Un enemigo del pueblo
Todo populista precisa a un enemigo. Lo necesita para culparlo de sus problemas y fracasos, para unir y motivar a sus aliados ante un peligro externo. Para Donald Trump, “el verdadero Enemigo del Pueblo” son los “Medios de Noticias Falsas”, sí, con mayúsculas. Para Andrés Manuel López Obrador es “la prensa fifí”, esos medios “conservadores” y “neoliberales” que afirman que “se les está hostigando porque no nos gusta lo que escriben”.
El dramaturgo noruego Henryk Ibsen publicó en 1882 la obra Un enemigo del pueblo, en la que un médico, Thomas Stockman, es cuestionado por señalar la presencia de una bacteria contaminante en un balneario, principal atractivo turístico y motor de la economía local. “El enemigo más peligroso de la razón y de la libertad en nuestra sociedad es el sufragio universal” advirtió el protagonista, quien más adelante afirmó: “La mayoría tiene la fuerza, pero no tiene la razón.”
El presidente López Obrador podría haber tratado de ser el presidente de todos los mexicanos; no obstante, una y otra vez se refiere a “nuestros enemigos”, a los que se oponen a sus proyectos, a los que no tienen llenadera, a los que quieren mantener un régimen corrupto. Con la seguridad que da el poder declara: “Yo voy a seguir expresándome, manifestándome, denunciado todo aquello que considere ilegal, injusto, inmoral, todo lo que implique corrupción, les guste o no les guste.”
Agustín Velasco de Uno TV preguntó en la mañanera del 13 de marzo acerca de un estudio del ITESO de Guadalajara sobre “una red coordinada de simpatizantes del presidente, de usted, que han implementado estrategias para atacar a la prensa cada vez que sienten que se les está cuestionando de manera injustificada”. Artículo 19, “esta organización que defiende la libertad de expresión, publica también una opinión acerca de que esta red se está apoyando. de algunos youtubers, de algunos blogueros, que llaman a la prensa chayotera o vendida, y esto se adereza, además, con el discurso presidencial de llamar a la prensa fifí”.
“El que nada debe nada teme” respondió López Obrador a los reporteros en la mañanera y añadió: “¿O ustedes se sienten de la prensa fifí?” Una risa nerviosa recorrió la sala. Nadie levantó la mano, nadie quiere ser identificado con la despreciada prensa fifí, nadie quiere ser un enemigo del pueblo.
Detrás del ataque vino, por supuesto, el gesto de generosidad: “Nosotros no vamos nunca a faltarle el respeto a los medios, mucho menos a perseguir a nadie, a coartar la libertad de expresión, de manifestación de las ideas. Lo único es que sí vamos a ejercer nuestro derecho de réplica. Y es interesante que haya este debate, que se dé esta polémica, porque así yo creo que todo mundo actuamos con mayor responsabilidad, todo mundo.”
Los desplantes contra los medios, contra el enemigo del pueblo, no son nuevos. En un momento, quizá, se volvieron más sutiles. A la prensa, el enemigo, se le trataba con cuidado y se le compraba con publicidad. Hoy el presidente López Obrador quiere regresar al viejo PRI que desde el poder cuestionaba a los medios independientes y a un José López Portillo que declaraba: “No pago para que me peguen.”
Los tiempos han cambiado, es cierto. Los poderosos de hoy no necesitan a los medios tanto como antes. Para enfrentar a los Fake News Media, Trump tiene a Twitter y a Fox News. Para cuestionar a la prensa fifí, López Obrador cuenta con sus mañaneras. Quizá por eso es más importante que nunca asumir el papel de enemigo del pueblo.