EU mató la Reforma Eléctrica

Martín Moreno

La Reforma Eléctrica del binomio Bartlett-López Obrador, no está aplazada. No. Está muerta.

La mató Estados Unidos.

La mató la soberbia estúpida de Manuel Bartlett.

Así, la regresiva, cara y contaminante Reforma Eléctrica obradorista, se fue a la congeladora. Pasó a mejor vida. Se murió.

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El embajador de EU en México, Ken Salazar, visitó el miércoles 3 de noviembre Palacio Nacional. El diplomático extranjero más poderoso en nuestro país no se reúne con subalternos. Sabemos que habló directamente con el presidente de la República para mostrar las cartas enviadas desde Washington y que poco después subiría Salazar a su cuenta de TW: las “serias preocupaciones” que la administración Biden tenía respecto a la propuesta de Reforma Eléctrica enviada al Congreso mexicano. Bajo la sutil persuasión de la diplomacia, el mensaje entre líneas presentado a López Obrador era uno y firme: no queremos esa reforma. Dañará nuestras relaciones bilaterales.

Cuando salió de esa reunión en Palacio Nacional, Salazar sabía que la polémica Reforma Eléctrica – emblema de la ideología setentera y trasnochada de la pareja AMLO- Bartlett y punta de lanza del régimen para retornar al monopolio eléctrico más por razones ideológicas que tecnológicas-, estaba muerta. Un embajador norteamericano está para defender los intereses de su país y no para obedecer a otros presidentes.

¿A cuáles intereses nos referimos?

La tumba de la Reforma Eléctrica bartlettiana-obradorista se comenzó a cavar horas antes en Washington, entre los pasillos del Congreso estadounidense, cuando alrededor de 40 republicanos enviaron una carta al secretario de Estado Antony Blinken, a la secretaria de Comercio, Gina M. Raimondo, y a la secretaria de Energía, Jennifer M. Granholm, en la cual expresaban su “profunda preocupación” ante la intención del gobierno de AMLO por excluir a las empresas privadas del sector energético mexicano, lo cual violaba de manera abierta el T-MEC (Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá), así como compromisos internacionales. Era una locura lo que López Obrador pretendía hacer con la energía en México.

“Los informes recientes de acciones discriminatorias contra empresas estadounidenses, requieren una respuesta oportuna y clara. Nosotros los instamos a que redoblen sus esfuerzos para presionar a las autoridades mexicanas para que detengan las acciones discriminatorias y proporcionen a las empresas estadounidenses que operan o comercian con México en igualdad de condiciones”, advierte la durísima carta de los congresistas republicanos. “El gobierno mexicano pretende dar a Pemex y a la CFE un trato preferencial, en una clara contradicción con el T-MEC”, apunta la misiva que también fue entregada por el embajador Salazar al gobierno mexicano.

López Obrador acordó entonces con el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, frenar la Reforma Eléctrica. Y así se le ordenó a los diputados de Morena.

Esa misma tarde de miércoles, los grupos parlamentarios de Morena y sus aliados: el Partido Verde y el del Trabajo – tras recibir la comunicación directa de Palacio Nacional- informaron “diferir” la Reforma Eléctrica para dentro de medio año: el 15 de abril de 2022, con el pretexto de darle prioridad a la consulta sobre ratificación de mandato de AMLO.

La Reforma Eléctrica fue apagada por EU. Por los congresistas. Por el gobierno Biden. El embajador Salazar fue el vaso comunicante para advertirle al presidente de México que no la querían. Y por eso la enterraron.

Dentro de este episodio diplomático- energético, emerge un punto clave: la soberbia estúpida del director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett, quien a mediados de octubre pasado declaró lo que en Estados Unidos se consideró una amenaza directa hacia las empresas norteamericanas, una bravata surgida de la tradicional altanería de Bartlett, un error garrafal que encendió las alertas máximas en Washington y entre el empresariado mexicano:

“La CFE no indemnizará a las empresas con las que tiene contratos de suministro de energía, una vez que entre en vigor la reforma eléctrica y éstos sean cancelados”.

Aún más: dentro de su soberbia, Bartlett aseguró que la Reforma Eléctrica “va como está”, y hasta amenazó al Consejo Coordinador Empresarial (CCE): “No les conviene entrar en disputa (con el gobierno)”.

Pero la soberbia enceguece, y a Bartlett se le olvidó algo fundamental: en Estados Unidos no lo quieren porque no olvidan su evidente complacencia en el asesinato del agente de la DEA, Kiki Camarena, cuando Bartlett era secretario de Gobernación. Vamos, ni siquiera puede visitar EU porque sería aprehendido. De ahí que en su descabellado afán amenazador, Bartlett perdiera de vista ese pequeño detalle y le diera un tiro mortal a la reforma soñada por él y por su amigo el Presidente.

Bartlett olvida…pero Estados Unidos no olvida.

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Más allá de que AMLO y Morena no reúnen los votos suficientes para reformar la Constitución y lograr la Reforma Eléctrica. Más allá que el PRI prácticamente, en mayoría, les dio la espalda con esta reforma. Más allá que algunos aliados verdes ya la rechazaron. Más allá de todo esto, a AMLO, Bartlett y la 4T, se les olvidó algo clave: Estados Unidos.

Y EU rechaza la Reforma Eléctrica.

EU no la quiere.

EU la mató.

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