Editorial

Mala calidad del aire

El Día Mundial de la Salud (7 de marzo) se fue dejándonos una reflexión sobre un tema realmente grave que hasta ahora no ha sido atendido por nuestras autoridades: en México más del 92 por ciento de la población respira aire contaminado.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado que actualmente la mala calidad del aire representa el riesgo ambiental más grande en el mundo, con impactos tremendos respecto a las muertes evitables debido a este problema. Basta ver algunos números, para el año del 2015 se estimó que (tan sólo por causa del material particulado y tomando en cuenta solamente a la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Puebla, Querétaro, Toluca, Guanajuato) 33 mil 478 personas perdieron la vida debido a las altas concentraciones de este contaminante.

Recientemente se presentó el Informe Nacional de Calidad del Aire (INCA) 2017, el instrumento más importante a nivel nacional para determinar los niveles de contaminación del aire y el funcionamiento de los sistemas de monitoreo de calidad del aire existentes en nuestro país revelando que en México se sigue respirando aire contaminado, seguimos sin lograr mejoras sostenibles y significativas en cuanto a las emisiones de contaminantes.

Basta comparar el INCA del 2016 con el de 2017, en donde las ciudades que cumplieron con la Norma que regula los límites máximos de ozono fueron 3, en comparación con las 2 que la cumplieron en 2016, en material particulado PM10 tenemos la misma situación, en el 2017 solamente 3 ciudades cumplieron con la norma con respecto a las 2 que lo habían hecho en 2016 y para material particulado PM2.5 el resultado fue el mismo que en 2016, ninguna ciudad mexicana lo cumplió.

El informe también nos muestra que seguimos sin tener información válida y oportuna en la mayor parte de nuestro país, ya que más de la mitad de las estaciones de monitoreo existentes en nuestro no aportaron información para este INCA.

Seguimos sin solucionar el problema de raíz, y ¿cuál es el problema? en nuestro país son las emisiones de las fuentes fijas, entiéndase el transporte automotriz. Y lejos de eso, la trayectoria parece alejarse de la solución. Los planes de movilidad y de mitigación de contaminación atmosférica siguen apostando fuertemente a políticas de restricción vehicular como la verificación y el hoy no circula, que en el caso de la Ciudad de México ya ha probado que dio resultados en un primer momento, pero no de manera sostenida, y dejando de lado el cambio en los sistemas de movilidad y la generación de opciones seguras, limpias y eficientes de transporte para la población.

Seguimos teniendo normas que permiten límites de contaminantes en el aire altísimos comparados con los que recomienda la OMS para tener un ambiente sano. Seguimos teniendo una norma que regula los monitoreos de calidad del aire ambigua y sin fortaleza técnica y metodológica, condiciones que hacen posible esta situación que nos está matando.

Es impostergable la acción de los gobiernos, tanto federales (Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales) en cuestión del endurecimiento normativo de salud ambiental y de monitoreo de calidad del aire y la procuración de su cumplimiento, así como para los gobiernos locales en el desarrollo de planes de movilidad que pongan a las personas como prioridad, no a los autos.

Si bien es un problema “heredado” eso no exime a las autoridades presentes de su responsabilidad ética de ponerle un alto a esta contaminación que nos aleja del cumplimiento del derecho a la salud.

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