(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
La semana que comienza arrancó con el destape del delegado
de gobierno en Guerrero, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros. El destape de su
aspiración por la gubernatura del estado la hizo el presidente municipal de
Azoyú, en la región de la Costa Chica, donde se celebró una reunión regional de
presidentes y legisladores de Morena, siendo el anfitrión el alcalde azoyuteco,
José Efrén López Cortés.
Bueno, en realidad eso fue de mero trámite, porque todos en
Guerrero sabemos que Pablo Amílcar es aspirante a la gubernatura, no hacía
falta un destape de parte de nadie.
En política, sin embargo, lo que no se expresa no existe. Y
es por eso se estilan los destapes y autodestapes, que también ocurren, para
decir “aquí está, sí va, si quiere”, o “sí voy, no me descarten ni me
desencarten”.
Claro, una vez destapados, ellos mismos se encargan de decir
que no, que no son los tiempos, que lo importante es cumplir con la encomienda
que en este momento tiene, que llegados los tiempos, si la gente los aclama
–digo, si la gente se los pide-, pues con gusto obedecerían la voz del pueblo.
Tanto se ha abusado de esta estrategia política, que ya nos
sabemos el libreto.
Bueno, al menos Pablo tuvo la decencia de esperar este año
para destaparse, pues los perredistas Carlos Reyes Torres y Evodio Velázquez
Aguirre, tienen desde el año pasado encarrerados. Y no comenzaron
reconstruyendo al partido, que tanta falta le hace, sino lanzando sus
aspiraciones y creando bandos a favor de sus proyectos. El partido puede
esperar, que al fin y al cabo ya está tan mermado, que la reciente encuesta de
la empresa Enkoll, únicamente 12 por ciento de la preferencia electoral, “si
hoy fueran las elecciones”.
Pero en cuanto a identificación de los electores con algún
partido político, únicamente 7 de cada 100 se identifica con el PRD.
En contraste, 35 por ciento se identifican con Morena, y si
hoy fueran las elecciones, siempre según Enkoll, 60 por ciento votaría por
algún candidato morenista.
Y para no variar, en el top ten de Morena en Guerrero
figura, prácticamente con un empate técnico, el senador Félix Salgado
Macedonio, por quien votaría 36 por ciento de los electores; y el delegado del
gobierno federal, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, con 34 por ciento.
Es decir, que estamos ante un empate técnico en Morena, que
será muy difícil destrabar.
Pero, no es lo mismo ser senador, un legislador de la
República, miembro de la Cámara Alta del Congreso de la Unión, que ser un
empleado del Poder Ejecutivo. Máxime cuando el presidente de la República,
Andrés Manuel López Obrador, quien ha puesto reglas muy claras para quienes
aspiren a algún cargo de elección popular: “Primero renuncien”.
Luego entonces, siguiendo esa regla del presidente, Pablo
Sandoval tiene contados sus días como delegado en Guerrero, pues de otro modo
no podrá cumplir con la norma y corre el riesgo de ser linchado políticamente,
y ser acusado de que usa los programas sociales para hacer campaña.
Quizás lo más sensato para él sea volver al Congreso local,
como líder de la bancada de Morena, o de plano esperar de aquí a septiembre,
que es cuando comienza el proceso electivo, y meterse de lleno a la pelea.
Sea cual sea su decisión, Pablo tiene un escenario complejo
delante de sí. En otros tiempos, estaría en el mejor lugar, pero en este
momento está en el lugar más peligroso, prácticamente una vitrina, y recordemos
que participar en política es como estar en la casa del jabonero, donde el que
no cae, resbala.