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Editorial…

AMLO y los bueyes

MONTERREY. Triple contra sencillo a que tras leer el título pensó que le iba a contar sobre la capacidad intelectual de ciertos personajes. Pues no, literalmente hoy hablaremos de vacas, cerdos, pollos… y bueyes.

Andrés Manuel busca la autosuficiencia alimentaria (producir lo que se consume) particularmente en cuatro productos: maíz, frijol, arroz y trigo. Metámosle la lupa al mexicanísimo maíz donde, para empezar, AMLO tiene razón.

México importa poco más del 40% del consumo nacional de maíz. En números redondos, cada año se utilizan alrededor de 38 millones de toneladas (mmT). Como la producción doméstica es de 20-22 mmT, entonces se importan unas 16-18 mmT anuales.

Pero el diablo -y los bueyes- siempre están en los detalles. Resulta que hay dos tipos de maíz con balanzas comerciales y usos muuuy distintos.

El maíz blanco es para uso humano, para hacer masa y obtener harina y sus derivados, por ejemplo tortillas. Y en este tipo México es autosuficiente. Se producen unas 21 mmT anuales y hasta se exporta un poquitito.

El maíz amarillo, en cambio, se utiliza para la producción industrial de almidón, frituras y hojuelas, y también para la alimentación de animales (cerdos, aves y ganado). De hecho, el uso principal -como 60%- es precisamente para alimentar a vacas y bueyes.

Es en este maíz donde tenemos un déficit comercial. Apenas se producen unas 3 mmT para un consumo anual de 16-17 mmT. La diferencia se importa, principalmente de Estados Unidos (EU).

Ya vio para dónde voy, ¿verdad? En el maíz, la autosuficiencia de la 4ª Transformación en todo caso serviría para que nuestras vacas y bueyes tengan el privilegio de no consumir maíz importado.

¿Cómo lo piensan lograr? Con la política setentera de dar precios de garantía. Le cuento que un precio internacional competitivo de una tonelada de maíz ya puesta en México es de unos $4,200 pesos. Bueno, pues AMLO la pagaría a $5,610 pesos a pequeños productores con plantíos menores a 5 hectáreas.

Un subsidio directo para agricultores no muy competitivos que digamos. La productividad media para el maíz en México es de 3.5 toneladas por hectárea. Y la de un ejidatario pequeño de Chiapas puede ser mucho menor, de 1 tonelada o menos.

¿Sabe cuánto es en Iowa o algún estado productor en EU? 10-12 toneladas por hectárea. ¡3 o 4 veces más que en México!

No es casualidad que el agricultor estadounidense tenga esta ventaja: sus plantaciones son mucho más grandes y están más tecnificadas.

Ah, y que no se me olvide: todo el maíz amarillo que importamos de EU es transgénico. Allá sí aprovechan los enormes beneficios en productividad y resistencia a plagas que da esa tecnología a la que aquí AMLO ya le cerró irracionalmente la puerta.

Aun si el límite a pequeños agricultores en los precios de garantía se implementase bien, es fácilmente sujeto a corruptelas. Como me dijo un empresario del ramo: “Dividirán parcelas entre familiares para recibir el subsidio”. Pues sí, es probable.

De una vez lo aclaro: estoy 100% de acuerdo en apoyar a los agricultores pequeños, particularmente los del sur. Pero habría que hacerlo inteligentemente.

¿Y sabe quién sí sabe cómo hacerlo? Poncho Romo. A mi me tocó hace más de 20 años visitar sus coinversiones con ejidatarios en Chiapas y Nayarit para plantar tabaco, cuando tenía Cigarrera la Moderna. Juntaba pequeñas parcelas para lograr escala, las tecnificaba y les compraba a sus socios un cultivo muy rentable. Y no sólo eso, Romo tenía Seminis, empresa líder en transgénicos. Entiende que a la tecnología no se le cierra la puerta, se le aprovecha.

AMLO sólo tiene que preguntarle a su jefe de Gabinete.

Lo más irónico es que en la parte agroalimentaria México no ha hecho tan mal la tarea. Basta decir que desde el 2015 el sector tiene un gran superávit comercial… y creciente. Hay buenas historias de éxito, como el tomate, aguacate, pimiento o los berries.

¿No sería mejor apoyar a agricultores pequeños para que se asocien y produzcan ese tipo de cultivos? Así ganarían muy buena plata. Ah, y sus utilidades no saldrían de su bolsillo o el mío (por los subsidios), sino del de algún consumidor internacional. Mejor que paguen allá, ¿no?

Posdata. Quisiera darle el beneficio de la duda a la nueva estrategia del combate al huachicol. Pero OJO, porque la solución final tiene que ser detener a los delincuentes y no dejar de utilizar el método de transporte más eficiente: los oleoductos. Como ya estamos viendo, esta “solución” es un total espejismo.

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