Ruth Tamayo Hernández
Con playas abarrotadas,
llegó 2020 a la Costa Grande
Mis
estimados, el filósofo romano Séneca, divide en tres tiempos la vida: en
presente, pasado y futuro. De estos, el presente es bravísimo; el futuro,
dudoso, el pasado, cierto.
El
filósofo habla del momento más seguro que es el pasado, pues ya ha sucedido; el
futuro puede variar y mucho; el presente es un tiempo breve que nos va a
conducir a uno y otro futuro.
¡Cuánta
razón hay en el argumento de Séneca! Sin duda, como sociedad tenemos que detenernos
a meditar en los tiempos difíciles que vivimos, sobre todo de inseguridad y
violencia, que son los que tienen al borde del colapso a miles de mexicanos y a
centímetros del abismo al México lindo y querido.
Sin
embargo, comienza un nuevo año en el cual deseamos que sea mejor que el pasado,
pero para que eso suceda es necesario que nos involucremos cada uno en la parte
que nos corresponde, que recapacitamos de los tiempos que vivimos, que son
terribles; y muchos anhelamos que el gobierno cambie, deseamos que no roben,
que gobiernen bien y sobre todo nos brinde seguridad, pues todos exigimos
seguridad. Y está bien, pues existe un artículo de la Constitución que obliga a
los gobernantes a brindar seguridad a sus gobernados; sin embargo, eso es una
falacia, porque ningún gobernante va a lograr semejante hazaña, si la sociedad
continua indiferente a lo que ocurre a su derredor; es bien necesario que cada
uno tome el timón de su barca llamada familia, y tome el control de la navegación,
pues más claro ni el agua.
El
gobierno nada podrá hacer contra la inseguridad y violencia, si la sociedad no
se involucra, pues al menos han transcurrido 14 años desde que ese flagelo comenzó
a azotar al país, y ningún gobernante ha podido parar los ríos de sangre que
han enlutado a cientos de miles de hogares mexicanos. Hasta parece que ninguna
autoridad puede con el paquete, pues no logra el gobierno someter a los
criminales. Entre más atrapan delincuentes, más se multiplican estos grupos, se
reproducen como los chamacuises.
Es
preocupante en lo que la inseguridad y la delincuencia han convertido al país, pero
lo grave es que hay datos que son familias completas, padres e hijos, las que
se fueron a engrosar las filas del crimen organizado.
Esto
es gravísimo, pues tristemente somos nosotros mismos los que hemos permitido
que siga avanzando la inseguridad y violencia.
Sin
embargo, no todo está perdido; podemos corregir el camino, por eso lo invito a
recapacitar en este inicio de año, que sus propósitos sean volver a los básicos
en su casa, que sus hijos crezcan felices y crezcan con valores, pues la
educación comienza en casa. Si todos tomamos la parte que nos corresponde, la
delincuencia no tendrá manera de fortalecerse de mano humana para seguir
matando, y menos con sus hijos.
El
gobierno nunca va a cambiar, los que tenemos que cambiar somos nosotros. Esos
cambios inician en el hogar, nunca es tarde para empezar, comencemos ahora.
Algo
cierto, mis estimados, es que los guerrerenses somos bien soñadores; incluso,
la mayoría de los mexicanos somos así, tal vez por eso se mantiene México como
nación preferida del turismo internacional porque los mexicanos somos soñadores,
bonachones y fiesteros a morir, aunque consigamos dinero para festejar hasta al
can de la casa, pues nomás queremos un motivo para hacer fiesta.
No
en balde abarrotaron los destinos de playa del estado de Guerrero los visitantes
nacionales, les valió un bledo la crisis económica, la cuesta de enero, la
inseguridad y violencia. Los visitantes nacionales volvieron a confirmar el
cariño y preferencia que tienen a los destino del estado suriano.
Ixtapa-Zihuatanejo,
Troncones, Barra de Potosí y Bahía de Papanoa, estuvieron al máximo de su
capacidad. Las playas lucieron esplendorosas, fue una temporada maravillosa y
lo más grato es que se tuvo saldo blanco; hubo algunos incidentes, pero no
graves, afortunadamente.
En
la ciudad y puerto de Zihuatanejo no podías transitar en las calles del centro.
Era impresionante ver tanta gente. Pero lo malo es que vino mucho visitante en
su automóvil y aquí torció la puerca el rabo, pues las calles del puerto son
muy reducidas y aparte muchos usan las avenidas para estacionarse, y eso agravó
el tráfico. Tardé una hora para poder salir del centro, pero aunque tardé me
sentí muy gozosa de ver tanto visitante, me sentí en otra ciudad, jejeje. De
por sí están bien reducidas las calles del centro en Zihuatanejo.
Aprovecho
para dar una recomendación a las autoridades locales: que hagan un plan para
evitar que se estacionen autos en las avenidas principales del puerto, pues ni
para decir que van a hacer calles aledañas porque no hay espacio. Así trazaron
las calles, las dejaron reducidas no imaginaron lo mucho que iba a crecer este
destino de playa. El puerto ya no es pueblerino, es una ciudad enorme; y la
hayan trazado como la hayan trazado, ya está hecho; entonces, hay que buscar
alternativas para preparar el lugar para siguientes temporadas, porque esto
refleja que el destino lo seguirán frecuentando los turistas.
También
deben pensar en poner en orden, para en caso de que ocurra un desastre, una emergencia
pues, y que la gente tenga que abandonar el lugar. Por ejemplo, si llegara a ocurrir
un sismo fuerte -que obvio no lo deseo, pero vivimos en un lugar altamente
sísmico y que ocurra es más probable a que no ocurra-; por lo tanto, es
obligación de las autoridades garantizar que en caso de emergencias la gente
sabrá qué hacer y, sobre todo, que tendrán rutas de evacuación seguras.
Las
autoridades municipales deben ver a futuro y diseñar un plan para desalojar las
avenidas principales, que ningún automóvil se estacione en las calles; porque,
en serio, es un problema grave y dicen los que saben que cuando pasan las cosas
pasan por algo. Que el embotellamiento que se hizo con la llegada de miles de
turistas al puerto, sirva a las autoridades locales para tomar medidas en ese
tema. Incluso en la Plaza Kioto muchos automovilistas que iban rumbo a La Ropa y
Paya La Madera demoraban mucho tiempo, pues eran demasiados carros y peor es
que había automóviles estacionados en ambos lados de las avenidas. Aunque había
oficiales de tránsito era imposible mover a tanta gente.
Con
todo, salió bien librado el destino de playa.
Aclaro,
antes que me quieran hacer jabón para bañar perros callejeros, que lo que
propongo es liberar las avenidas del centro de Zihuatanejo de automóviles; es
decir, que no sigan utilizado las calles del centro como estacionamiento, que a
nadie deben permitir estacionarse, ni a los turistas, esto para liberar el
tráfico y también para proteger a la gente en caso de una emergencia, pues si
llegase a ocurrir un desastre y queremos salir, será imposible hacerlo, pues es
muy reducido el espacio y todos quedaríamos atrapados. Por eso la
recomendación, no lo digo para afectar a nadie y menos al sector turístico; al
contrario, es para bien de todos.
En
lo personal, disfruté el momento pues me dio mucho gusto ver el puerto repleto
de vacacionistas, las playas se veían hermosas, en el mercado de plano no podías
entrar. Pero hay de todo en la viña del Señor, siempre hay gente negativa; me
refutaron algunos comerciantes que no fue la gran temporada como presumen, que
el año pasado arribó el doble de turistas que en esta temporada, y bueno, como
cada cual habla como le va en la feria…
Los
turisteros que visité y platiqué con ellos confirmaron que hubo mucho turista,
aunque ellos me explicaron que la primera semana siempre viene gente que en su
mayoría no trae mucho dinero, pero sí dejan derrama; la segunda semana viene
mucha gente con buenos recursos que no escatima para gastar. “Pero esa
temporada llegó turismo con mucho dinero, el primero de enero se van muchos,
pero esta vez llegaron a principio de año muchos turistas por aire y por tierra,
y este turismo trae billetes, gasta, luego se ve; estamos teniendo buenas
ganancias, nos recuperamos, ya ve que había estado flojo pues no circula el
dinero. El turismo extranjero esos sí gastan bonito y tenemos varios güeros en
Zihuatanejo. La buena racha tocó a todos los destinos, como bien dicen ellos,
que cuando hay dinero para Acapulco también hay dinero para nosotros, porque el
puerto hermano es la medida que nosotros tenemos: si llega turismo allá, seguro
que arriba turismo a nosotros, hay dinero para todos, fue muy buena la
temporada”, dijeron. ¡Feliz Año 2020!