RUTH TAMAYO
La familia Terán, dedicada a la producción agrícola en Zihuatanejo, enfrenta cada día grandes dificultades debido a la falta de recursos, apoyo institucional y los problemas estructurales que aquejan al campo mexicano. En una entrevista, los miembros de la familia compartieron las adversidades que enfrentan en la siembra de cultivos como tomates, limones, pepinos y otros productos en su huerta de siete hectáreas. A pesar del esfuerzo constante, se ven amenazados por la carencia de equipos adecuados y el alto costo de insumos, lo que afecta gravemente su producción y su sustento económico.
“La bomba que tenemos no es suficiente. Necesitamos una de 3 pulgadas y 8 caballos de fuerza para poder regar correctamente”, expresó uno de los miembros de la familia. Sin embargo, los costos de estos equipos son elevados y la familia no cuenta con los recursos necesarios para adquirirlos. Además, las mangueras representan un gasto significativo, ya que un rollo puede costar hasta 4,000 pesos, lo que impide realizar un riego eficiente en toda su huerta.
A pesar de haber solicitado apoyo a diversas instancias gubernamentales, los Terán no han recibido respuesta alguna. También han buscado apoyo de políticos y autoridades locales, como lo hicieron con una diputada federal, pero los apoyos prometidos nunca llegaron. “El gobierno debería poner más atención al campo. Sin agricultura no hay vida, y sin apoyo, no podemos seguir”, manifestó la familia, subrayando que sin el respaldo adecuado, su futuro como productores está en peligro.
Otro obstáculo adicional es la falta de documentos legales que certifiquen la propiedad de la tierra que cultivan, ya que esta les fue prestada por conocidos. Esto les impide acceder a programas gubernamentales que podrían aliviar su situación. “Si el gobierno hiciera un censo para apoyar a los agricultores que realmente lo necesitan, estaríamos mejor”, sugirieron.
La situación se agrava por el alto costo de insumos, como fertilizantes, y la falta de un mercado local que permita comercializar sus productos. “El tomate y el chile que producimos se están perdiendo, no hay a dónde venderlos. Las tiendas del mercado traen productos de fuera a un precio más bajo”, lamentaron.
Con una producción diaria de entre 15 y 20 cubetas de tomate, y cultivos de limón, papaya, sandía, calabaza y melón, los Terán mantienen una agricultura diversificada. Sin embargo, dependen de una infraestructura básica que no pueden costear. Además, la tierra que labran no está registrada formalmente, lo que les impide acceder a programas de apoyo como “Sembrando Vida”.
Ante la falta de apoyo y recursos, la familia Terán hace un llamado urgente a las autoridades locales y federales para que pongan mayor atención al campo. “No podemos seguir adelante sin un verdadero apoyo. Necesitamos bombas, mangueras y fertilizantes. Y lo más importante, necesitamos que los productos del campo sean reconocidos y respaldados por el gobierno. Que se acuerden de nosotros, que sin los agricultores no hay comida”, concluyó la familia, esperando que su mensaje llegue a las autoridades y finalmente el campo reciba la atención que tanto necesita.