Más información menos rumor
Desde los inicios de la epidemia -ahora pandemia- los ciclos informativos en los distintos países se han centrado en cubrir lo que esta ocurriendo allá afuera. Mientras nosotros estamos encerrados en casa, periodistas alrededor del mundo están buscando información y contándonos lo que pasa. Hoy, más que nunca, la importancia del periodismo se pone en relieve. Article 19 ha señalado que el periodismo independiente, los reportes de la ciudadanía, el discurso público abierto y el libre flujo de información resultan indispensables en el esfuerzo global para contrarrestar el COVID-19.
Además, en estos meses algunos hemos reparado en el daño que provoca el ruido o la desinformación. En el informe Mentiras Virales: la desinformación y el coronavirus, Article 19 señaló que “El público alrededor del mundo ha tenido problemas para discernir entre hechos y ficción. Algunos han adoptado creencias o prácticas que profundizan los riesgos a la salud en lugar de mitigarlos. Entre los mitos que circulan en Internet y en otras partes hay afirmaciones de que el uso de secadoras de manos, el consumo de ajo y la ingesta de cloro pueden curar la infección, que los orígenes del brote residen en armas biológicas chinas o de Estados Unidos o en un siniestro complot de la Fundación Bill & Melinda Gates, y que un episodio de los Simpson de 1993 se predijo el coronavirus por nombre. Entre más falsedades mundanas, también figuran cifras exageradas de la infección, así como descripciones inexactas de las políticas de los gobiernos. Los investigadores han descubierto que la desinformación sobre el COVID-19 ha circulado mucho más que la información de fuentes acreditadas como la OMS y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades.”
La información es un bien codiciado en estos contextos y, como en todo, los más privilegiados tienen mayor acceso a ella. Finalmente, no solo por la falta de acceso a servicios de salud de calidad es que los pobres del mundo se vuelven también más vulnerables, también por la falta de acceso a la información de las medidas preventivas necesarias que deben de seguir y por las pocas opciones para adoptar las restricciones sugeridas por el Estado (no cualquiera puede encerrarse y dejar de trabajar) Las poblaciones más vulnerables siempre tienen que decidir entre la muerte por hambre o la muerte por una enfermedad.
No obstante, la historia nos muestra que en contextos de crisis los sistemas se pueden reformular y ser creativos. Tal vez es momento de pensar que la transparencia y la rendición de cuentas no solamente tiene que ver con portales de internet y tecnologías de información, si no también en explotar los comunicación social federal, local y municipal como un mecanismo de transparencia proactiva más que de promoción o propaganda gubernamental.
Ahora también nos toca repensar nuestra relación con el Estado y nuestra posición frente a él, ya que tampoco es sólo responsabilidad de los gobiernos asegurar que todas y todos estemos bien. En este contexto es cuando nos damos cuenta que nuestra vida depende de nosotrxs y aunque le queramos achacar a los gobiernos todas las culpas, somos los únicos que podemos protegernos y apoyarnos. Es decir, los gobiernos toman medidas duras o blandas, depende de cada uno y depende de cada etapa, pero somos nosotrxs quienes decidimos si seguir las recomendaciones que mayoritariamente nos dejarían fuera del riesgo, somos quienes decidimos apoyar a los vulnerables, también los que decidimos asumir y expandir el rumor, mantener la desinformación y dejar a un lado las fuentes autorizadas.