editorial

Improcedente

El Presidente de la República debe saber que los Tratados internacionales que firma México adquieren rango constitucional.

En consecuencia, en México, por lo menos al día de hoy, la confidencialidad de las fuentes de los medios de información forma una parte integral de las libertades de expresión y de prensa, amparadas éstas democráticamente por nuestras leyes.

Tanto así que nuestra Suprema Corte ha sentado jurisprudencia -no puede ser de otra forma por lo citado líneas arriba- en este sentido y muy recientemente (2019).

Por esto es que la petición formulada ayer de que Grupo Reforma y los medios que lo integran le proporcionen la identidad de la fuente que dio acceso al borrador de la carta que el Presidente de México le envió al Rey de España solicitando una disculpa por la Conquista, resulta -como su carta- totalmente improcedente.

Pero no sólo eso, sino que se interpreta como un amago, una amenaza clara y abierta a la libertad de prensa y al ejercicio de la libertad de expresión en México. Algo de lo que, estamos seguros, la comunidad internacional estará tomando nota en detrimento de la imagen y la buena marcha de la Nación.

Además resulta agresivamente inapropiada la solicitud formulada por el Lic. López Obrador, pues constituye un claro factor inhibidor a las fuentes de todos los medios nacionales, uno que estamos seguros será consignado fuera de México en perjuicio de la imagen no sólo de México y de su Presidente, quien verbalmente le rinde pleitesía a los procesos democráticos, pero en los hechos se ha propuesto claramente conculcarlos.

Es tan obvia y flagrante la violación al derecho al anonimato de las fuentes de información dentro del ejercicio de la libertad de prensa que no podemos menos que sospechar que tal petición se formuló como una distracción, una cortina de humo, para desviarnos de otros temas importantes y cambiar el tema de la discusión entre la opinión pública.

¿Cuáles temas? Hay varios, uno de ellos es la revelación reciente de que el Gobierno mexicano suscribió un acuerdo con el de Estados Unidos para aceptar a los refugiados centroamericanos expulsados del vecino país del norte. Lo cual implicaría un actitud servil de nuestro Gobierno respecto al norteamericano.

Ligado a esto, pudiera ser también el runrún en la CDMX de que a principios del mes el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, le presentó su renuncia al Presidente, misma que no le fue aceptada.

O, igualmente, puede ser que el Presidente quiera cambiar el tema de hacia quién difundió la carta para que se deje de formular otra pregunta más sustancial: ¿quién la escribió? Dícese que fue su señora esposa, respetable dama, historiadora y autora de varios libros. Cabe dentro del campo de lo posible que a lo mejor el Señor Presidente no quiere aparecer ante la opinión pública nacional como susceptible a la influencia de su esposa.

Otra posibilidad de tema que se pretende opacar pudiera tener que ver con la mañanera anterior a la de ayer, en la que el Presidente amenazó a los gasolineros con ponerles competencia con gasolineras del Estado para que bajen los precios. Esta amenaza sonó medio despistada porque el Gobierno -vía Pemex- ya tiene muchísimas gasolineras y poner más resultaría un canibalismo parricida.

En fin, no especularemos más sobre los posibles temas que se pretenden opacar lanzando un petardo tronador para generar, como Alcibíades cuando le cortó la cola a su perro y lo lanzó en medio de la plaza, otra veta de críticas para que no se hable de temas controvertidos para él más críticos.

Establecido pues que legal y jurídicamente el descobijar nuestras fuentes resulta ilegal, y en consecuencia extralimitante a las atribuciones presidenciales, no se puede más que declinar en lo absoluto y tajantemente la solicitud presidencial de revelarle nuestras fuentes, algo que nunca hemos hecho y nunca haremos.

Respetuosamente, tanto a su investidura como a su persona, lo que se le puede responder al Señor Presidente respecto a su solicitud es lo siguiente:

Si no quiere que algo se sepa, no lo consigne con tinta en papel y lo mande al exterior.

Fuera de sus manos un tema como éste, escandaloso y medio fuera de lugar, no tarda ni un día en convertirse en comidilla.

Que no pretenda matar al mensajero por algo que él hizo, casi casi repitiendo el mantra de todos los malos gobernantes que lo han precedido: “El pecado no es errar, sino que se sepa”.

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