Disyuntivas y fracturas: el drama interno del Frente Amplio por México

Guillermo Arteaga González

El espectáculo político mexicano suele ser una combinación de realidad y ficción, de verdades a medias y de claroscuros que atormentan la esperanza de una democracia sólida y confiable, los acontecimientos recientes en el Frente Amplio por México (FAM) lo corroboran, desvelando una vez más las fisuras del sistema político actual y recordándonos que, a pesar de las pretensiones de cambio y renovación, las viejas prácticas persisten y corrompen el anhelo democrático.

No hace falta ser un experto en política para comprender la magnitud de la problemática que enfrenta el FAM, cuando surgen acusaciones de “chicanadas” y se insinúa la posibilidad de una escisión significativa, como la del Partido de la Revolución Democrática (PRD), es evidente que estamos frente a una crisis que trasciende el mero juego de intereses partidistas.

La acusación de los aspirantes marginados es grave, alegar irregularidades y manipulaciones en el proceso de selección es, en esencia, cuestionar la legitimidad de todo el proceso y, por ende, de la candidatura que resulte de este, es una denuncia que mina la confianza, no solo dentro del partido o la coalición, sino ante la mirada atenta del electorado.

Pero ¿cómo llegamos aquí? Es cierto que la formación de coaliciones y frentes políticos siempre ha sido un reto en el entorno mexicano, dado el histórico de intereses y agendas particulares de cada partido, sin embargo, el FAM prometió ser diferente, prometió ser una alianza en la que prevalecerían los ideales sobre los egos, en la que los intereses de México estarían por encima de cualquier ambición personal o partidista, pero las recientes discrepancias muestran lo contrario.

El núcleo de la disyuntiva parece radicar en una tensión entre lo que algunos perciben como un proceso transparente y democrático y lo que otros ven como una serie de maniobras oscuras destinadas a favorecer a ciertos actores, y aunque las investigaciones y auditorías internas pueden arrojar luz sobre lo que realmente ocurrió, el daño ya está hecho, el mero hecho de que existan tales acusaciones revela una falta de cohesión y confianza dentro del frente.

La posible salida del PRD es preocupante por varias razones, aparte de reducir el capital político y el alcance del FAM, señala una fractura profunda en la ideología y objetivos de la coalición, una fractura que, si no se aborda adecuadamente, puede dar lugar a una cascada de deserciones y descontento, aun que debe ser claro que el PRD, no es un partido que aporte mucho hoy en día, es un partido que se ha ido degradando en los últimos procesos electorales a tal grado de estar en riesgo su registro como partido político.

La real tragedia aquí no es solo la interna de un frente político, es la erosión continua de la fe del pueblo en el sistema democrático, cada vez que surge un escándalo de este tipo, cada vez que los actores políticos parecen jugar al juego del “sálvese quien pueda” en lugar de servir al pueblo, se refuerza la creencia de que la política es un juego de poder en lugar de un medio para el bien común.

El FAM tiene ahora la tarea titánica de reconstruir la confianza, tanto internamente como ante el electorado, pero esta no es solo una tarea del FAM, es un llamado a todos los partidos y actores políticos de México, es una demanda para que abandonen las viejas prácticas, las alianzas de conveniencia y los juegos de poder, y se embarquen en un verdadero proceso de renovación.

México merece líderes que entiendan que la democracia es un pacto sagrado con el pueblo, un pacto que no se puede romper por ambiciones personales o partidistas. Merece un sistema político en el que la transparencia, la integridad y el bien común sean más que palabras bonitas en un discurso: sean la esencia misma de la acción política.

La encrucijada del FAM es un recordatorio de que la construcción de la democracia es un proceso continuo, es una tarea que nunca se completa, pero que siempre vale la pena. Por el bien de México, esperemos que todos los actores involucrados entiendan la magnitud de su responsabilidad y actúen en consecuencia.

No queda más que esperar a que las piezas se acomoden MORENA se perfila a repetir al frente del gobierno federal, si bien se ha visto debilitado y no tiene el mismo poderío que hace 5 años, sigue guardando aceptación, el tiempo ya nos dirá como le va a este partido después de que Andrés Manuel López Obrador termine su mandato y se separe de la vida política del país, según lo ha adelantado en diferente oportunidades, desde este espacio solo aclamamos que la democracia y la voluntad de pueblo se impongan ante los intereses particulares y partidistas, no dejemos que la democracia de vea disminuida y hagamos valer nuestros derechos como mexicanos.

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