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Francisco Rodríguez

Juan Vargas despacha en Palacio Nacional

Juan Vargas, expresidente municipal de San Pedro de los Saguaros –con su Constitución destripada y el cuete en la mano— ya despacha en Palacio Nacional acusando a todos sus enemigos de delincuencia organizada, lavado de dinero y fraude –los ilícitos que se sabe, o los que cree que sus colaboradores se saben.

Son disparos de perdigón, pero cree que tendrán final feliz. De nada le importa que a quien indició ‎la Fiscalía General de la República se haya presentado en la Cámara de Diputados a indagar de qué acciones ilícitas le acusan, llevándose la sorpresa de que… no había nada.

La vendetta contra Francisco Javier Cabeza de Vaca, el gobernador de Tamaulipas, obedece a su renuencia a obedecer las órdenes desquiciadas del “caudillito”, y los boletines famosos que le echaban la culpa a los pastizales de aquellas tierras por haber causado los apagones, los mismos que se siguen sufriendo en todo el territorio, por la brutal incompetencia de quien está al frente del sector eléctrico nacional.

De nada le importa el mundo porque no es el que habita en su cabeza. Juan Vargas no se ha enterado de que en los dos años de ejercicio que lleva Alejandro Gertz Manero al frente de la Fiscalía no ha podido integrar un sólo expediente viable. Y que, sólo cuando se pone de acuerdo con la Unidad de Inteligencia Financiera de la SHCP, salen puros ratoncitos, se congelan cuentas y después tienen que descongelarlas por ignorancia.

De nada le importa que los inversionistas en el sector eléctrico de energías limpias vayan a reclamar –y seguro a ganar–los procesos judiciales en las cortes internacionales por una expropiación de facto de doscientos mil millones de dólares, porque de repente les cambiaron las reglas originales.

De nada le importa que los apagones a millones de mexicanos hayan causado en pocos días perjuicios mayores a la cancelación del aeropuerto de Texcoco.‎ De nada le importa el mundo, porque no es el que habita en su cabeza.

De nada le importa que las energías limpias tengan que ser producidas para cubrir las demandas industriales que la Comisión Federal de Electricidad no puede. Y que la misma CFE no tenga los recursos para producir más energía, ni sucia ni limpia. Ya se acabaron el combustóleo y el carbón. Pero Juan Vargas sigue en la necia.

¿Incumplir el T-MEC? Él con su Constitución destripada lo puede todo. Muy poco le importa que las cartitas de reconocimiento y gratitud que le promueven los brigadistas Siervos de la Nación nunca se produzcan, o lleguen en sentido contrario al buscado. Para algo deben servir las tácticas duvalieristas de Papá Doc y de Baby Doc en el sufrido Haití. Él está en lo suyo, y lo de él es el retroceso y la destrucción del país.

‎Muy poco le importan las sanciones que se deriven de las violaciones a las cláusulas del T-MEC, por incumplimiento rayano en el suicidio comercial. de nada le importa que sus socios norteamericanos y canadienses estén abocados a buscar cumplir los compromisos ecológicos, laborales y energéticos que había firmado con anterioridad.

Aunque durante la reunión a distancia de Biden con Trudeau se haya convenido en poner serios castigos comerciales a los que produzcan energía contaminante, incluyendo necesariamente a México, a él no le importa. Él con su Constitución destripada y su cuete lo puede todo. Como México no hay dos.

Si los socios están pensando en el siglo XXII, a él le preocupa anclarse en el pasado. Pensar que viven en su mundo, de machete y azadón, de trapiche y carretas, de sumisión absoluta y dictaduras de quinto talón. Si se pierden los juicios, peor para los juicios. Pueden ser salvados por el confinamiento rural de un pueblo que hasta hace poco fue la decimoquinta economía del mundo, y hoy, quien sabe qué lugar ocupe.

Cuando cante

Emma Coronel

Juan Vargas Presidente, también la emprende contra el outsourcing, única posibilidad de cierto empleo para millones de mexicanos, acusando a quien lo practique de delincuencia organizada, lavado de dinero y fraude maquinado. Todo lo demás no importa. Él manda mensajes subliminales a los chairos, fanáticos hasta que reaccionen.

Juan Vargas condiciona hasta la obtención de las becas para niños inteligentes, sometiendo a sus padres a dar su credencial de elector y sus fotografías para engrosar la votación en pro de Morena, se las cambia por las medicinas contra el cáncer que jamás van a llegar. Primero es lo primero.

Nada le importa que la detención de Emma Coronel, la esposa de El Chapo, sea la amenaza principal contra la complicidad del régimen con las bandas del trasiego. Él lo atribuye, aunque nadie en su sano juicio le crea, a la persecución contra Genaro García Luna, que dizque actúa como testigo protegido de la DEA. Los chairos le creen. O eso es lo que dicen los bots que pagan en la sede presidencial de Palacio Nacional. ‎Cuando cante Emma, se derrumbará el castillo de arena.

No se olvide que está amenazada por los tribunales del Distrito de Columbia y de Brooklyn, NY, para ser encarcelada con cadena perpetua. Son demasiadas las evidencias que la unen con Ovidio Guzmán, el liberado en Culiacán, aquél día aciago para el Estado , lograda a base de evidencias y videos de complicidad con el Titular del Ejecutivo.

Caso Félix

Contrató a Damián Alcazar para que le dé consistencia moral a su discurso. Juan Vargas defiende lo indefendible. Argumenta lo increíble, atiza por dónde sea para lograr su cometido: ganar las elecciones intermedias, aunque nadie se explica cuál es el granero de votos que pueda tener, toda vez que en todos los rincones del territorio lo único que ha recibido es repudio ciudadano.

En su partido oficial, en las reuniones de alto nivel con los especialistas electorales, le han explicado hasta el cansancio que no hay manera de ganar la mayoría en las elecciones que se avecinan, inexorables, dentro de catorce semanas. Él cree que tiene otros datos.

Juan Vargas piensa, igual que cuando gobernaba San Pedro de los Saguaros, que la mayoría de los mexicanos no habla en español, no conoce la letra y no se entera de todas las barbaridades que comete a diario en contra de la población.

Será por eso por lo que, para sentirse más respaldado psicológicamente, ha contratado los servicios del actor que representó a Juan Vargas, Damián Alcázar, para que junto con el guatemalteco Pimeño ‎Ibarra, le dé consistencia moral a sus mensajes y exabruptos desesperados y francamente peligrosos.

Para salir airoso en la fracasada causa de defender al violador y delincuente Félix Salgado Macedonio en su loca carrera para gobernar Guerrero, Juan Vargas es capaz de ordenar la represión a mansalva, aunque los represores se lleven entre las patas a manifestantes femeninas que son injuriadas y golpeadas en el lugar mismo de las protestas.

¿Hasta cuándo durará esta ópera bufa? La gente sólo quiere otro payaso

‎Y Juan Vargas, el de a deveras, el que despacha en Palacio Nacional, sigue diciendo que nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho. Que lo suyo no es la venganza ni el resentimiento. ¿Hasta cuándo durará esta ópera bufa?

¿Cuándo devolverán las entradas?

La gente ya sólo quiere que le cambien al payaso.

¿No cree usted?

Índice Flamígero

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, informó la tarde del miércoles 17 de febrero de la reunión que sostuvo con el productor Epigmenio Ibarra y con el actor Damián Alcázar, ambos personajes del mundo del entretenimiento que han apoyado durante años el proyecto del mandatario.

“Hoy desayuné con Damián Alcázar y Epigmenio Ibarra. Los dos, sin dejar de ser independientes, son auténticos defensores de la 4T. No presumen ser de izquierda y lo son; tampoco, como otros, fingen ser liberales y actúan como conservadores”, escribió el mandatario para acompañar la imagen en la que se le vio posando desde Palacio Nacional con ellos.

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