Imperio Orbe se impuso por la mínima diferencia

ALDO VALDEZ SEGURA

Un gol fue más que suficiente para que el equipo de Imperio Orbe se echara a la bolsa los puntos que dejó la jornada número nueve de la liga infantil de futbol en su categoría poni al derrotar a Deportivo Diamar, duelo de alto calibre que se efectuó en el campo 3 de la unidad deportiva.

La redonda se puso en movimiento y los dos equipos quisieron imponer condiciones, por lo que se libró una batalla en medio sector, pocas fueron las oportunidades que se le presentaron a los delanteros para hacer daño, así que en ceros se fueron al descanso.

Para la parte complementaría, la misma tónica, nadie dejaba espacio, así que la formula fueron los disparos de media y corta distancia, pero tampoco dieron resultados, el delantero del equipo “purépecha”, Samuel Rosales, tuvo una clara y no la dejó ir, envió la pelota al fondo de la red.

Morena Mía, voy a contar hasta 10

Jorge Zepeda Patterson

Morena mía, voy a contar hasta diez podría decir Andrés Manuel López Obrador como Miguel Bosé en su ardiente canción. Al artista español su morena le provoca, le muerde y le destroza. A López Obrador su Morena le obedece ciegamente, pero justo por esa obediencia ciega podría convertirse en un problema, aun cuando él mismo tarde en darse cuenta.

La atropellada imposición de Rosario Piedra como presidenta de la CNDH en el Congreso no es el primero, y me temo que tampoco será el último, de los escándalos políticos en los que incurrirá el partido en su afán de cumplir un deseo del Presidente. Ahora mismo los diputados están entrampados en una controversia legal con tal de no modificar el proyecto de presupuesto enviado por Palacio Nacional y responder así al exhorto de AMLO de que sea aprobado sin modificaciones. El problema es que, al tratarse de una cobija estrecha, el presupuesto disminuye la cobertura a programas y necesidades claves incluso para algunas corrientes morenistas, particularmente en el agro y en los municipios. Tradicionalmente estas semanas de otoño servían para que el proyecto del ejecutivo fuese discutido y ajustado de acuerdo a los consensos de las fuerzas políticas. El grupo en el poder, antes el PRI ahora Morena, es un mosaico de diversas corrientes sociales, regionales y sectoriales que deben conciliar urgencias y necesidades. El presupuesto constituye un juego de suma cero en el que alguien gana lo que otro pierde. Las discusiones y acuerdos en las cámaras permiten anticipar conflictos y conjurar exabruptos políticos.

Impedidos de decirle que no al Presidente, las cabezas de Morena en el Congreso han intentado hacer pasar la propuesta de Hacienda sin ceder a las exigencias de diversos grupos. Es cierto que algunas de estas son verdaderos chantajes en busca de prebendas a los que AMLO se rehúsa a responder. Pero en otros casos se trata de necesidades y actores legítimos que no necesariamente comparten las prioridades del ejecutivo y buscan ser escuchados. No es de sorprender que muchos diputados, incluso morenistas, no estén aún en condiciones de conceder su voto para la aprobación. El resultado es que para efectos prácticos la Cámara de Diputados habría violado la norma legal que establece el 15 de noviembre como límite para alcanzar un acuerdo (que resolverán mediante la argucia de declarar en receso la sesión del miércoles 6 de noviembre, que terminará convertido en el día más largo del siglo: cientos de horas más tarde la votación final podrá atribuirse a la sesión de principios de noviembre y así cumplir con la ley en tiempo y forma. Surrealismo tropical, que le dicen).

Seguramente los líderes de las fracciones negociarán tras bambalinas, doblarán manos y voluntades y obtendrán un dictamen que deje contento al presidente, pero puede anticiparse que será un acuerdo pegado con alfileres y muy probables descosidos en los meses por venir.

Lo que se mueve dentro de ese saco informe y vasto que es Morena solo puede intuirse. Fuerzas disímbolas llegadas de todas partes; una babel política que incluye igual a luchadores sociales que oportunistas de última hora; ex priistas, ex comunistas y ex panistas; niños bien del partido verde y agraristas cardenistas. Una bolsa en la que caben Claudia Sheinbaum, Manuel Bartlett, Germán Martínez, Manuel Velasco o Tatiana Clouthier en el primer círculo de AMLO, algo que lo dice todo (algunos de ellos no son militantes formales de Morena). Un ejército improvisado que tiene generales de distintas procedencias pero carece de cuadros y correas de transmisión confiables. Una manta frágil construida con parches que parecen adquirir vida propia y someten al conjunto a un permanente jaloneo. Les une la lealtad al jefe máximo, en algunos casos dictada por la convicción en otros por la conveniencia, pero la lealtad al líder no imprime ni la identidad ni la disciplina necesarias al mosaico de fuerzas. Alcanza para instrumentar directrices puntuales del ejecutivo, pero no impide que se hagan trizas sobre todo los demás. Y la mejor muestra es la caótica elección en la que está empantanado el movimiento para renovar su dirigencia. Como es sabido, la disputa electoral entre la presidenta Yeidckol Polevnsky y Bertha Luján principal contendiente se ha dado entre mutuas acusaciones de marrullerías y violaciones al grado de obligar al Tribunal Electoral a suspender y postergar elecciones.

Morena fue el instrumento que López Obrador diseñó con un enorme talento político para llegar a la presidencia; pero para efectos de gobernar está resultando una maquinaria desajustada, improvisada, caótica. Es capaz de resolver instrucciones coyunturales del presidente aunque la mayoría de las veces atropellando y sin la disciplina o la sensibilidad para convertir en práctica cotidiana el ideario y las convicciones de López Obrador, pero sí para meterlo en problemas. Esperemos que esta relación no le lleve a cantar con Bosé: Morena gata, ay, me mata, me mata y me remata, vamos pa’l infierno.

Editorial

Evo y el espejo boliviano

Si para algo ha servido al presencia de Evo Morales en México es para sacar lo peor de las visiones extremistas. Los argumentos más autoritarios de la izquierda y los más racistas de la derecha; las ideas más antidemocráticas de unos y las irreflexivas de otros. Ni en largas horas de diván habrían salido tan claramente las contradicciones de los mexicanos no tan nítidas las sombras oscuras de nuestro país. Ha aflorado como nunca la ignorancia (la compañera Claudia Sheinbaum lleva la delantera en ese terreno con su comparación entre Evo y Merkel seguida muy de cerca por el líder panista Marko Cortés y su visión del asilo político) pero sobre todo se ha hecho evidente las ganas de no saber y la voluntad de imponer.

Cuando ante una situación compleja, como es la de Bolivia, solo vemos el lado que queremos, el que nos gusta o nos acomoda y negamos el resto de la realidad como mecanismo de defensa o incluso como forma de pertenencia a un grupo, lo que se produce es una visión distorsionada y absurda de la realidad. Destruir al otro, insultarlo, negarlo y negarle derechos porque piensa distinto es el camino más corto al autoritarismo.

Si para algo deberá servir la presencia de Evo en México y la experiencia boliviana es para no repetir los mismos errores de este personaje que es sin duda el líder más importante de sus país de los últimos años pero que terminó enamorándose de sí mismo y del poder que representaba hasta llevarlo a la exacerbación del autoritarismo antidemocrático. Así como estoy cierto que el triunfo de López Obrador nos alejó de un escenario como el que está viviendo Chile y la esperanza en un cambio de modelo despresurizó la inconformidad social que venía creciendo aceleradamente y muy probablemente habría reventado si Meade o Anaya hubiesen dado una vuelta más a la tuerca del sistema de privilegios que se venía gestando, las actitudes de algunos de los líderes de Morena y del propio Presidente nos pueden acercar al escenario boliviano: poner el proyecto de país -estemos o no de acuerdo con él- por encima de las instituciones democráticas, que son las que nos permiten procesar civilizadamente las diferencias, no hace sino incrementar la tensión social.

Hay que tener prisa en el combate a la injusticia y la inseguridad, pero ser muy cautos en las transformaciones institucionales. El espejo boliviano debe servirnos para ver los riesgo que implica polarizar. La polarización privilegia el desacuerdo, simplifica los argumentos, anula la inteligencia, pero sobre todo pone en jaque a la democracia que tiene sentido sí y solo sí la usamos como un mecanismo de construcción de lo común y no de destrucción del enemigo.

SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

En este inicio de semana, amable lector, conviene reflexionar acerca de todos los cambios que se han venido consolidando en lo que ya se conoce como la Cuarta Transformación del país, y que vienen a modificar de manera radicar lo que habíamos estado viviendo en todos los ámbitos.

Por supuesto que todavía falta que esos cambios que ya se hicieron en el ámbito legal, comiencen a ejecutarse en la vida cotidiana, para decir que ya estamos en el carro de la Cuarta Transformación; de lo contrario, como opinan los politólogos, esto será un mero slogan de campaña y de gobierno, que morirá cuando en 2024 AMLO entregue las riendas del país a su sucesor, que puede no ser de Morena, aunque el pronóstico aún de la oposición es que con este gobierno pasará lo que sucedió con el PAN, que ocupó la presidencia por 12 años, dos sexenios, aunque de manera forzada porque hay que recordar que en el caso de Felipe Calderón, se recurrió a artimañas electoreras y, además, éste fue sostenido por el gobierno de Estados Unidos a cambio, como ya lo vimos, de que combatiera a los cárteles de la droga en nuestro territorio, aunque realmente esa guerra que ha cobrado tantos muerto no nos correspondía a nosotros.

Tras 13 años de masacres, no hay cambios. Al contrario, estamos peor, pues tenemos cárteles del narcotráfico mucho más violentos y empoderados, gracias precisamente a que una vez que Felipe Calderón se puso la casaca militar, el gobierno vecino comenzó a activar su industria armamentista, armando a los dos bandos, gobierno y delincuentes, y es hora que México se debate entre un gobierno con instituciones débiles, corrompidas e infiltradas, y el poder fáctico de los grupos delincuenciales, armados hasta los dientes, pues mientras se les combate de manera infructuosa en México, en los Estados Unidos se les permite hacer grandes negocios.

Con Enrique Peña Nieto, la meta ya no fueron los cárteles, demostrando que no era eso lo que buscaban con Felipe, sino solamente envilecer al país, para que se debilitara la fuerza social de México, que está en su gente. Pero con una sociedad violentada, abatida, horrorizada, entonces la reforma energética fue posible, pese a que se hizo violando la Constitución, pues tratándose de un asunto de seguridad nacional, como es el caso de los energéticos, se debió consultar al pueblo.

Entonces, ahora vamos viendo el hilo de la desgracia de este país, lleno de recursos naturales, pero tan cerca del imperio mundial de los Estados Unidos, cuya hegemonía depende del petróleo, el gas y en general de todo lo que mueva la planta productiva.

Entonces, ya consumada esta exigencia, Peña Nieto se dedicó a padrotear en su gobierno. Ya no había nada que hacer, más que nadar de a muertito. Bueno sí hizo algo peor que entregar los recursos petroleros a los gringos, y esto fue someter al pueblo a un régimen fiscal muy agresivo para sustituir los impuestos del petróleo, por impuestos al consumo de los energéticos, sobre todo gas, gasolinas, diésel y electricidad. Fue lo que se llamó el “Gasolinazo”.

Y para 2018, ya con el desconecto social encima por el encarecimiento de la vida, se permitió a Andrés Manuel López Obrador llegar a la presidencia. Ya no había mucho que cuidar, pues aunque éste quisiera echar abajo la reforma energética, le es imposible, ya que se trata de contratos internacionales que de eliminarlos llevarían al país al despeñadero.

AMLO en realidad fue utilizado para calmar al “tigre”, y de hecho así lo dijo él mismo en una convención bancaria desde Acapulco, ante los barones del dinero: o permitían el voto libre y secreto del pueblo y aceptaban la voluntad ciudadana, o les dejaría suelto al tigre.

Por lo pronto, el tigre está calmado. Pero alguien sigue azuzándolo y para eso es necesario que los cambios prometidos se aceleren, pues al no ver la gente resultados, comenzará a buscar culpables, a reconsiderar su voto, y a tratar de volver al pasado, cuando al menos tenían la ilusión de una falsa bonanza, basada en un paulatino e insostenible endeudamiento.

Podemos decir que a AMLO le dejaron el gallo muerto, para que lo acabara de pelar.

Ayer, desde la Yesca, Nayarit, el presidente llamó a la unidad. No podremos remontar la crisis que vivimos, si nos dividimos y si escuchamos las voces que una vez nos llevaron a una terrible guerra fraticida, hasta convertirnos en un país de muerte y miseria.

AMLO está comenzando otra gira como la que acaba de terminar por las instituciones de salud del IMSS, y será para visitar a los pueblos indígenas.

El fin de semana estará en Tlapa y Chilapa, en Guerrero, para anunciar cambios e inversiones, para escuchar a la gente, y para ir cumpliendo con estos pueblos sus promesas de campaña.

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