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Estado de los ESTADOS

Lilia Arellano

* Cuarta Transformación, decepcionante

* Economía no crece; inseguridad pública predomina

* “Vamos bien”, sostiene López Obrador con sus datos

* Incertidumbre causa su estilo personal de gobernar

Sin duda, no hay peor ciego que quien no quiere ver. Ante la crisis de seguridad, el estancamiento económico y la escasez de bienestar social resentido durante prácticamente todo el primer año de su gestión, el presidente Andrés Manuel López Obrador insiste: entre los mexicanos impera la felicidad, el entusiasmo y la esperanza, y no hay decepción. Para él, presume, la recesión técnica de la economía padecida en el primer semestre, la previsión de 0% de crecimiento al cierre del año; la continuación de la carnicería en el país, con 100 muertos diarios y alcanzando ya más de 30 mil sólo en su gestión; el nulo crecimiento del empleo y la ausencia de mejoras sociales a la población en general, no le han pegado a su aceptación entre los ciudadanos.

Por supuesto que la confianza en su liderazgo nacional está mermada y no sólo por cinco momentos “difíciles”, por él recordados en una entrevista publicada hoy en La Jornada, como fueron la explosión del gasoducto en Tlahuelilpan, Hidalgo, donde perdieron la vida 137 personas; la “guerra de cuatro horas”, en Culiacán, para detener a Ovidio Guzmán, el hijo de “El Chapo”, donde las fuerzas armadas fueron derrotadas en toda la línea por los narcotraficantes; ; el asilo a Evo Morales; el amago de Estados Unidos de imponer aranceles; y el asesinato de integrantes de la familia LeBarón.

Existen mucho elementos más: su decisión de cancelar el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), lo cual dio al traste con la confianza de inversionistas a su administración; la política de austeridad; la concentración de compras en la Oficialía Mayor de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP); la focalizada lucha contra la corrupción sólo contra adversarios o enemigos políticos, con la premisa: “gracia para los amigos, ley para los enemigos”; los crecientes subejercicios y la cancelación o incumplimiento integral de programas gubernamentales; la utilización de los mismos para fines partidistas a favor de Morena; la fallida estrategia de seguridad pública con la utilización, una vez más, de las fuerzas armadas, ahora aglutinadas en la Guardia Nacional; su desviación a la captura de migrantes para darle gusto al presidente de Estados Unidos y la violación de derechos humanos de centroamericanos; su pacto de “abrazos no balazos” con las organizaciones delincuenciales, quienes siguen conquistando territorios a placer, sin encontrar quien los enfrente.

En el tema económico, AMLO admite no se ha obtenido el crecimiento esperado, pero hay confianza en la población y presume “así lo reflejan las encuestas”. Según sus datos, hay una mejor distribución del ingreso, hay bienestar, y poco a poco se va a ir incrementando la economía.

Acepta la seguridad es una asignatura pendiente y su gobierno es responsable de atender el problema, pero no el culpable de la situación desatada por haber declarado la guerra al narcotráfico. “Las bandas no surgieron a partir del 1 de diciembre del año pasado y a veces se olvida eso”, justificó y destacó la importancia de la lucha por la vía pacífica. “Por eso también lo de la revocación del mandato. ¿Para qué golpes de Estado? ¿Por qué? Nada, eso es un retroceso, eso es lo peor que puede haber, es agraviar al pueblo, imponerse por la fuerza y destruir un país”, dijo.

De los problemas graves enfrentados en su gestión, destacó la explosión en enero pasado en el gasoducto que cruza por Tlahuelilpan, Hidalgo, el episodio más doloroso, el cual, dice, le pegó en lo íntimo, lo más lamentable, lo que más le afectó. En segundo lugar, la “amenaza unilateral” de Estados Unidos de imponer aranceles a las mercancías mexicanas si el país no contenía el flujo migratorio. Según el mandatario, “salimos bien, cumplimos los compromisos y se alejó la amenaza, lo cual ayudó mucho a la estabilidad económica del país”.

Para AMLO otro momento difícil fue en octubre pasado, durante el operativo para detener a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán. “Una guerra breve, yo creo que es la guerra más breve en la historia, una guerra de cuatro horas. Fue también complicado porque tomamos decisiones en circunstancias difíciles, pero consideramos que fue lo adecuado, que se actuó bien”. Los reporteros le recordaron también la matanza de la familia LeBarón, la pérdida de tres mujeres, seis niños. Y los asesinados, agregaron los periodistas. También fue mencionada la decisión de otorgar asilo a Evo Morales.

El estilo

de AMLO

Desde el arranque de su administración, López Obrador plasmó su sello de gobierno con la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM), en el cual ya se habían invertido 5 mil millones de dólares. La estimación para terminarlo era de otros 8 mil 300 millones de dólares y cancelarlo acabará costando más de 9 mil millones de dólares. Como los fierros y piedras regadas del proyecto, así quedó ante los ojos de los empresarios la promesa de AMLO de ser una administración pragmática y guiada por los datos duros, en vez de la ideología y las viejas rencillas. La cancelación del proyecto aeroportuario fue clave para elevar el nerviosismo de los inversionistas, quienes se guardaron el dinero a lo largo del año.

La poca claridad de las intenciones del nuevo gobierno en cuanto a su política económica ocasionó el sector privado no quiera aventurarse con más capital. La menor inversión, la incertidumbre y un entorno global desfavorable hicieron caer las expectativas económicas, del 2 por ciento de crecimiento esperado para este año, la previsión promedio es de una contracción de 0.2 por ciento. Para el segundo año del gobierno de AMLO, la expectativa es que la economía no crezca más allá del 1 por ciento.

Estas contradicciones en materia de política económica llevaron a la renuncia de Carlos Urzúa al frente de la SHCP, quien fue sustituido por Arturo Herrera, quien ha logrado mantener el déficit controlado, la deuda sin crecer, y ha reactivado el gasto a partir del segundo semestre, pero aún no es suficiente para dejar atrás los subejercicios. Incluso los programas insignia de la Cuarta Transformación han sufrido la “austeridad republicana”, lo cual se ha resentido en la Secretaría de Salud, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, la Secretaría del Trabajo, la Secretaría de Educación Pública, el Inegi, entre otras dependencias.

Para el próximo año el panorama no pinta mejor. Se entregó un presupuesto difícil de cumplir, aunque la mayoría de los especialistas lo califica como “prudente”, pero está lejos de ser una herramienta para detonar el crecimiento económico o aminorar de alguna forma el impacto de una desaceleración global. Analistas internacionales advierten las medidas para impulsar la economía pueden llegar a expensas de las finanzas del gobierno y, por lo mismo, recomendaron a los inversionistas reducir su apuesta en el país, precisamente lo que la SHCP ha tratado de evitar.

Por si fuera poco, también está abierta la interrogante sobre la aprobación del T-MEC, el cual tanto México como Canadá han pasado en sus respectivos congresos, pero se ha atorado en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, donde en estos momentos se debate el posible juicio político a Donald Trump.

La débil economía y la falta de gasto han trabado la relación con la Iniciativa Privada. Las molestias de los empresarios se han acumulado también por la tendencia de AMLO de acaparar y centralizar cada día más poder, lo cual se ha resentido especialmente en su relación con los órganos autónomos. La Comisión Reguladora de Energía (CRE), la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), han caído en el creciente espectro de poder del presidente, y ahora esta en la mira el Instituto Nacional Electoral (INE). El tabasqueño acumula poder, sin contrapesos ni voces críticas y ciudadanas.

Seguridad Pública es la otra gran asignatura pendiente de AMLO, pues continúa el empeoramiento de las cifras de criminalidad. La Guardia Nacional ha tenido pocas pruebas de fuego y en las enfrentadas no ha salido bien librada, como en el caso del llamado “culiacanazo”, donde fue evidente la estrategia de seguridad de la actual administración aún no toma la forma deseada. En los primeros 10 meses del año, 28 mil 741 homicidios dolosos se registraron, la cifra más elevada para un arranque de gobierno, de acuerdo a datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Y la carnicería sigue…

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