(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Tremendo reto tiene enfrente el presidente de la República,
Andrés Manuel López Obrador, con el Instituto de Salud para el Bienestar
(Insabi), que está en proceso de constituirse, aunque ayer todavía faltaban 11
gobernadores por firmar los convenios de colaboración.
El déficit de cobertura, de infraestructura y de recursos
humanos y materiales se antoja en este momento insalvable.
En la conferencia mañanera, se informó que hay un severo
déficit en camas disponibles para población abierta. El promedio es de 8 camas
por cada 10 mil habitantes, cuando el promedio mundial es de 18 camas por esa
misma cantidad de personas; es decir, estamos por debajo de la mitad de la
disponibilidad de camas, y de ahí las imágenes lacerantes de gente en los
pasillos de los hospitales, o en los jardines, o incluso en las áreas de
urgencias.
La otra realidad es la falta médicos y enfermeras en la
proporcional suficiente para dar una atención de calidad. La OMS marca la
necesidad de tener 44 personas por cada 10 mil habitantes y en México sólo hay
27.
A esto se deben las quejas de gente que dice que les
programan sus cirugías con meses de retraso, aunque se trate de casos urgentes,
que los hacen gastar en estudios que luego no sirven y se los tienen que volver
a hacer, y que aunque les den una cita para cirugías, nada es seguro, pues se
las pueden cancelar en cualquier momento, ya que dependen los hospitales
públicos de médicos que o bien tienen otro trabajo en el sector, en la docencia
o incluso atienden sus consultorios privados.
Por ejemplo, en cuanto a odontólogos y psicólogos en México
sólo hay uno por cada 10 mil habitantes o 12 de estos especialistas por la
misma cantidad de población.
En cuanto a los promotores de la salud únicamente se tienen
registrados 2.6 por cada 10 mil habitantes.
¿Qué tanto de todo este rezago podrá resolver el gobierno
lópezobradorista en los 5 años que restan de su mandato? Sobre todo si la
participación de los gobernadores no se da en el nivel que se espera, o incluso
si los mandatarios estatales boicotean el proyecto, como ya está sucediendo con
los gobernadores emanados del Partido Acción Nacional.
Si nos atenemos a lo que se ha informado, el Insabi
proporcionará los servicios de salud sin ninguna restricción, incluye todos los
padecimientos y los medicamentos e insumos que se requieran, incluso los que
generan altos costos.
¿Es posible lograr un modelo de salud universal en México?
El presidente ha dicho que varios países lo han logrado, como Canadá, Reino
Unido, Dinamarca, por ejemplo.
Pero estamos hablando de economías del primer mundo, porque
aún en Estados Unidos se tienen diferencias y desequilibrios graves.
En México, la pobreza en todos sus niveles y caras, así como
falta de empleo de millones de mexicanos, coloca a las familias en una
situación de alta vulnerabilidad sanitaria.
A eso agreguemos la corrupción, las mafias farmacéuticas que
están causando monopolios y cuellos de botella en el surtido de los
medicamentos, y que apenas recientemente se les ha estado denunciando.
Entra también aquí el control del sindicato de Salud, que
controla la vida interna en hospitales y clínicas, y que si bien es necesario
para vigilar los derechos de los trabajadores, también se ha convertido en un
lastre para el mejoramiento del servicio.
¿Y qué decir de las universidades públicas, que son la
plataforma de formación de los nuevos médicos y enfermeras? Ya lo dijo el
presidente, que no están cumpliendo con su chamba y, por lo tanto, anunció la
creación de una universidad de médicos, que ya se puso en marcha en la capital
del país.
En medio de todos estos números rojos, deficiencias y
modelos corruptos, está un pueblo empobrecido y cada vez más enfermo.
Por lo tanto, el presidente y sus colaboradores tendrán que
ser muy firmes a la hora de tomar decisiones, y encaminar el proyecto por
distintas rutas, para alcanzar resultados.