Editorial

Las cantaletas

El presidente López Obrador no cuestionó a José Ángel Gurría, el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, cuando se convirtió en una de las pocas voces que dijo públicamente que la economía nacional sí puede crecer 4 por ciento al año en promedio y 6 por ciento al fin del sexenio. Pero cuando la OCDE dio a conocer sus pronósticos de crecimiento de México, reduciendo de 2 a 1.6 por ciento la previsión de 2019 y de 2.3 a 2 por ciento la de 2020, montó en cólera.

En la mañanera del 3 de mayo declaró: “Sí, es que los tecnócratas, corruptos, conservadores están muy molestos y han agarrado esa cantaleta de que se va a caer el crecimiento, como si ellos hubiesen garantizado mucho crecimiento en seis años”. Si bien no fue Gurría sino el equipo de economistas de la OCDE el que cambió la previsión de crecimiento para México, el presidente arremetió en lo personal contra del ex secretario de hacienda: “Con todo respeto, Gurría no tiene mucha autoridad moral, que digamos. A veces se olvida lo que han hecho los servidores públicos y suele pasar que no pierden, siquiera, su respetabilidad, los que han llevado a la bancarrota al país. ¿Saben ustedes cómo se le conocía a Ángel Gurría? Como el Ángel de la Dependencia”.

¿Quiénes son los tecnócratas corruptos y conservadores que están tan molestos con el impoluto presidente que “han agarrado esa cantaleta de que va a caer el crecimiento”? Son muchos. Están no solo los economistas del FMI y de la OCDE, y los de los bancos privados, sino también los del Banco de México y los de la propia Secretaría de Hacienda de la Cuarta Transformación. Efectivamente, la SHCP bajó su previsión de crecimiento económico de 2 a 1.6 por ciento el pasado 1o. de abril.

Incluso el INEGI, con sus primeras cifras del producto interno bruto de este año, que ya no son previsiones sino mediciones preliminares, se ha unido a la cantaleta. La primera estimación del primer trimestre de 2019 muestra una contracción de 0.2 por ciento frente al último trimestre de 2018. La comparación anual muestra crecimiento, pero solo de 0.2 por ciento. El pronóstico de 1.6 por ciento para todo 2019 parece ya demasiado alto.

Coincido con Gurría en que las cifras disponibles hasta este momento no descartan la posibilidad de alcanzar el 4 por ciento en promedio durante el sexenio ni el 6 por ciento en 2024. Pero el crecimiento no está bajando por una conspiración de los corruptos tecnócratas conservadores/neoliberales/neoporfiristas/fifís sino por una serie de complejas circunstancias nacionales e internacionales entre las que se cuentan algunos medidas del actual gobierno, como la cancelación del aeropuerto de Texcoco, de las nuevas licitaciones de petróleo y de las nuevas plantas de generación de electricidad.

El presidente tiene razón cuando dice que este no es el primer sexenio que empieza mal, pero sí es el peor primer trimestre de un gobierno desde 1995, cuando comenzaba su mandato Ernesto Zedillo. Un trimestre, sin embargo, es demasiado poco tiempo para juzgar un sexenio. Sí es suficiente para lamentar la furia con la que el mandatario arremete contra quienquiera que ofrezca una opinión o cifra que no cuadre con su visión sesgada del mundo o del país. En este caso la cantaleta de descalificaciones e insultos no solo está dirigida a uno de los funcionarios mexicanos más respetados en el exterior, sino contra su propio equipo de economistas.

El periódico español El País publica una nota, con datos del actual régimen, que señala que los medios que más recibieron dinero del gobierno de Peña Nieto por publicidad obtuvieron 1,402 millones de dólares. En la lista no aparece Reforma, que el presidente López Obrador ataca virtualmente todos los días. El monto total de gasto en propaganda de EPN fue de 3 mil millones de dólares.

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