(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Adrián LeBaron, junto con otros miembros de esta familia que
el mes pasado sufrió la desgracia de perder a varios de los suyos en una
emboscada en el norte del país, se reunieron ayer con el presidente Andrés
Manuel López Obrador.
Y lo que vimos es impactante: Adrián salió contento con la
investigación que se realiza, pero sobre todo fue cauteloso en dar
explicaciones a la prensa porque, dijo, es un asunto de mucho peligro, “incluso
para nosotros”.
¿Qué se le informó a los LeBaron que cambiaron de opinión
tan pronto?
Ellos estaban dispuestos a “echar chingadazos”. También
promovieron en una marcha en Estados Unidos que los narcos mexicanos fueran
declarados como terroristas, lo cual sería el preámbulo para que el gobierno
vecino incursionara en nuestro territorio con el pretexto de defender sus
intereses económicos y su soberanía nacional.
Los LeBaron, incluso, encabezaron una marcha en la Ciudad de
México, mientras que el presidente encabezaba un mitin en el zócalo capitalino,
para celebrar un año del inicio de su gobierno.
Los LeBaron fueron acompañados en su desgracia por panistas
vestidos de civil (por aquello de que no se les acusara de llevar agua a su
molino); y por perredistas inconformes con el gobierno lópezobradorista.
Asimismo, grupos civiles que se han caracterizado desde la campaña por estar en
contra del proyecto de AMLO, estuvieron presentes.
La marcha era de chile, de dulce y de manteca. Se juntaron
muy diversas expresiones y exigencias. Pero el hilo conductor o el pretexto
para asistir era el caso de la masacre de mujeres y niños de la familia LeBaron
en la frontera entre Sonora y Chihuahua.
Se escucharon voces como “Renuncia López”, y otros reclamos
contra la CNDH, el INE y la política de seguridad del país.
Un día después, sin embargo, todo cambió. Los LeBaron que se
reunieron con el presidente en Palacio Nacional, salieron por una puerta
alterna a donde los esperaba la prensa, sin decir palabra.
Solamente Adrián Lebaron atendió algunas preguntas, y dijo
que están contentos con la investigación, que ya hay detenidos de la emboscada
contra sus familiares, y que no podría abundar sobre el caso por cuestiones de
seguridad.
Lo que es más, agregó: “Estamos contentos con la
investigación pero no nos vamos a meter”.
Además, tienen programada otra reunión con el presidente en
enero próximo, para conocer de primera mano los avances de la indagatoria.
¿Eso fue todo? ¿Y las exigencias de cambiar la política de
seguridad? ¿Y el sainete armado un día antes? ¿Tanto ruido para tan pocos
resultados?
Se esperaba que en esa reunión los LeBaron le plantearan al
presidente su exigencia de cambio en la política de seguridad. Se esperaba que
junto con el morelense Javier Cicilia le hicieran manita de puerco al
mandatario federal, so riesgo de consumar su plan de llamar al pueblo a la
autodefensa, como han venido amenazando en las últimas semanas.
Se esperaba que, por lo menos, mostraran inconformidad
contra AMLO.
Al contrario, salieron “contentos”, “satisfechos” y anunció
Adrián LeBaron que van a esperar.
Esa es una buena noticia, de hecho. Porque por su doble
nacionalidad, los LeBaron tienen la capacidad de hacer que intervenga el
gobierno de Estados Unidos, pretextando ataques de uno de sus connacionales.
La otra posibilidad de lo que sucedió en esa reunión
privada, es que se les haya mostrado a los LeBaron su propio historial, que no
es nada limpio. Detrás de esa familia hay historias de violencia muy marcados
(incluso homicidios), tanto hacia dentro de la congregación mormona, como hacia
fuera, en contra de los campesinos que colindan con sus tierras, porque se han
venido apoderando del agua para sostener sus plantaciones de diversos cultivos,
que son de exportación.
Su protagonismo exagerado podría hacer que el gobierno abra
todos esos expedientes, y comience a revisar, por ejemplo, las concesiones de
agua, que según los campesinos afectados son ilegales y se obtuvieron bajo
corrupción de la Conagua.
Vaya usted a saber, amable lector. El caso es que los LeBaron
reculan. Se van a esperar, dijeron. Y, sobre todo, se van a callar sus
bravuconadas.
Como hemos dicho en este espacio, su desgracia fue terrible,
no se le desea a nadie. Pero ciertamente no son los únicos que han sufrido algo
así. Hay cientos de miles de hogares enlutados en este país, y lo que nos debe
de unir, está siendo utilizado para separarnos.
Cuidado, porque soplan vientos de guerra, y cualquier chispa
puede desencadenar escenarios peores.