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La Deuda Eterna de México  

Nayeli Rubí Pérez Ochoa

A pocos días de haberse realizado la conmemoración número 212 del Grito de Independencia de México, y, talvez de manera tardía, me opongo al mismo, al sentir popular, pues este hermoso país y su pueblo, tienen muchas cosas, bellísimos lugares turísticos, costumbres inigualables, gastronomía mundialmente reconocida, corrupción, tasas altísimas de homicidios e inseguridad, etc., gran número de cosas, buenas unas malas otras, nos pertenecen, lamentablemente la independencia, no es una de ellas.

Particularmente me refiero a la independencia económica, que es ilusoria debido a la deuda que aqueja al pueblo mexicano, ya que desde un inicio, este país como República, nació pobre y profundamente lastimado, por lo que se vio en la imperiosa necesidad de solicitar préstamos a otras Naciones, para hacer frente a los vestigios resultantes de la guerra que inició con el famoso Grito de Independencia, lo cual fue necesario para la recuperación del país.

Sin embargo, este recurso, consistente en solicitar préstamos a otras Estados, que debió ser la excepción, se convirtió en la regla para cada Presidente de la República, quienes parecían no vacilar al solicitarlo y seguramente confiaban en que otro sería el que se haría cargo de pagar; para mayor claridad en seguida se hace un recuento de los más relevantes y actuales.

Comencemos con Guadalupe Victoria, quien endeudó a la naciente nación, solicitando prestamos al “Prestamista del Mundo del siglo XIX” Inglaterra; al fin de su periodo la cifra y sus intereses ascendieron a más de cinco millones de libras esterlinas; tal dinero fue utilizado para cubrir deudas del gobierno frente a sus trabajadores en activo y retirados, para la administración pública, la compra de armamento militar y afectaciones a ciudadanos de otros países que reclamaron a México indemnizaciones (bastante infladas por cierto), bajo amenaza de invasión en caso de oposición.

Benito Juárez, uno de los Presidentes más queridos, en su respectivo periodo de gobierno, decretó la Ley de Suspensión de Pagos, que ante la falta de capital y frente a una crisis financiera, pretendía que durante dos años dejara para sí todo el dinero que recabara el Gobierno mediante los impuestos que paga la gente, con el fin de paliar la lamentable situación, cosa no menor que propició en un futuro la intervención francesa.

Seguimos con Lázaro Cárdenas, otro presidente también sumamente aclamado por los beneficios que el país obtuvo gracias a su administración, finalizó su periodo con una deuda de 260 millones de dólares, el motivo: despojar a los extranjeros de los ferrocarriles, las tierras y la aplicación del Decreto de Expropiación Petrolera, esto claro, previa indemnización.

Pasando a cifras menos amables, pero más actuales, encontramos al Partido Revolucionario Institucional, pasando por Luís Echeverría, José López Portillo, Salinas de Gortari, Miguel de la Madrid, Ernesto Zedillo, quienes desde el año 1970 al 2000, aumentaron de manera importante la deuda externa de México, pasando de ser menos de 10 mil millones de dólares, hasta alcanzar los 150 mil MDD.

Sin embargo, el anterior adeudo no se compara ni por asomo con el salto desproporcionado que la deuda tuvo del año 2006 al 2018, periodo en que la presidencia del país estuvo a cargo primero de Felipe Calderón Hinojosa (Partido Acción Nacional) y después de Enrique Peña Nieto (Partido de la Revolución Institucional), quienes en menos de la mitad de tiempo aumentaron la deuda externa en más del doble, ascendiendo de 128 mil MDD a 341 mil MDD, es decir, la deuda aumentó en más de 150% en tan sólo doce años, de acuerdo con cifras oficiales del Banco Mundial,

Es lamentable darse cuenta del mal manejo financiero que ha existido en México, si bien en un momento dado fueron necesarios los préstamos para emerger como un nuevo país, pretendiendo crear nueva infraestructura y desarrollo industrial, pues de otra forma sería imposible construir una sana economía, se ha abusado de forma reiterada.

Como ya se reconoció, es ineludible para los países en vías de desarrollo la solicitud de préstamos, sin embargo, los anteriores mandatarios y gente cercana, se han hecho de propiedades y lujos, desde casas en zonas exclusivas, celebraciones, viajes exuberantes y un ignominioso etc., que es dudoso el efectivo destino de la deuda.

Como en el título aparece plasmado, se le da el calificativo de eterna a la deuda externa porque no se ve fin a su aumento, los gobiernos entrantes y salientes se vanaglorian con el desarrollo estructural y económico que dejan a su paso, pero nunca confiesan el precio a pagar por el mismo.

Veremos cómo resulta el gobierno morenista de Andrés Manuel López Obrador en lo concerniente a la deuda externa, debido a que fuentes confiables, a contrario de como se ha difundido en redes sociales, han confirmado que el mandatario también ha solicitado empréstitos para sufragar las necesidades del país y la infraestructura que se encuentra desarrollando; hay que recalcar y es de admirar que el dinero que ha pedido no se asemeja ni remotamente a las cantidades que se recibieron en los dos sexenios inmediatos anteriores.

Las cifras que arroja el Banco Mundial, hasta octubre del año 2021, señalan que la deuda externa es de 373 mil MDD, es decir, ha solicitado más de 32 mil MDD, en tres años; efectivamente ha aumentado, pero para reconfortar la ira de algunos que creyeron que el Presidente no había endeudado más a México, es recalcable que los proyectos que están en proceso de construcción y los ya edificados son prometedores, sin que tal reconocimiento signifique el apoyo del partido a que pertenece, sino que hay que elogiar lo bueno y criticar lo malo, la libertad de expresión así nos lo dicta.

Por último, ¿Quiénes sufren por la deuda externa? Nosotros, el pueblo que no recibe condonaciones en sus gravámenes, quienes tenemos que lidiar con el aumento que sufrió el Impuesto Sobre la Renta en el año 2014, el cual se descuenta a toda la clase trabajadora, siendo de un 35% del salario total; quienes pagamos un 16% de Impuesto al Valor Agregado por los productos que compramos y los que con cada trámite gubernamental debemos desprendernos del poco dinero que tenemos; por lo tanto, a todos nos concierne.

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