EDITORIAL

Ante la vulnerabilidad

La pandemia que estamos pasando ha sacado de nosotros lo peor y lo mejor, el encierro afecta a cualquier ser vivo, no hay como negar que todos nacimos para ser libres, hoy que llevamos semanas de encierro y sentimos amenazado nuestro estilo de vida nos afloran sentimientos primitivos que teníamos “semi” guardados o al menos gran parte de la población.

¿Cómo explicar las acciones sorprendentes de muchos que arrastrados por la ceguera de la desesperación e ignorancia están actuando en estado de supervivencia?

Un puñado de pobladores queman el hospital donde se atenderán casos de COVID, se leía en una nota en las redes, era inverosímil sin embargo estaba sucediendo, “no te queremos en este edificio, no vuelvas” decía una nota pegada en la puerta del departamento de una enfermera, sus propios vecinos la exiliaron por trabajar en el sector salud, vimos como otra enfermera llorando reclamaba en redes sociales que en la calle personas la habían bañado en cloro, suponemos que para “sanitizarla”.

Qué posturas tan idiotas, ¿o no?, el encierro y la sensación de perderlo todo, como decía, han regresado a muchos a un estado de: “Que sobreviva el más fuerte”, o lo que es lo mismo “yo no quiero morir y no me importa ser irracional para conseguirlo”. Cómo es posible que alguien piense que es mejor atacar a los que nos están ayudando en el sector salud cuando lo único que se merecen son aplausos y agradecimiento, sin embargo sucede.

Y seguirá ocurriendo: la desinformación y el pánico, avivado en su mayoría por redes sociales, pero también, por criterios poco selectivos, son el mejor caldo de cultivo para cultivar la histeria. Asimismo, es mucho más sencillo difundir chismes, que información fidedigna. Por ello, los brotes de estupidez proliferan por todo el territorio nacional.

Acaso este no es el comportamiento que todos tenemos siempre, hoy nos sentimos débiles y vulnerables pero todo el tiempo somos como dioses a los que nadie puede tocar, andamos por el mundo orgullosos de ser humanos y devastando todo a nuestro paso, poniéndole reglas a la naturaleza tratando de dirigirla, abusando de ella, esclavizando a cuanto ser vivo que no es humano se cruza frente a nosotros. Los humanos siempre hemos puesto notas a los demás animales cuando no los queremos cerca, los ahuyentamos con agua hirviendo, los fumigamos para que se vayan de nuestras casas, les arrancamos sus casas porque no nos gusta estar cerca de ellos, los pensamos como invasores, cuando quienes cubrieron la vida con placas de concreto fuimos nosotros.

Ojalá y esta pandemia nos haga crecer, nos haga darnos cuenta que somos animales y que como todos los animales reclamamos nuestro lugar en este mundo y luchamos por nuestra existencia aunque no le guste a otros, quizás esta vulnerabilidad nos empatice con nuestras víctimas y cambiemos de rumbo, que tal vez no esta vez, pero la naturaleza siempre cobra factura y puede ser que la próxima no la libramos.

About Author

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil