(Misael Tamayo Hernández, in
memóriam)
La Cuarta Transformación se desboca. Los problemas se
acumulan y el equipo del presidente no responde a las expectativas de este
proyecto nacional de gran calado, que está enfocado en el rescate de las
instituciones y en la restauración del Estado de Derecho.
Todo lo contrario, parece que los mexicanos votamos por un
proyecto político-económico muy diferente al que ha estado ofreciendo la Cuarta
Transformación, la cual en muchas tareas de gobierno francamente ha
decepcionado al electorado, por los pobres resultados, y porque poco a poco nos
damos cuenta que ser de Morena no es sinónimo de honestidad, cordura y buen
juicio, sino todo lo contrario, parece que los morenistas están olvidando para
qué fueron electos, y el escándalo los persigue.
En consecuencia, su popularidad disminuye mientras la
oposición avanza.
En la última semana, por ejemplo, dos hechos sangrientos
enlutaron al país. No es que sean los únicos que han sucedido, y
desafortunadamente tampoco serán los últimos, pero sí fueron los que más
permearon en la sociedad, como la gota que derramó el vaso, y que demostraron
en todo su horror el tamaño del reto del gobierno lópezobradorista en materia
de combate a la violencia, y el largo trecho que nos falta en la pacificación
del país, que a pesar de los esfuerzos del último año, con la creación de la
Guardia Nacional, el avance es demasiado lento y la meta se antoja
prácticamente imposible.
Y es que la pacificación del país pasa, según el proyecto
del presidente AMLO, por la desmilitarización de la guerra contra el
narcotráfico que diseñó Felipe Calderón Hinojosa y el establecimiento de un
real Estado de Derecho.
Pero con las instituciones podridas, no llegaremos muy
lejos. Por ejemplo, el caso de un jefe del narcotráfico de la Ciudad de México
apodado El Lunares, que en una semana fue dos veces liberado por un juez,
alegando errores de procedimiento, pese al historial delictivo del sujeto, es
un claro ejemplo de los verdaderos enemigos del gobierno actual.
De paso, está un pobre impulso al crecimiento económico, el
cual este año se espera tan sólo de 0.5 por ciento del Producto Interno Bruto
nacional, muy lejos del 2 por ciento prometido por la Secretaría de Hacienda y
Crédito Público, y muy muy retirado de la promesa de campaña de López Obrador
de crecer al 4 por ciento del PIB al cerrar el sexenio.
Esto último, hay que reconocer, es una de las cosas que más
le ha pegado a la gente, incluso peor que la violencia, a la que parece que ya
nos hemos acostumbrado, de una o de otra forma.
El bienestar prometido no se ve por ningún lado, y las
carencias en el sector salud, en hospitales y clínicas del Estado sigue siendo
una batalla de todos los días para los pacientes, incluso de los que cuentan
con seguridad social, pues todo estaba desmantelado y en ruinas.
¿Cuál es el resultado de todo esto? El desgaste para el
presidente y su partido, que es a lo que le apuesta la oposición.
Así tenemos la disminución del apoyo al presidente Andrés
Manuel López Obrador, reflejada en la última medición de Consulta Mitofsky.
A fines de enero, 57.6% de los mexicanos aprueba la gestión
del mandatario federal. Es decir, esto representa 9 puntos y medio menor que el
de febrero de 2019, cuando AMLO obtuvo su mejor nivel (67.1%).
¿Qué factores influyeron en esta disminución de popularidad?
El sondeo mostró que los principales factores fueron el aumento al salario
mínimo; el caos y confusión por el arranque del Insabi; el anuncio de hacer una
rifa para el avión presidencial; la amenaza de salud por el coronavirus, y la
falta de medicamentos para niños con cáncer.
Entre los jóvenes, de 18 a 29 años, AMLO tiene mayor
aceptación (65.6%). Por nivel de estudios, las personas con preparatoria o
menos son quienes más respaldan la gestión (59.3%), en comparación con quienes
tiene estudios de universidad o más (50.3%).
Y así sucesivamente.
No debe olvidar la gente de Morena, que el enemigo a vencer
no está fuera, sino dentro. Y que todo error que cometan, será capitalizado al
máximo por la oposición.