IRZA
CHILPANCINGO. Un matrimonio y sus cuatro hijos menores que habían emigrado de su comunidad, Juanacatlán, municipio de Metlatónoc, Guerrero, perdieron la vida en un trágico accidente carretero en estado de Jalisco, cuando viajaban hacia Michoacán, donde esperaban contratarse como jornaleros agrícolas en campos de cultivo de chile jalapeño.
Así lo informó el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan a través de un comunicado, en donde explicaron que se trata de la familia indígena Mé phàà, integrada por el señor Raúl Ríos Díaz, su esposa, Antonia y sus cuatro hijos menores, quienes lamentablemente perdieron la vida; iban acompañados de otra madre de familia y tres niños más, quienes quedaron lesionados.
El comunicado señala que el accidente se suscitó en el tramo carretero Atotonilco-La Barca, en el estado de Jalisco y que esas dos familias viajaban por esa vía luego de trabajar dos meses en los campos agrícolas de Río Florido, municipio de Fresnillo, Zacatecas, en el corte de tomate y se dirigían a Yurécuaro, Michoacán, donde se encuentran más de 20 familias de su comunidad, para incorporarse al corte de chile jalapeño.
Indicaron que de acuerdo a los peritajes de las autoridades de Jalisco, el accidente se produjo a las 4:30 de la madrugada del lunes.
Don Raúl Ríos Díaz perdió visibilidad debido a la intensa lluvia cuando manejaba una camioneta Pick Up.
“Fue muy tarde cuando advirtió la reducción del carril, precipitándose a un barranco. Raúl con su esposa Antonia perdieron la vida, junto con sus cuatro hijos menores; quedando heridos dos niñas, un niño y una madre de familia”.
Explicaron que horas más tarde llegaron paramédicos en una ambulancia al lugar del accidente y después de maniobrar para el rescate de los cuerpos los trasladaron al Hospital Comunitario de Atotonilco el Alto, en el estado de Jalisco y fue “hasta las 10 de la mañana cuando lograron comunicarse con amigos y paisanos que se encuentran trabajando en los campos de Yurécuaro”.
El Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan denunció que “en el percance no sólo perdieron sus papeles e identificaciones, si no que les tomaron el dinero que habían ganado durante 8 semanas de intensas jornadas. En total desamparo y sin posibilidad de acceder al Hospital para identificar los cuerpos, sus compañeros de trabajo están a la espera de que los atiendan y les proporcionen información sobre el estado de salud de las personas heridas”.
Tlachinollan denunció que “la ausencia de las autoridades las hace presa fácil de las empresas funerarias, que abusando del dolor le prometen resolver de inmediato todos los trámites y traslados de los seis cuerpos, con una cantidad de 120 mil pesos que es imposible cubrirlos”.
Agregaron que más de 20 familias dejaron los trabajos en Yurécuaro para acompañar a la familia que falleció, “apesumbrados y sin saber cómo cubrir esta cantidad, han pedido el apoyo de sus paisanos de Juanacatlán, para que les ayuden a gestionar algún apoyo con las autoridades”.
Señalaron que gracias a la intervención de la Comisión Estatal Indígena de Jalisco “se logró contactar otra funeraria con costos más accesibles. La Secretaria de Finanzas del gobierno de Guerrero se ha comprometido a sufragar los gastos de traslado de las seis personas fallecidas, que asciende cincuenta y cinco mil 200 pesos”.
Indicaron que de nueva cuenta la población indígena jornalera “se topa con la muerte ante la imposibilidad de conseguir un trabajo remunerado en su comunidad o en el mismo estado. Durante 18 meses el Consejo de Jornaleros Agrícolas de la Montaña ha documentado más de 23 mil personas indígenas que han salido de sus comunidades para en rolarse como jornaleros agrícolas en los estados de Zacatecas, Sinaloa, Chihuahua, Michoacán, Sonora y Baja California”.
En ese contexto, informaron que tienen documentados “más de 15 casos de persona jornaleras que han fallecido por el Covid-19 en los campos agrícolas, siendo tres de ellos menores de edad. En ninguno de los campos, los empresarios se han preocupado por aplicar las medidas preventivas, realizar pruebas PCR o promover la vacunación de sus trabajadores. Las familias jornaleras son las más vulnerables porque la pobreza les impide confinarse en sus hogares y tiene que enfrentar tratos inhumanos de los capataces a cambio de salarios de hambre”.
Finalmente aseveraron que las “trágicas muertes de Raúl y Antonia junto con sus cuatro hijos, parece ser el destino funesto de muchas familias pobres de la Montaña de Guerrero”.