Ruth Tamayo Hernández
Autoridades deben asumir
compromiso con la libertad de expresión
“No
hay barrera, cerradura, ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi
mente”: Virginia Woolf.
Mis
estimados, este entrega tal vez les parezca poco interesante, pero quienes leen
este espacio comprenderán que me irritan las injusticias y peor que provengan
de ex funcionarios con antecedentes oscuros como la noche, porque los hay
aunque usted lo dude; hay funcionarios en turno y ex funcionarios que con sus
actuaciones pueden engañar durante su mandato a sus gobernados, pero no todo el
tiempo podrán mantener la mentira oculta. Hasta dice la sabiduría popular, que
nada hay oculto del cielo a la tierra que no sea revelado. El tiempo nos pone a
cada quien en nuestro lugar.
El
tema que nos ocupa es la demanda que hizo el ex gobernador de Coahuila,
Humberto Moreira, al periodista Sergio Aguayo Quezada. Moreira alude que en uno
de los artículos del periodista lo acusa de corrupción y en 2016 el ex
gobernador inicio una demanda contra el articulista, por daño moral, la cual el
pasado martes procedió y un juez civil de la Ciudad de México, autorizó
embargar las propiedades del académico si éste no indemniza con 10 millones de
pesos al ex gobernador coahuilense.
El
mismo martes, Aguayo Quezada tuvo que pagar a Humberto Moreira una garantía de
450 mil pesos, para que no lo embargaran.
El
hecho cimbró al medio periodístico del país; sin embargo, todo quedó en asombro
por tratarse de la demanda de un tipo mequetrefe como lo es Humberto Moreira. A
ver si no me demanda a mí, por decirle mequetrefe.
De
veras que no tenía humor de revelar esta trama, pero me sentí obligada a
decirlo, porque nosotros hemos vivido en carne propia injusticias oficiales más
graves que una demanda.
Sin
embargo, escuchando la Mañanera me pareció interesante ver a Denise Dresser, articulista
de Reforma, cuestionando al presidente, Andrés Manuel López Obrador, por esta
condena contra Sergio Aguayo, a lo que respondió el mandatario que el problema
de Sergio era legal, y que no podía intervenir.
Incluso,
arremetió contra Reforma, pues trae pleito casado el mandatario con los dueños
de ese diario.
Pero
lo interesante del diálogo entre Denise y el mandatario, fue que la periodista
puso al descubierto los hechos que debieron conocer los mexicanos y sobre todo
los coahuilenses, que aman tanto a su exgobernador Huberto Moreira, quien en su
tiempo los dejó endeudados de por vida.
Con
todo, lo que deben comenzar a hacer los periodistas es lo que hizo Denise:
tienen que asistir a las mañaneras para cuestionar al poder y defender la libertad
de expresión, aunque eso cueste ofensas, exhibiciones y humillaciones en las
redes, sobre todo de los nuevos “influencers” de los medios, que no son otra
cosa que blogueros de escritorio, gente que está hurgando en los medios para
imponer su propio criterio y opiniones, pero que no se les verá en las calles,
quemándose bajo el sol, reporteando (investigando) las noticias.
No,
las noticias las damos los medios formales, y ellos solamente se cuelgan del
trabajo de nosotros, para “opinar”, la mayor parte del tiempo sin criterios y
sobre todo sin el más mínimo respeto.
De
pie, señores periodistas, pues es su quehacer periodístico el cuestionar al
poder, los asuntos públicos y exigir a las autoridades que rindan cuentas a sus
gobernados; es decir, a sus jefes, porque el pueblo les paga y muy bien. Un
funcionario es administrador de los recursos del pueblo y si son corruptos, se
tienen que señalar las corrupciones del funcionario; no hay otra forma para
llamarlo, más que corrupto, porque eso es lo que es.
Además,
los tres órdenes de gobierno, si les queda un poquito de dignidad, deben
comprometerse con la libertad de expresión y respetarla, porque ésta no es sólo
un privilegio es un derecho constitucional.
Y
deben levantarse, señores periodistas; de lo contrario, con el caso de Sergio
Aguayo van a terminar de sepultar lo poco que quedaba de la libertad de
expresión.
Por
eso es ahora cuando hay que revelarse y exigir respeto, así sea el presidente
AMLO. No pueden seguir permitiendo que circulen videos en donde ofenden a
periodistas con palabras obscenas, unas palabrotas ofensivas contra los
comunicadores sólo porque cuestionan al mandatario y a sus funcionarios, o
porque exhiben las ocurrencias del presidente AMLO, porque es un chiste la rifa
del avión.
Pero
eso no le da derecho a ninguna persona de ofender de esa manera a los
periodistas; y peor, que algunos comunicadores le den me gusta y se tiren de risa.
No se vale, en serio. Les recuerdo que López Obrador, es un servidor público, aunque
sea el presidente de la República, no es intocable, y si la riega también le
toca parte, tiene que aceptar la críticas porque es figura pública, servidor de
la una nación.
Así
que dejen de ofender, señores, porque el mandatario sólo va estar el poder
cinco años y cacho, y los comunicadores van a seguir en su quehacer periodístico.
Bájenle de cerezas al pastel, porque no van a estar insultando al comunicador
cada que exhiba las ocurrencias del mandatario federal.
Lamentable
el circo que estamos viviendo. Por cierto, la rifa del avión sí es un show
genial. Les decía que fue grosera la humillación a Sergio Aguayo Quezada, sobre
todo por tratarse del repugnante tipejo que lo demandó, un sujeto cuya
corrupción como gobernador de Coahuila está probada, e incluso se le detuvo en
España, acusado de lavado de dinero.
Se
me hizo triste que ningún periodista de la talla de Sergio Aguayo, se haya
manifestado en apoyo del académico. Tampoco hubo periodistas jóvenes, los que
comienzan este peligroso andar, que hubieran defendido a Sergio Aguayo, porque
va de por medio el derecho a la libertad de expresión, garantía que ellos van a
necesitar en algún momento que se les respete. Y también las organizaciones
civiles que siempre se han servido de los comunicadores, también les comieron
la lengua los ratones, pues ninguno dijo esta boca es mía.
¡Ah!,
pero cuando matan a un periodista, entonces sí corren a hacer marchas con
banderas blancas exigiendo justicia. Pero ahora que se trata de defender a
Sergio Aguayo de una ingratitud comandada por un tipo con antecedentes oscuros,
como es Humberto Moreira, nadie levantó la mano, y esto aflige demasiado.
Pero,
pues el miedo no anda burro, se trata de ponerse con un tipo poderosísimo. Moreira
tiene mucho dinero y puede comprar conciencias con facilidad; además tiene el
poder a sus pies. ¿Qué canijos hace Sergio Aguayo contra ese monstruo? A decir
verdad, le salió barata la demanda a Sergio Aguayo, porque el dinero va y
viene, y la vida no, los muertos nada saben, pues antes los poderosos no
demandaban, sino que usaban otros métodos mucho más drásticos, mandaban a la
tumba a los periodistas que exhibían sus corruptelas, los mandaban a tres
metros bajo tierra.
Y
eso no es un secreto, sabe la sociedad de lo que son capaces los poderosos, de
eso y más, pero de un tiempo a la fecha cambiaron de método y les resultó bueno
el cambio, porque se defienden, lavan su imagen y además se enriquecen más de
lo que ya están.
Pero
también reza otro refrán, que no hay mal que dure cien años, ni pentonto que lo
resista. Bien pronto la vida nos pone a todos en el lugar que nos corresponde, así
sea usted multimillonario y poderoso, lo bueno que nadie se escapa de cosechar
lo que siembra. Y lo pagas aquí en esta tierra, no hay otra.
En
cuanto al presidente, creo que ahora sí se equivocó el mandatario. El caso
Aguayo es grave y planta un precedente siniestro para todos nosotros, la prensa
de a pie. Porque él habla de los “conservadores”, de los que están al servicio
del “conservadurismo”, pero son los menos. Los más somos los que nos la rifamos
diariamente en medio de serpientes y escorpiones, y duele que el mandatario se
deje llevar por rencores y no se mueva siempre por principios, como él afirma.
Defender
la libertad de expresión es su responsabilidad, y eso nos atañe a todos, no a
unos cuantos.
¡Feliz jueves para todos!