Editorial

El cobre y los medios

Una de las grandes virtudes políticas de López Obrador es convertir sus errores en aciertos políticos, enfrentar los problemas contratacando. Lo hizo la escasez de gasolina que convirtió en una cruzada nacional contra el huachicol, convenció a los mexicanos que ahí estaba la herida que desangraba a Pemex. Lo mismo sucedió con el tema del Culiacanazo: después de haber exhibido el cobre dando a conocer cómo fue la derrota que los llevó a tomar la decisión de liberar al Ovidio Guzmán, el Presidente arremetió contra los medios diciendo que ellos enseñado el cobre y mordían al mano de quien les quitó el bozal.

Vamos por partes y repartamos el cobre que le toca a cada quién.

Primero: Quién mintió y lo hizo flagrantemente fue el Secretario de Seguridad Ciudadana, Alfonso Durazo, quien aseguró que todo se había derivado de una acción fortuita. Esa mentira primera y básica es la que genera las contradicciones que vendrían después entre los miembros del gabinete y el propio Presidente. Se agradece que se haya abierto la información como se hizo ayer, pero hacerlo no fue un acto de transparencia voluntaria sino una decisión tomada después de que los medios exhibieron las incongruencias, las seis versiones distintas sobre un solo fracaso verdadero.

Segundo: El uso de eufemismos como “tropezón táctico” no ayudan a aclarar las cosas, por el contrario, dejan más dudas. Es totalmente cierto que no es la primera vez que se falla en el intento de detención de un capo, el más claro y sonado fue el 1 de mayo de 2015 cuando se intentó detener el “Mencho en Jalisco”, pero la novedad de este “tropezón”, y fue lo que los medios exigieron que se aclarara, es que se tenía detenido al objetivo y por falta de una buena preparación y coordinación se puso en riesgo a la población civil. Son demasiados muertos y heridos para un “tropezón”.

Tercero: Cuando todos los medios, incluso los que el Presidente creía cercanos, critican el operativo, y la lectura es “sacaron el cobre”, no hay más que de dos sopas: o hay una negación de la realidad, que no me parece que sea el caso, o Presidente está construyendo un enemigo político. Ayer, cuando ya no pudo contestar la andanada de preguntas de los reporteros, repitió la historia de Madero y la prensa fifí, que tiene mucho de cierto y un buen cacho de interpretación. Lo que los medios hicieron en este caso específico (que nada tiene que ver con la Decena Trágica) fue obligar al Presidente y a su equipo a dar información que de otra forma no habrían dado. Lo que vimos en estos días fue el resultado de una prensa haciendo su trabajo, una prensa que no “muerde la mano de quien le quitó el bozal” porque nadie, sino el esfuerzo y batalla de años de decenas de periodistas, otorgó esa libertad. Es al revés: si hoy López Obrador es Presidente se debe en alguna medida al trabajo profesional de esos periodistas que hoy tanto le incomodan.

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