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EDITORIAL

Lecciones de una crisis

El mejor paciente es el que no se enferma y la mejor enfermedad es la que no llega, la crisis sanitaria por el COVID-19 nos ha enseñado que la prevención es lo más efectivo para lidiar con problemas de esa magnitud, ahora, gran parte del mundo se encuentra en cuarentena con la consigna de no contagiarse y no contagiar. Salvando al mundo, pero más precisamente a nuestros sistemas sanitarios, nuestros sistemas económicos y, sobre todo, a las personas que en verdad necesitan de estos servicios por lo crítico de sus enfermedades, esto porque es mucho más barato prevenir que curar, porque nuestros sistemas de salud y las estructuras económicas no estaban preparados para el nivel de emergencia.

Otra lección que hemos aprendido es que hay cosas que no deberían ser parte de la lógica de los negocios, ya que el mercado no es un administrador justo y mucho menos un buen administrador de crisis. Conforme avanza la pandemia, los mandatarios, hasta los más creyentes del libre mercado, aprueban gran cantidad de deuda para catalizar las economías, para rescatar los sistemas sanitarios que, mientras colapsan ante nuestros ojos, nos hacen revalorizar su importancia y sobre todo, su publicidad (entendido desde lo público). Emmanuel Macron ha declarado que “lo que ya ha revelado esta pandemia es que la sanidad gratuita, sin condiciones de ingresos, de profesión, nuestro estado del bienestar, no son costes o cargas, sino bienes preciosos, unas ventajas indispensables (…) y que este tipo de bienes y servicios tienen que estar fuera de las leyes del mercado”1. La salud está por encima del mercado, la salud de la gente y la salud de nuestros ecosistemas.

Pero la pandemia también nos muestra que cuando la humanidad percibe el peligro de la crisis es capaz de hacer cambios sin precedentes, dirigir la cantidad de recursos necesarios para transformar estructuras que parecían monolitos inamovibles, que ahora están moviéndose. Nada es tan valioso como la vida ¡nada! Nada es imposible cuando lo que está en juego es nuestra supervivencia.

Tenemos la primer gran prueba encima nuestro, los expertos nos advierten que ya estamos viviendo una crisis sin precedentes, en magnitud y en impacto, la crisis climática ya está aquí y ya está cobrando víctimas y amenaza la supervivencia de nuestra especie y de muchas otras, aunque desde nuestras guarniciones urbanas a veces resulta como un mito. La buena noticia es que para esta crisis tenemos muy bien diagnosticada la solución, tenemos que reducir las emisiones de gases efecto invernadero y esta tiene que ser la década de la acción climática, de la reducción ambiciosa y contundente de gases efecto invernadero.

Lo mejor es que aún estamos a tiempo de hacerle frente, estamos a tiempo de prevenir y evitar que “la enfermedad climática” siga avanzando. Las crisis ponen a prueba a los sistemas, como al sistema social en este caso, y una vez superadas los transforman, en algo diferente, en algo más fuerte, esta es nuestra oportunidad para usar la enorme cantidad de recursos económicos que se disponen para salir de la crisis y transformar nuestras sociedades para adaptarnos y mitigar el cambio climático.

Estamos a tiempo, la pregunta es, ¿seremos capaces de entender las lecciones de esta crisis y trabajaremos para prevenir la crisis climática o seguiremos agudizándola como hasta ahora?

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