(Misael Tamayo Hernández, in
memóriam)
Feliz inicio de semana, amable lector. Usted, como yo,
gozamos de un buen fin de semana, cargado de memes y chistes por la propuesta
del presidente Andrés Manuel López Obrador para rifar el avión que compró
Felipe Calderón Hinojosa al final de su mandato, como regalo a su sucesor,
Enrique Peña Nieto.
Y no se necesita ser avezado en la política para entender
que ese regalito fue para endulzarle las manos al nuevo presidente, a fin de
que se hiciera de la vista gorda, cuando de investigar régimen calderonista se
tratara, sobre todo en cuanto a revisar el esquema de seguridad que derivó en
cientos de miles de muertes y decenas de miles de desaparecidos.
Así transcurrieron los 6 años del gobierno peñista, con
nuestro guapo presidente viajando en un verdadero “palacio en los aires”, en
palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien en campaña diría que
es un avión que no lo tiene ni Obama.
El avión presidencial no se pudo vender en el primer año del
gobierno actual. Se tuvo en Los Ángeles en exhibición, y sucedió cuando se
trata de vender algo superfluo: que los millonarios no quieren algo usado,
aunque esté bonito. Y que los pobres no quieren algo tan caro, aunque esté
bonito.
Fue así que se gastaron unos 30 millones de dólares en
servicios de mantenimiento y storage del avión presidencial, que tuvo que ser
retornado a México, donde el gobierno busca otras alternativas, entre ellas
subastarlo, y hasta rifarlo entre la población, desde la estructura de la
Lotería Nacional, vendiendo a 500 pesos el cachito.
Obviamente, de las 6 propuestas que hizo el presidente, fue
la rifa lo que hizo que los internautas se pitorrearan de lo lindo, llamando
loco y payaso al presidente, por decir lo menos.
Independientemente de lo que ocurra con el avión de Peña,
permítasenos revisar la parte de la burla y el odio de la gente, que se sumó a
la campaña de desprestigio sin discernir entre una cosa y otra.
Llama la atención la locura que estalló en las redes, a
partir de la locura de AMLO. En contra parte, las redes callaron cuando Felipe
hizo tan grosera compra, que también fue de locura para un país con 60 millones
de pobres, con índices de violencia nunca antes vistos, y que en este momento
se ha convertido en un estorbo no para el gobierno federal, sino para el
pueblo, porque esa nave se compró en abonos, y además se tiene que pagar un
costoso mantenimiento.
Si el presidente ya dijo que no lo necesita, ¿por qué no se
le toma la palabra, y se busca la mejor manera de deshacerse de ese avión? La
oposición se suma y señala que el avión debe usarse como ambulancia aérea.
Otros, que se transfiera a la Sedena. Pero ignoran que el avión tiene las
características de un Jet privado, que no sirve para ninguna de las labores de
un gobierno y mucho menos del Ejército. Es, como dijo el presidente, un palacio
volando. Una casa aérea, pues, que cuenta hasta con sala de juegos, por aquello
de que vayan aburridos sus pasajeros. Se diseñó para uso privado, no para su
uso institucional. Por lo tanto, el avión de Peña es innecesario y debe el
gobierno deshacerse de él, tratar de recuperar algo de dinero, y usar el
recurso para algo más útil.
Veamos números a la luz de los expertos: “Hasta la fecha se
han pagado 1,833 millones de pesos y faltarían por liquidar 2,724 millones de
aquí al 2027, nos guste o no. En total un costo superior a 4,500 millones de
pesos, que habrán de salir de los bolsillos de todos, por una decisión de
Felipe Calderón tomada en los últimos meses de su sexenio, con el propósito de
que su sucesor no se molestara en pisar los pasillos de un aeropuerto cuando
viajase al extranjero. En aquella ocasión algunos nos preguntamos si esa
generosidad del panista para con el priista fue una forma de comprar
beneplácitos e impunidades. ¿De qué otra manera se entendería pagar por un lujo
de esa magnitud sabiendo que no habrá de recibirse sino hasta después de
entregar el poder a su sucesor?”, reflexiona Jorge Zepeda Patterson.
Agrega: “Hoy que el avión se vende prácticamente nuevo pero
a mitad de precio no se encuentran compradores; y no se les encuentra porque,
en efecto, se trata de una aeronave absurda. Ningún jeque despilfarrador corrió
a aprovechar la ganga; ningún soberano de país rico se interesó por el tema. El
avión en realidad es incosteable para trayectos menores a cinco horas de vuelo,
lo cual significa que estaba destinado a viajes trasatlánticos, algo que un
presidente realiza en promedio dos o tres veces al año. Hasta el momento nadie
en el mundo ha encontrado sentido en adquirirlo; no obstante, por misteriosas
razones, Calderón consideró impostergable hacerlo a costa incluso de endeudar
al erario”.
¿Qué tal? Somos un país de locos: Toleramos a Calderón
cuando adquirió semejante y costoso avión. Y vapuleamos a López Obrador, por
querer deshacerse de él, cuando eso es precisamente lo que dicta el sentido
común.