Ruth Tamayo Hernández
Por la desintegración
familiar y descuido oficial, prosperó la inseguridad
“La
única medicina contra el sufrimiento, la delincuencia, y todos los demás males
de la humanidad, es la sabiduría”: Thomas Henry.
Mis
estimados, no cabe en el corazón y pecho las posibles consecuencias que
orillaron al niño del colegio Cervantes de Torreón, a cometer el crimen de
matar a su profesora, herir a otros, y luego suicidarse.
Los
datos que revela la Fiscalía de esa entidad son horríficos. Aclaro que la
entrega no es con la finalidad de satanizar a un menor muerto. Lo que pretendo
compartir con ustedes es que estamos bien cerca de que estos sucesos se repitan
en nuestro mutilado México, pues la inseguridad y violencia no cesa en el país;
y siendo sinceros no va acabar nunca este flagelo, porque los gobernantes tocan
el tema con pincitas, no se quieren fatigar.
Ya
ven, los diputados andan en todo menos en crear políticas públicas para
rescatar a los jóvenes, que por descuido oficial se fueron a engrosar las filas
del crimen y matan sin piedad.
Pero
el gobierno en sus tres niveles no ha querido corregir; son ellos los que
conocen las cifras de menores y jóvenes cuyos padres fueron asesinados y
quedaron huérfanos; otros padres están en la cárcel y esos niños están solos,
abandonados, crecen con rencor y su propósito es crecer para matar a los que
mataron a sus padres. Recurren a la droga, al cemento y thiner; ese es el
alimento de esos pequeños.
El
gobierno desatendió ese sector y en todo el país, no sólo en estados como
Michoacán y Guerrero. Según estadísticas oficiales, más del 90 por ciento de
los adolescentes que cometen actos ilegales son menores de edad, de entre 8 y
los 14 años. Y lo grave, es que el gobierno sigue buscando culpables de
semejante desdicha. No reconocen las autoridades que descuidaron a ese sector,
al cual debieron darle atención directa y oportuna, para que no fueran material
humano para los criminales, pero ningún orden de gobierno se puso el chaleco,
dejaron en completo abandono a los niños y adolescentes.
Debieron
preparar centros de atención especial para estos chicos, donde recibieran
atención psicológica, educativa y cultura. Si bien es cierto que no todos los
menores aceptan corrección, también es verdad que muchos jóvenes no quieren
seguir cargando un rifle y matando gente, pero no les queda otra opción, la
necesidad y otros problemas los orillan.
Aun
no conocemos las consecuencias que podría haber en adelante, con tanto muchacho
criminal en las calles, pues las cifras de ellos son altísimas.
Decíamos
que las autoridades siempre buscan culpables de su ineptitud, ellos nunca van a
aceptar su culpabilidad. En relación al crimen del colegio de Torreón, la
autoridad muy mona culpó al entorno familiar del niño, pues sus abuelos y
padres estaban involucrados en actividades ilícitas, y se presume que su madre
fue asesinada.
De
inmediato, organizaciones defensoras de los derechos humanos criticaron a la Fiscalía
de Torreón por las revelaciones que hizo del entorno familiar del menor, pues
expresaron que el niño fue víctima de la violencia que hace años azota al país,
que fueran mas cautelosos al dar la información del caso porque eran duras las
declaraciones.
Y
es que el gobierno siempre trata de salir adelante sin mancharse. Aunque fuera
verdad que los padres y abuelos del niño tenían historial criminal, el gobierno
no tiene cara para criminalizar a un menor de la forma que lo hace. Porque la
violencia en ese estado subió a niveles insospechados, dejando una estela de
muertos por todos lados; entonces, aun no vemos el total resultado de la
desidia oficial. Veremos mucho más.
Lo
cierto es que nuestros niños están en riesgo en este país, por una guerra que
nos envolvió a todos los mexicanos; y es necesario que cada quien tome la parte
que le corresponde para defender a nuestros hijos, pues la desintegración
familiar, pobreza, venganza e impunidad, entre otros factores, obligan a la
juventud a reclutarse al crimen.
Para
que entienda mejor lo que le digo, le cuento que en un reportaje presentado por
un medio nacional hace al menos dos años, se reveló que la mayoría de los
jóvenes reclutados en grupos criminales eran huérfanos, cuyos padres fueron
asesinados cuándo ellos tenían 5 o 6 años, y crecieron con la idea vengarse.
El
texto involucraba a niños violentados por el crimen y por violencia doméstica.
Los
datos son escalofriantes y desgarradores, y hablaba únicamente de algunos
municipios de Michoacán.
Ahora
pueden entender cuánto nos falta por vivir a la sociedad; sin embargo, sigo
creyendo que los padres podemos rescatar a los niños para evitar tragedias como
éstas a futuro. Les voy a compartir un poquito del artículo de la psicóloga
Esther Crissostmo, titulado “Violencia en los niños”. Le invito a leer el texto
en la edición de este miércoles. Ella da
lecciones que todo padre debe conocer; por ejemplo, ¿qué podemos hacer como
padres? Supervisar todo: habitación, teléfonos, tablet, mochila y ropa. “Invadir intimidad es entrar
al baño cuando hacen uso del sanitario, pero supervisar sus cosas no es invadir
su privacidad, es prevenir situaciones de riesgo con los pequeños”.
En
otro tema mis estimados, el director ejecutivo de la Organización Human Rights Watch
(HRW) para América Latina, José Miguel Vivanco, se fue con todo a la yugular
del presidente Andrés Manuel López Obrador, diciéndole que deje de escudarse en
la herencia recibida en materia de seguridad, que reconozca que su gobierno no
tiene compromiso de dar con los responsables de los crímenes en México.
Aludió
que existe un cuadro dantesco de masivas violaciones a los derechos humanos,
con más de 60 mil desapariciones y más de 5 mil casos en el último año, durante
el gobierno del presidente AMLO. “No vemos refuerzos ni iniciativas serias”,
repitió.
Agregó:
“Es difícil constatar progresos cuando uno comprueba que, por ejemplo, las
estadísticas de homicidios son de las mas altas registradas en México en la
historia reciente”.
Y
argumentó sobre los más de 32 mil asesinatos ocurridos en 2019. El ejecutivo de
HRW en América Latina, señaló al gobierno del presidente AMLO como un
empeoramiento en la “catástrofe humanitaria” que vive el país por la violencia
y el crimen organizado, una situación que no mejora, insistió Miguel Vivanco.
Y
presentó la exigencia de HRW para el mandatario federal con vistas a poner
solución a este desastre humanitario: La construcción de un equipo de
magistrados de “alta instancia”, dedicados exclusivamente a “investigar y
fallar sobre personas desaparecidas”.
¡Chispas!
¿Y esto con qué se comerá? Se divisa candente la orden.
En
otro tono, José Miguel Vivanco recordó al gobierno de mexicanos las estructura
en estados como Chile o Argentina en materia de desapariciones, un espejo en el
que podría mirarse México ahora que el gobierno reconoció que hay 61 mil 637 desaparecidos
en el país.
Hago
un paréntesis: Señor Vivanco, ninguna comparación con esos dos países,
relativamente pequeños, que nada tienen que ver con México, país que cuenta 127
millones de habitantes.
Es
muy complejo el panorama para cumplir con las metas de paz y seguridad, pues es
cierto que el gobierno federal tiene una deuda con los mexicanos en ese rubro, y
aunque ponen fecha y año para combatir la violencia e inseguridad en el país, el
tema no es de fechas, más bien es de decisiones. Y cuando se decidan, bien pronto
van a cumplir el objetivo, ¿qué no? ¡Feliz jueves para todos!