día la historia los juzgue; la verdad irá saliendo a la luz, y la sociedad los juzgará y sus hijos, sus nietos sabrán tener un poco de gratitud en lugar de ingratitud; espero que alguno de ellos (hijos o nietos), tenga el valor y busquen a ese hombre que un día le salvo la vida a su padre o abuelo, para agradecérselo en persona.

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