EDITORIAL

México sí está recurriendo al endeudamiento

Una de las banderas que el presidente López Obrador agita de forma permanente es que su administración, a diferencia de las anteriores, no está recurriendo al endeudamiento para financiar sus programas de gobierno, entre otras razones porque la “austeridad republicana” le permite, casi, casi, “nadar en dinero”.

A contracorriente de tal afirmación, sin embargo, la información pública que proporciona el Banco Mundial indica que el actual Gobierno de la República ha tramitado no una, sino cinco líneas de crédito por un total de 2 mil 130 millones de dólares con dicha institución.

Para poner en contexto las cifras, vale la pena señalar que durante todo el sexenio de Enrique Peña Nieto nuestro país tramitó créditos ante la misma institución por un total de 2 mil 551.8 millones de dólares, es decir, una cifra apenas 17 por ciento mayor a la tramitada por el actual Gobierno de la República.

Más aún: durante los primeros 18 meses de su administración, el antecesor de López Obrador solamente tramitó ante el Banco Mundial tres líneas de crédito por apenas 395 millones de dólares.

Se podrá aducir, desde luego, que las circunstancias son distintas y que la crisis económica causada por el coronavirus justifica que el Gobierno Federal recurra al crédito internacional. Pero frente a tal afirmación habría que recordar que, al reconocer la existencia de un crédito por mil millones de dólares, la Secretaría de Hacienda afirmó que no se trataba de un financiamiento solicitado para atender la crisis provocada por la pandemia.

Adicionalmente vale la pena precisar que, de acuerdo con la información pública del Banco Mundial, tres de las líneas de crédito tramitadas por México -por un total de 1 mil 10 millones de dólares- fueron tramitadas mucho antes de que el coronavirus paralizara la economía nacional.

La primera de ellas, de hecho, fue pactada cuando el actual Gobierno de la República no cumplía siquiera cuatro meses de gestión, el 28 de marzo de 2019, e implicó obtener 400 millones de dólares que serían utilizados para un “proyecto de expansión de finanzas rurales”.

No se critica que el Gobierno de la República recurra al crédito para financiar el desarrollo nacional. Endeudarse con dicho propósito es una herramienta que no solamente no es condenable, sino que resulta deseable en múltiples circunstancias.

Lo criticable es que se mienta. Que se sostenga en público un argumento y después salgan a la luz las evidencias de que el mismo es falso, pues ello implica defraudar a los ciudadanos y, en el caso específico de este gobierno, convierte en burla su reiterada oferta de “no mentir”.

Parece claro pues que en este aspecto, como en muchos otros que se han documentado en los últimos 18 meses, el presidente López Obrador, o no está informado de lo que se hace en su administración, o miente a sabiendas amparado en el bono democrático que le sigue concediendo el ser considerado un político honesto.

ESTRICTAMENTE PERSONAL

La farsa del Conacyt

Raymundo Riva Palacio

El 23 de abril, en una de los circos vespertinos en Palacio Nacional, la directora del Conacyt, María Elena Álvarez Buylla, afirmó que para el 15 de mayo tendría listos 700 ventiladores, “ensamblados y listos” para soporte de los enfermos de covid-19 en situación crítica, con tecnología 100% mexicana. No sucedió, y 15 días después, ante la presión de los medios, tuvo que justificar sus mentiras con más mentiras, al afirmar que no había dicho lo que sí había dicho. Pero desde un principio, sabían los expertos cuál iba a ser el resultado.

La directora del Conacyt engaño a la nación y, a menos que estuviera consciente del timo, al presidente Andrés Manuel López Obrador. Tocó la música del régimen 

al impulsar la racional del gobierno que apela al nacionalismo, con propaganda y mentiras que, sin embargo, no tiene consecuencia política alguna para ella –y de hecho, para nadie de sus compañeros de gobierno-, porque no hay rendición de cuentas en esta administración para embusteros.

Invitada en abril a Palacio Nacional para que hiciera el anuncio, Álvarez Buylla, dijo que la dependencia a su cargo “asumió la responsabilidad de coordinar el diseño y manufactura de ventiladores 100% mexicanos”. Era mentira. El diseño y manufactura, de entrada, se iba a realizar con un diseño gratuito del Tecnológico de Massachusetts, al que se puede acceder fácilmente en internet, y había uno más que estaba preparando un mexicano. No se sabe qué está haciendo el Conacyt con este diseño y patente estadounidense, y del trabajo mexicano se sabe menos.

Pero aún si el diseño mexicano va caminando, no será tampoco 100% de contenido nacional. Otra mentira flagrante. La mayoría de las piezas para este tipo de equipo se fabrican en los principales centros industriales de equipo médico en Alemania, China y Suiza, de donde se importan para su fabricación en México –en las primeras semanas de la pandemia, por minimizarla la Secretaría de Salud, se vendieron los inventarios y no se guardaron equipos, como lo hizo el resto de las naciones-, y se ensamblan en plantas de multinacionales, en Zodiac que está en Chihuahua, y en Hitachi, que se localiza en Querétaro.

Una persona que la conoce se asombró cuando escuchó su declaración en abril, donde ofreció en breve ventiladores mecánicos invasivos, de alta calidad y seguridad biomédica a bajo costo, porque sabía que ni siquiera existía un prototipo del ventilador. Un experto en la materia dice que podría ser posible que los primeros prototipos se presenten durante junio, un mes después de la fecha que ofreció Álvarez Buylla para entregarlos “ensamblados y listos”.

“La pregunta obvia es cuál es el contenido de esos ventiladores”, dijo el experto, pensando en la justificación que habrá. “Me recordó la historia de los autos Lada soviéticos, orgullo nacional, bautizados localmente como ‘Kopek’, que fueron una copia calca del Fiat 124. La planta fue construida siguiendo los planos italianos bajo supervisión italiana”.  

El comentario refleja mucho lo que está sucediendo. La propaganda nacionalista al estilo soviético, difundida través de sus órganos de difusión –no había libertad de prensa ni se permitía la disidencia-, con falsedades tan grandes, que cuando el Kremlin ya no pudo sostener el ritmo del avance económico y tecnológico en el mundo, la Unión Soviética colapsó y se disolvió la federación de repúblicas en medio de la destrucción del modelo de gobierno. Álvarez Buylla está en esa lógica de chapucerías bañadas de nacionalismo, respaldada siempre, de manera contundente, por López Obrador.

La directora del Conacyt no tiene que rendir cuentas por las mentiras que dijo y las promesas, que de haber sido honesta, nunca debió haber ofrecido. No se sabe si lo que dijo fue por instrucciones de López Obrador, muy proclive a llevar a sus colaboradores a hacer afirmaciones insostenibles o promesas prematuras. Sin embargo, como el Presidente nunca se equivoca, alguien tendría que haber pagado por el incumplimiento de lo prometido.

Las palabras en esta crisis sanitaria deberían tener un valor superior y un costo mayor de probarse falsas, porque si engañó al presidente y a los responsables en la Secretaría de Salud sobre la posibilidad de tener rápidamente ventiladores, probablemente tomaron decisiones presupuestales y adquisiciones equivocadas en función de ese ofrecimiento. Si esto fue así, y el tiempo permitirá ir conociendo la verdad de este episodio, existe la posibilidad de que sus mentiras causen muertes. ¿Estará consciente Álvarez Buylla de la irresponsabilidad incurrida?

Varios altos funcionarios en el gobierno, involucrados en el tema del combate a la covid-19, probablemente no se han dado cuenta que sus acciones pueden estar blindadas en México, mientras se mantenga la fuerza de López Obrador, pero que el haber tomado decisiones de Estado que afectan a un grupo específico de personas, se abre la puerta para que una vez pasada la emergencia y se empiecen a revisar los resultados de las decisiones y las acciones, podría abrirse la posibilidad de juicios en tribunales internacionales por las políticas que provocaron la muerte de personas.

Esto no tendría nada que ver con el número de decesos ni con los pronósticos confusos que hay sobre la enfermedad, sino sobre acción-decisión-resultado. Deberían tener en cuenta este horizonte y dejar de mentir y engañar a todos. Si creen que en México pueden salir impunes, por algunos años así podrá ser. Pero nada es para siempre. Además, el camino a tribunales internacionales es una opción que se considerará y eventualmente, en función de lo que resulte al día siguiente del final de la crisis, y habrá quien tome la decisión de la denuncia internacional. Ahí no habrá más blindaje ni impunidad. Tampoco servirá la propaganda y las mentiras. Es mejor que rectifiquen y que vean en ese horizonte un freno para detener la palabrería y la irresponsabilidad.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

La pandemia se extiende hasta octubre, ratificó ayer López Gatell. Esto es algo que ya había dicho, por cierto, pero no sabemos leer los temas epidemiológicos. Y si a esto le agregamos que los gobiernos locales tampoco supieron informar en sus respectivas jurisdicciones acerca del comportamiento de la pandemia, entonces se entiende que los mexicanos estemos confundidos, desalentados e incrédulos.

Por ejemplo, Gatell siempre dijo que no había una sola pandemia, sino que son varias, tantas como pueblos haya en este país. Y para nuestro conocimiento, en México existen casi 2,500 municipios, algunos de los cuales en realidad son mega-urbes.

Por lo tanto, cuando el gobierno federal estuvo informando de la pandemia, desde que comenzó a finales de febrero, siempre partió de la realidad de la Ciudad de México y su zona conurbada, así como otras urbes del Valle de México.

Pero, en realidad, conforme el Covid-19 fue dispersándose por estados y municipios, entonces cada núcleo poblacional comenzó a vivir su propia pandemia.

En Acapulco, por ejemplo, se está a punto de alcanzar el máximo de contagios, y de ahí comenzará a bajar la curva. Pero epidemiológicamente hablando, el descenso de la curva tomará el mismo tiempo que el ascenso. Es decir, otros tres meses, lo que se cumple en septiembre.

La realidad en los municipios también es distinta, pues aunque Acapulco alcance su punto máximo, eso no significa que el resto de los municipios el comportamiento de la pandemia será igual. Cada núcleo poblacional, decíamos, tiene su propia lógica, dependiendo del número de habitantes, de sus actividades y de cómo la gente se comporte.

Una cosa es segura; la pandemia no se detiene. El confinamiento no es para detenerla, es para regular los contagios, a fin de que el sistema de salud esté en condiciones de atender a los enfermos.

Pero, la buena noticia es que también es seguro que la pandemia alcance un punto máximo de contagios, y comience su descenso, para quedar finalmente en modo de prevalencia, hasta que se halle una vacuna o una cura para la neumonía atípica que provoca el Covid-19.

Algunos expertos señalan que eso podría tomar 2 años. Otros, que puede ser hasta 3 años, de modo que hay que prepararnos mental y anímicamente para entender que tendremos que aprender a convivir con ese agente infeccioso.

Para ello, el gobierno está comenzando a capacitar a los prestadores de servicios turísticos, porque para reabrir el sector, se tendrán que adoptar nuevas medidas de protección para clientes y empleados, tanto en restaurantes como en hoteles.

Revisando las nuevas disposiciones, pues son extremas y lamentablemente no todos los establecimientos podrán cumplirlas, pues van desde el lavado mecánico de la loza (lavado en máquina), a temperaturas mayores a los 60 grados centígrados. Además, una vez lavados, los cubiertos se tendrán que embolsar individualmente, y entregarlos sellados a los clientes. Las mesas tendrán que sanitizarse cada que haya un servicio, y tendrán que estar separadas a metro y medio de distancia, o bien divididas con mamparas acrílicas, para que no haya contacto entre comensales.

Los empleados tendrán que portar cubrebocas, careta y googles, y cambiarlos cada 4 horas. Y los clientes tendrán que dejarse tomar la temperatura, entre otras medidas, como uso de gel, limpieza de calzado, etcétera.

Aparentemente, esto será fácil de cumplir, pero no es así. Primero, se necesitará de una disciplina estricta de parte del personal. Segundo, eso implicará un mayor costo en el servicio, y eso se reflejará en el precio de los alimentos y bebidas que se consuman en algún establecimiento público.

Todos los negocios que vendan comida o den hospedaje, tendrán que obtener su certificado “Punto limpio”, y eso implica la supervisión estricta de autoridades de salud, de reglamentos y de la propia Sectur.

Lo más grave es que salvo Acapulco y Zihuatanejo, el resto de los municipios con vocación turística en Guerrero carecen de las condiciones necesarias para cumplir todas las medidas de protección. ¿Cómo harán los enramaderos para cumplir con todas las disposiciones?

Además, se tendrá que usar plástico al por mayor, y eso echa por tierra la ley que prohíbe el uso de plásticos de un solo uso. Quizás la solución sea que cada quien lleve sus cubiertos al restaurante. O, como dicen los costeños: ¿Cómo más?

De verdad que no será fácil adaptarnos a la nueva normalidad. Ni siquiera tenemos idea de cómo volverán nuestros hijos a la escuela. Tal vez muchos ya no vuelvan, por miedo de sus padres a que se enfermen, o a que lleven los contagios a casa.

Y las autoridades, por su parte, tendrán que diseñar un estricto modelo de detección y control de casos. De lo contrario, volveremos a vivir la pandemia cada vez que nos descuidemos.

Salir de la versión móvil