Editorial

La carta de AMLO abre generosas posibilidades

La carta del presidente de México Andrés Manuel López Obrador al rey de España abre un escenario de generosas posibilidades en las relaciones entre nuestros países e inicia un proceso de reconciliación a partir de la conmemoración de la conquista de Tenochtitlan en 1521: de que se pida perdón y se haga una revisión histórica y se reconozcan los agravios que se cometieron durante la Conquista y que sufrieron los pueblos originarios.

Esta petición ha generado una polémica, que no toma en cuenta que ya ha sido un recurso de acercamiento de varios gobiernos con sus poblaciones originarias, al reconocer las atrocidades cometidas para construir nuevas modalidades de relaciones humanas. Y sobran ejemplos: el gobierno de España con José Luis Rodríguez Zapatero, pide disculpas por la expulsión de los españoles judíos sefaradíes, y también el respeto que expresa a los expulsados de la Guerra Civil de 1938. También lo han llevado a cabo Holanda, Canadá, Francia, y el gobierno alemán que ofreció disculpas al gobierno de Israel por el Holocausto. Así mismo, el Papa Francisco pidió perdón por los graves abusos, crímenes y pecados cometidos por las monarquías europeas y la Iglesia contra los pueblos originarios de América: Se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios (Bolivia, 2015).

Las referencias anteriores muestran que pedir perdón enaltece y no es algo nuevo o desconocido. Hablar del pasado es un buen principio para construir un mejor futuro en las relaciones humanas y entre los países.

El manifiesto del presidente López Obrador tiene sentido, y es una oportunidad histórica de mayor acercamiento entre México y España, que no ofende por llamar a los agravios por lo que fueron. Un asesinato no puede tener otro nombre, un asesino no puede tener otro adjetivo, una masacre por más antigua que sea tiene un nombre que el tiempo no borra: los asesinatos de Moctezuma Xocoyotzin y Cuauhtémoc, las torturas, el aperreamiento con mastines españoles contra nativos indefensos, o las torturas para exigir oro y más oro, su guerra bacteriológica de viruela provocada ex profeso y que provocó epidemias devastadoras. Asimismo, traer a millones de esclavos africanos para su trabajo en las minas y en los obrajes.

Desde luego, conocemos que la España del siglo XVI era un Estado en construcción a partir de sus diversidades étnicas. Una España que aún no salía de la Edad Media con sus hechos, costumbres y pensamientos. También, que son múltiples los agravios que están registrados como la Leyenda Negra de España. Así mismo, es importante reconocer que también hay infinidad de hechos luminosos, sobre todo de los siglos XVII y XVIII –que debemos tener presentes y provienen de las culturas de España que nos enriquecieron y forman parte indiscutible de nuestra cultura y personalidad.

Ahora, con la polémica iniciativa, se trata de recuperar un diálogo, que no debe interrumpirse, promisorio de nuevas alboradas. Esta es la esencia de la propuesta del presidente de México Andrés Manuel López Obrador, que convoca al diálogo para asumir “un destino de encrucijada y encuentro”, como lo expresó Uslar Pietri, de la Venezuela hoy agobiada por el imperio y sus súbditos. Las vinculaciones con España y México nunca han dejado de existir, ni aun durante el inmenso drama de la Guerra Civil española, porque hay una comunidad histórica que demanda avanzar juntos, una oportunidad propicia con una visión de futuro.

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