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AMLO y sus adeptos

Para los que creemos en las banderas de López Obrador, aun cuando no siempre estemos de acuerdo con la forma y el modo de desplegarlas, las entregas de dinero de David León a Pío López captadas por el video difundido son un verdadero batacazo.

Pero no hay que llamarse a engaño. León y Pío protagonizaron escenas que no dejan dudas de su ilegalidad. Los montos metidos en bolsas de papel exceden el límite de aportaciones en efectivo que permitía la ley en ese momento (poco menos de 7 mil pesos); por otro lado, David León no era funcionario pero sí consultor político del Gobierno de Chiapas, lo cual provoca preguntas legítimas sobre el origen del dinero. Y sobre el destino final, la irregularidad también es evidente: para ser utilizado en actos de campaña, como indica la conversación, tendrían que haberse registrado en los gastos reportados a las autoridades electorales. Más allá de estas probables violaciones, que serán objeto de una investigación, el sentido común es aún más contundente. Quien grabó los videos, sea con propósito de chantaje o a manera de seguro político, estaba consciente de que las escenas constituían un delito. Y no se necesita ser un genio para entender que uno de los dos que estaban en la mesa es el autor de las grabaciones (León, por lo visto). Otra cosa es saber quién filtró las imágenes a Carlos Loret; pudo haber sido algún allegado que los traicionó o un hackeo de los archivos digitales guardados, pero esa es otra discusión.

El tema está lejos de apaciguarse. En el mediano plazo seguirá su curso jurídico, en el corto plazo será objeto de una furiosa batalla en el que ambos bandos intentarán ganar la narrativa en la arena política. La oposición buscará equiparar este video con todos los anteriores para neutralizar los escándalos de corrupción que le ha dañado tanto; la Presidencia y lo suyos buscarán hacer control de daños y minimizar los hechos. Un affaire con muchos ángulos, de los cuales me gustaría resaltar dos por ahora.

Uno. La torpeza del equipo y de los parientes del Presidente. Más allá de la ética, lo cual no es poca cosa, lo que revela el video es una estupidez política inexplicable por parte de Pío López. Con los antecedentes de Bejarano y Ponce, ¿en qué cabeza cabe hacer un remake de aquellos videos pero ahora protagonizado por un López Obrador, así se llame Pío? ¿En qué estaba pensando?. Y del otro lado, ¿qué deducir del hecho de que el Presidente escogió para sanear al corrupto sector de las medicinas a un hombre capaz de traicionar a los suyos con una grabación clandestina?

Dos, ¿qué va a hacer AMLO? No es el fin del mundo pero hay costos políticos indudables: “todos son iguales”, no es el menor de ellos. La imagen de su hermano será utilizada en todas las campañas electorales de los próximos años. El Presidente puede intentar minimizarlo o ignorarlo, pero yo soy de la opinión que en el fondo está ante una oportunidad histórica. Su cruzada en contra de la corrupción en las altas esferas no será verosímil hasta que no la ejerza sobre alguno de su círculo íntimo; solo entonces los que no son sus partidarios entenderán que va en serio. Pero no es citando a Leona Vicario o a la Revolución para disculpar a su hermano como va a conseguirlo.

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