El teflón se le acabó
Raymundo Riva Palacio
La alineación de las estrellas cambió para el presidente Andrés Manuel
López Obrador en las últimas dos semanas, aunque todas las mañanas, de manera inexorable,
sale a dar la batalla contra todos. El viraje se dio con la matanza del 19 de
abril en Minatitlán, donde su indiferencia inicial ante un evento de alto
impacto en la opinión pública -un menor de un año fue una de las víctimas-, le generó
una fuerte crítica que marcó una inflexión en términos de opinión pública, que
hasta hace muy poco manejaba de manera positiva. Ese asesinato colectivo se
sumó a las persistentes críticas por el aumento a la gasolina y la cancelación
de las estancias infantiles, que ha transformado el ánimo de la gente que antes
lo recibía efusivamente en donde llegara, a expresiones de molestia y reclamos
que han hecho mella en el presidente, mostrándolo cada vez más irritable ante
las críticas.
La matanza de Minatitlán generó una intensa actividad en las redes sociales
desde el día en que se supo de ella, pero el presidente sólo se refirió a ella 48
horas después. El Índice GLAC registró entre el 19 y el 22 de abril 259 mil 86 menciones en las redes sociales y
los medios de comunicación digitales, donde el 64% hacían responsable del
asesinato a López Obrador, descalificando su respuesta ante la inseguridad y recriminándole
no ofrecer el pésame a los familiares de las víctimas. La mañana del 20 de
abril comenzó a aparecer el hashtag #AMLORENUNCIA, que fue tema de conversación
durante más de cuatro horas, hasta que fue neutralizado por
#AMLOElPuebloTeApoya. El primero contra el presidente fue alimentado por 25% de
bots -que es estándar-, pero el segundo tuvo que recurrir a 37% de bots, lo que
habla de cuánto tuvieron que invertir en recursos los defensores del presidente
para acallar las críticas.
Las redes sociales son un pulso del ánimo de la gente, pero sus tendencias
fueron gradualmente confirmadas por otros estudios. La encuesta de GEA-ISA de marzo sobre su
gestión de gobierno, puso a la seguridad como el tema de mayor preocupación de
los mexicanos (46%). La segunda de mayor interés fue el de la economía (35%),
que al sumarse mostraron que dos de cada 10 mexicanos están enfocados
únicamente en esos dos temas. Los indicadores de ambos muestran un deterioro
agudo.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que
depende del gobierno federal y toma sus datos de todas las procuradurías y
fiscalías del país, reportó que el primer trimestre de 2019 fue el más violento
en la historia de México, desde que se tienen estadísticas -en 1996-, y fue 9%
superior al primer trimestre de 2018. Esto da un promedio de 95 homicidios
diarios, superior a lo que se ha registrado en Venezuela, que está sumido en el
caos y la violencia, en el mismo periodo. El presidente López Obrador, sin
embargo, niega los datos de su propio gobierno. En su conferencia de prensa de
este jueves, dijo que los índices de violencia venían a la baja.
No hay ninguna evidencia de que esto sea cierto, salvo que juegue con las
estadísticas. Por ejemplo, en marzo se registró una ligera baja en el índice de
homicidios dolosos, pero con respecto al mes anterior, puesto que en el
comparativo con el mismo periodo de 2018, seguía al alza. El manejo de las
cifras puede ser engañoso, aunque se diga la verdad, como es este caso. López
Obrador lo hizo previamente cuando semanas antes aseguró que la violencia se
había contenido, al utilizar datos preliminares que después mostraron ser
parciales. El manoseo de la estadística y la participación de funcionarios en
diferentes oficinas, ha llevado a fuertes contradicciones dentro del gobierno.
La peor, por evidente, en el Plan Nacional de Desarrollo, donde se contradicen
las cifras de incidencia delictiva. Ciertamente, el juego con los números y las
frases no es algo inusual en el presidente.
El comportamiento de la economía es otro de los fantasmas que combate
prácticamente todos los días. Sin importar qué institución hable de un
crecimiento a la baja, López Obrador la descalifica mediante el calificativo de
“conservador” y de señalar a quien da a conocer su expectativa de crecimiento
como parte de sus “adversarios” que quieren que le vaya “muy mal a su
gobierno”. También minimiza con retórica pura. Por ejemplo, tras reportar el
INEGI el miércoles que el primer trimestre de este año había sido el peor
desde la crisis financiera global de 2009 -de la que Europa aún no termina de
salir-, dijo que la economía iba “requetebién”. Al comentar el reporte de El Financiero del subejercicio en el arranque de su
gobierno, sobre la base de los datos de Hacienda, dijo que no era subejercicio,
sino ahorros.
A menos que el presidente López Obrador sepa lo que nadie conoce en el
mundo, las dos variables seguirán en caída afectando su gestión y su aprobación.
La encuesta de GEA-ISA refleja un creciente rechazo al presidente y dudas sobre
su eficiencia. El 60% no lo creen capaz de gobernar y el 63% considera que no
será capaz de resolver los problemas. Su aprobación general está en 64%, que
sigue siendo muy alta, pero ya viene cayendo.