Armando Ríos Piter
El día de ayer inició en Glasgow, Reino Unido, la Conferencia de las Partes (COP26). Esta conferencia se realiza en el Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En esta reunión habrán de encontrarse 196 países y la Unión Europea con la finalidad de tomar decisiones por consenso. Esta reunión se ve como un encuentro crucial, pues después del Protocolo de Kioto suscrito en 1997 donde se acordó la reducción del 5% de las emisiones de los países y el Acuerdo de París en 2015, en el que se estableció la disminución de la temperatura global a no más de 2º C al 2100, Glasgow surge como un momento de evolución y posible catarsis frente a lo que no se ha logrado.
Dado que la pandemia del COVID-19 obligó a posponer la 26ª COP el año pasado, existe una gran expectativa ante la participación de más de 100 países que se reuniran con la finalidad de “fijar claramente sus compromisos nacionales de reducción de emisiones para mantener el calentamiento previsto a finales de siglo como máximo en 1.5 ºC con respecto a los niveles preindustriales”. El cumplimiento del Acuerdo de París será la columna vertebral de la discusión. Entre los principales puntos que habrán de tratarse se encuentran:
- Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero al menos un 40% para 2030, con respecto a las que tenían en 1990.
- Impulsar la innovación a partir de tecnologías que promuevan la eficiencia, reduzcan los costos de producción y de gestión de energía.
- Impulsar el consumo que provenga de energías renovables y la sustitución de fuentes de energía contaminantes.
- Conducir el proceso hacia una transición energética que sea accesible para todos los sectores de la población, no solo a quienes gozan de un mayor poder adquisitivo.
- Incentivar la movilidad sostenible y el uso de transporte ecológico, con emisiones cero, asi como el impulso de políticas que posibiliten el acceso masivo de dicho transporte a costos más bajos.
Para apuntalar estos objetivos, los acuerdos que se requieren entre los países participantes son principalmente:
- Concretar los compromisos nacionales. Es fundamental que se logren acuerdos en la cuantificación y sincronización de las “Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional”.
- Consensar el funcionamiento de los mercados de carbono.
- Acordar los mecanismos de “Compensación de pérdidas y daños” respecto a los países más afectados por el calentamiento global.
- Identificar los mecanismos de financiaciamiento de la acción climática a paises en vías de desarrollo.
La trascendencia histórica de este encuentro es evidente, solo a través de acuerdos puntuales entre los países y su cumplimiento individual, será posible alcanzar las metas colectivas en torno a la disminución de la temperatura en el planeta. Encontrar mecanismos tecnológicos y financieros eficientes, es una oportunidad para la humanidad. El diálogo y la transparencia en cuanto a la información científica permitirán a los participantes construir una visión compartida.
No obstante, además de los objetivos ambientales, este encuentro internacional también tiene un importante significado geopolítico. Mientras que China y la India se muestran reacios a asumir el costo de los acuerdos, Estados Unidos regresa con la intención de liderar el proceso, tras la ausencia que generó el gobierno trumpista. El escenario para los estadounidenses se ve complejo, ante una presidencia que se encuentra en sus peores niveles históricos de aprobación. ¿Podrá Joe Biden recuperar el terreno perdido e impulsar esta agenda?
El resultado aún es impredecible, especialmente en el contexto de la guerra comercial que prevalece entre nuestro vecino del norte y el gigante asiático. Sin embargo, más allá de países y liderazgos nacionales, esta es una oportunidad para que la #SociedadHorizontal que está atenta a esta cumbre en todas partes del mundo, utilice los mecanismos de información, comunicación y organización descentralizada para participar e imprimir sus preocupaciones desde cada rincón de la Tierra. Cuidar nuestro planeta debe ser una responsabilidad de todos.