César Antonio Aguirre Noyola
“UN MARAVILLOSO RINCONCITO DEL PACÍFICO GUERRERENSE”
CAPÍTULO PRIMERO
E) ÁMBITO LOCAL.
Subida al cielo es un largometraje mexicano de 85 minutos de duración, filmada a partir del 6 de agosto de 1951 en los estudios Tepeyac y estrenada el 26 de junio de 1952 en el cine Mariscala. Los intérpretes son Lilia Prado (Raquel), Carmen González (Albina), Esteban Márquez (Oliverio Grajales), Luis Aceves Castañeda (Silvestre el chofer), Manuel Dondé (el candidato a diputado Eladio González), Roberto Cobo (Juan), Roberto Meyer (don Nemesio Álvarez y Villalbazo), Paz Villlegas (doña Ester), Beatriz Ramos (la parturienta Elisa), Paula Rendón (doña Sixta la madre de Silvestre), Víctor Pérez (Felipe), Gilberto González (Sánchez Coello), Pedro Elviro Pitouto (el cojo), Francisco Reiguera (el vendedor de gallinas Miguel Suárez,), Leonor Gómez (doña Linda), Manuel Noriega (el licenciado Figueroa y Lezama), Chel López (Chema el compadre de Silvestre), Jorge Martínez de Hoyos (el guía de turistas), Salvador Quiroz (Lucilo Peña el padre de Albina), Cecilia Leger (doña Clara la madre de Albina), José Muñoz (don Esteban el comisario), Diana Ochoa (la esposa de Manuel), Pedro Ibarra (Manuel), niña Silvia Castro, Victoria Sastre, José Jorge Pérez, Polo Ramos, Salvador Terroba, y la intervención musical del Trío Tamaulipeco.
La sinopsis del argumento se da de la siguiente manera: en un pequeño pueblo de la Costa Grande guerrerense, el joven Oliverio, recién casado con Albina, debe interrumpir su viaje de bodas a una isla solitaria porque su madre, doña Ester, está moribunda. La madre, preocupada por la codicia de sus otros dos hijos, Felipe y Juan, y por el futuro de su pequeño nieto Chuchito, vástago de una fallecida hija de la anciana, pide a Oliverio, su hijo consentido, que vaya al pueblo de Petatlán a buscar al licenciado Figueroa para que éste haga el testamento al gusto de la agónica. Oliverio aborda el viejo autobús conducido por el chofer Silvestre. Viajan con él la coqueta Raquel, empeñada en hacer el amor con Oliverio; el candidato a diputado Eladio, que desea a Raquel; y otros personajes. Después de varios incidentes (una pasajera da a luz en el camión, dificultades para cruzar un río, etcétera) Silvestre detiene el vehículo en un punto intermedio para agasajar a su madre en su santo, y ella ofrece una fiesta típica. Silvestre se emborracha y cede el autobús al impaciente Oliverio para que éste lo maneje hasta su destino. Raquel aborda el autobús con Oliverio y ambos hacen al fin el amor en el vehículo, bajo la tormenta, en el Puerto de la Subida al Cielo, lugar elevado y solitario. En Petatlán, el longevo licenciado Figueroa no acepta acompañar a Oliverio a su pueblo, pero le da instrucciones para hacer cumplir la voluntad de doña Ester. Al regreso, Oliverio encuentra a su madre ya sin vida, pero, conforme a las indicaciones del licenciado, y a escondidas de sus hermanos, imprime las huellas digitales de la difunta en los documentos testamentarios. Se supone que gracias a eso Chuchito sería propietario de una casita en la capital del país.
Los magníficos escenarios naturales casi vírgenes, que distinguían a la bahía de Zihuatanejo, la hacían muy atractiva y, según se relata en cierto opúsculo, fueron fuente de inspiración del compositor petatleco Ezequiel Cisneros Cárdenas conocido como “Cheque” Cisneros”. Alberto Cisneros, sobrino heredero de los bienes del artista, cita que Cerca del mar ha sido la más grande obra musical aportada por su tío, y coincide con el poeta Manuel Salvador Leyva Martínez al afirmar que dicha composición fue realizada en el año de 1948, inspirada por un amor verdadero, en la playa Principal, alfombra salina y cadenciosa del puerto.
Fueron varias las embarcaciones que se construyeron en Zihuatanejo, unas las utilizaban para la caza del tiburón, otras las usaban para la práctica de la pesca deportiva y otras más para el traslado de las personas que deseaban visitar la playa de Las Gatas y la Isla de Ixtapa.
Una de las primeras lanchas fue La Saeta propiedad de don Alfonso Palacios, canoa grande para realizar la pesca del tiburón, hecha de troncos de parota y provista con motor de centro. Hubo otras como La Esperanza, La Ondina y La Josefina, cuya dueña era doña Carmen Palacios Velarde, empleadas para descargar y cargar al María Martha y al Oviedo que navegaban transportando mercancías y pasajeros, regularmente entre Acapulco y Zihuatanejo. Una de las más populares fue la Mary Chary y parece que era de don Vicente Ávila. La Elba, propiedad del señor Alberto Castro, siempre fue fondeada frente al árbol de amate del hotel Belmar, esta embarcación después fue comprada por Alfonso Lara quien le rotuló el nombre de María Elena. También se recuerda la María Guadalupe, que pertenecía al ciudadano Pablo Reséndiz, y su patrón fue Francisco “Panchón” Martínez…
Sabia virtud de conocer el tiempo.
César Antonio Aguirre Noyola
Investigador en materias política y electoral.