Ante AMLO, la lucha del Comité ¡Eureka!
Si alguien intentara realizar una línea de tiempo basada en los registros gráficos de Andrés Manuel López Obrador, una de las estampas imprescindibles tendría que ser la ceremonia de proclamación de la “Presidencia legítima”, un acto simbólico de la resistencia al resultado electoral que él y millones de personas consideraron fraudulenta, celebrado en el Zócalo capitalino, al cobijo del escudo nacional juarista.
La imposición de la banda estuvo a cargo de la entonces senadora de la República, pero también de una de las personalidades con mayor autoridad moral, luchadora social hoy con más de cuatro décadas de presencia opositora, la señora Rosario Ibarra de Piedra.
Vale decir que las demandas de justicia y el reclamo al antiguo régimen por parte de doña Rosario, son anteriores al ingreso de López Obrador al PRI; que doña Rosario dedicó su trabajo político en la candidatura presidencial de 1982, cuando el hoy presidente de México, apenas surgía como cuadro destacado del priismo tabasqueño, coordinando la campaña a la gubernatura de Enrique González Pedrero y que, sólo se encontrarían seis años después en la coyuntura democrática que marcó el despertar mexicano.
Para 2006, doña Rosario acompañaba la candidatura presidencial de López Obrador y durante los años siguientes, hasta donde las fuerzas le permitieron, recorrió el país solidarizándose con movimientos sociales y reivindicando una y otra vez el “fraude electoral”, llamando a resistir al calderonismo y a prepararse para 2012.
“Las doñas” –como suele llamárseles con respeto y consideración a las madres del Comité Eureka entre el movimiento social—marcharon y protestaron en demanda de justicia durante el sexenio sangriento de Felipe Calderón, auténticas precursoras de los movimientos de desaparecidos que en aquel tiempo dimensionaba Marcela Turati, en una crónica magnífica que describía la incorporación de familias, con fotografías recientes, aumentando el contingente de las ancianas dolientes.
Poco a poco se fue retirando de la escena pública y Las Doñas fueron cada vez menos porque, ciclos acabados de vidas sin justicia, las alcanzaba la enfermedad o la muerte.
López Obrador reivindicó a Rosario Ibarra en su cierre de campaña presidencial de 2018, le otorgó su voto el 1 de julio de ese año y le dedicó el triunfo electoral. Habló de ella en diferentes oportunidades durante el período de transición y también como presidente de México… pero en los hechos, su gobierno desdeña a doña Rosario y su lucha.
Este 28 de agosto se cumplen 41 años de la huelga de hambre reprimida. Fue en la Catedral Metropolitana, de donde fueron desalojadas por esa Iglesia tan próxima al poder siempre. Pero Las Doñas se quedaron en las rejas y ahí permanecieron por 96 horas ininterrumpidas, hasta que las desalojó el Ejército.
El Comité ¡Eureka! emitió un comunicado ayer en el que observa la definición del presidente López Obrador por priorizar la búsqueda de desaparecidos, pero acusa los hechos que implican omisiones de sus funcionarios.
Con Alejandro Encinas sin tomar llamada (un caso más de los que acumula el subsecretario de Gobernación) para concretar su demanda de una “comisión de la verdad”, siguió la sutileza nivel 4T: la mañana del 28 de agosto, el Comité ¡Eureka! acudió una vez más al Zócalo para conmemorar aquella primera huelga de hambre realizada hace 41 años y pedir audiencia con López Obrador. No hubo desalojo ni Ejército represor, pero sí un sonidero del gobierno capitalino que elevó los decibeles hasta ensordecer su mensaje, inmutable en su determinación de callarlas, cortesía del secretario de Cultura, Alfonso Suárez del Real.