(Misael
Tamayo Hernández, in memóriam)
La crisis viene. Aunque México sigue en fase 1, lo mismo
que el estado de Guerrero y la mayoría de las entidades del país, y aunque este
fin de semana se observó flujo de turistas a los puertos de la entidad, aunque
con una caída real de 34 por ciento según la Secretaría de Turismo; aunque por
el momento todo parezca normal, al grado de que el coronavirus de Wuhan parece
como una mentira, una película de terror tipo Zombies, que podemos disfrutar en
cualquier sala de cine, los epidemiólogos alertan que estamos por entrar a la
fase 2, cuyo pico mayor la podremos vivir en Semana Santa y de Pascua, mientras
que la fase 3 la estaríamos viviendo entre mayo y junio.
Por lo pronto, la iglesia Católica ya decretó la
suspensión de sus actividades litúrgicas y de tradición social para recordar la
crucifixión de Jesucristo, pero la decisión no se está acatado en todos los
municipios y comunidades, donde se siguen realizando las fiestas del pueblo,
con cuetes y bandas de chile frito, mientras el mundo se cae a pedazos y los
países viven incluso en toque de queda.
Pero la enfermedad parece poca cosa al grado de la crisis
económica que ya incubó a nivel internacional, merced a las cuarentenas y
cierre de puertos y aeropuertos en varios países del mundo. El último país en
sumarse a setas medias fue Cuba, que este fin de semana decretó la cancelación
de viajes para todo extranjero, excepto para ciudadanos y residentes, a fin de
contener la epidemia, pues ya registra 19 casos.
México aún se resiste al cierre de aeropuertos,
asegurando que eso no contendrá la pandemia, pues ya la tenemos en casa. Sin
embargo, la decisión es más bien de tipo económico, pues a estas alturas parece
más barato curar a los enfermos por coronavirus, que decretar el cierre de
amplios sectores económicos, así sea por unas semanas.
El presidente de la República, Andrés Manuel López
Obrador, aceptó ayer en Oaxaca que viene una severa crisis económica, por la
depreciación del petróleo, que a su vez es un efecto colateral de la epidemia
por coronavirus, pues el cierre de puertos y aeropuertos, así como la
cuarentena en países de Europa y por lo menos 3 entidades de Estados Unidos,
impactó en la reducción de consumo de derivados del crudo.
En ese escenario, la OPEP trató a inicios de marzo que
los países petroleros contuvieran su producción para no inundar los mercados,
pero ni Rusia ni Arabia Saudita aceptaron esa decisión. Los rusos amenazaron
con que a partir de abril reducirá sus precios, mientras que Arabia anunció que
en esa misma fecha producirá más de lo que debe, para saturar los mercados.
Luego entonces, al ser México un país que vende crudo, y
cuyas finanzas en parte dependen de esos ingresos, el impacto económico de la
caída del precio del petróleo lo recibiremos de lleno.
Si a eso le agregamos que le compramos gasolina a Estados
Unidos, y que nos la vende a precio dólar, moneda que ya supera los 25 pesos
por unidad, entonces es fácil entender el dilema que viene.
¿Qué haremos? La verdad no se sabe qué decisión tomará el
presidente, porque no se le puede cargar todo al pueblo, ni a los pequeños y
medianos empresarios. La alta clase empresarial tendrá que hacer su parte, así
como los banqueros.
Por lo tanto, el presidente tiene que convocar a un gran
acuerdo nacional para atravesar esta crisis, bajo las mejores condiciones y el
menor impacto posible. De no ser así, los mexicanos nos iremos a la cuarentena,
pero sólo los empleados del sector público tendrán sus sueldos seguros, no así
lo de los negocios locales, que ni de chiste podrían seguir pagando sueldos por
2 o 3 meses.
Otro asunto que debe resolver AMLO es el del Sistema de
Administración Tributaria, que en este momento está encima de los
contribuyentes por su declaración anual.
Lo conveniente es que todo se pare, incluyendo el pago de
servicios públicos, pago de impuestos locales y federales, y desde luego el
pago de créditos bancarios.
De otro modo, la recesión prevista se convertirá en una
gran crisis económica, pues al no tener dinero, la gente dejará de pagarle a
los bancos, estos caerán en bancarrota y pedirán un rescate.
La norma es: O todos coludos, o todos rabones. ¿Será?