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EDITORIAL

La crisis de Notimex

La crisis en Notimex, la agencia de noticias del Estado Mexicano es, más allá de lo anecdótico, pues involucra a personas públicas que en algún momento fueron aliadas y hoy se dan hasta con la cubeta, es la muestra más clara y reveladora del uso de las instituciones públicas para fines privados o partidistas. Hay entre algunos funcionarios del Gobierno de López Obrador un sentimiento de revancha, de reivindicación de sus demandas, muy similar que observamos en los primeros triunfos del PAN en los años noventa e incluso con la llegada a la Presidencia en el año 2000. La impronta ideológica es algo que se espera de cualquier Gobierno, pero respetar las instituciones de Estado es lo que da certeza jurídica y de futuro.

Notimex y los medios públicos se han convertido en instituciones de propaganda, como en los peores momentos del partidazo, lo que en sí mismo es un retroceso, pero también en trincheras personales desde las que algunos personajes dirimen sus animadversiones con otros colegas. Aunque es terrible, lo más grave no es que usen recursos del Estado para dirimir asuntos personales, sino que se obligue a los empleados de la agencia a asumir posturas, crear cuentas, atacar a comunicadores, como es el caso de San Juan Martínez –fehacientemente mostrado por el estudio de SignaLab del Iteso– o usar un programa en una televisora de Estado para defender a los cuates, como lo hizo Ackerman con Manuel Bartlett.

San Juana Martínez es ave de tempestades. Por donde ha pasado ha dejado conflicto. Se ha equivocado de punta a punta en el manejo de la agencia que hoy está en huelga, confrontada hacia el interior y con decenas de frentes abiertos hacia el exterior. Evidentemente el problema comenzó con el nombramiento: una periodista combativa y dispuesta al conflicto a la menor provocación no era evidentemente el perfil adecuado para manejar una agencia de información de Estado. Se decidió mal, no se actuó a tiempo cuando los empleados comenzaron a dar señales de que había problemas en la dirección, se dejó correr una huelga que pese a estar estallada se ignoró y hoy no parece haber más salida que la remoción de la directora con el costo político que ello tiene. Entre más tarden en tomar la decisión será mayor el deterioro de la institución y el desgaste del Gobierno.

Más de alguno pensará que es el momento de cerrar Notimex, que hoy en día las agencias de Estado tienen poca importancia y casi nada que aportar. Es una verdad a medias: las agencias nacionales hoy tienen la función de llegar allá a donde ni los medios ni las redes alcanzan a cubrir, pero sobre todo dar al mundo una visión, lo más neutral posible, de lo que pasa en el país.

Una agencia de Estado necesita visión de Estado y decisiones de Estado. Ahora sí que, parafraseando a Fito Páez, ojalá la 4T esté a la altura del conflicto.

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