(Misael Tamayo Hernández,
in memóriam)
Proponen meter a prisión a familiares que abandonen a
adultos mayores. Es una propuesta de los diputados, que ojalá se concrete
cuanto antes.
La verdad, lo leo y no me la creo. Hace mucho tiempo que los
legisladores debieron hacer esto, porque desde hace años a la fecha es una
práctica común que los ancianos sean abandonados incluso por sus hijos, o
utilizados para pedir limosna, o para trabajar incluso enfermos.
Si se enferman, no los curan, no los procuran, les niegan
alimentos, los despojan de sus propiedades y los confinan a rincones
malolientes, o hasta viven entre los animales. Permiten que los nietos les
falten al respeto, que los golpeen, incluso que los maten.
Los usan de nanas, les dejan a criar a los hijos, sin
pagarles un solo peso.
Para quienes vivimos de las redes de información, estas
historias son harto frecuentes. Pero desafortunadamente no hay nada que obligue
a los hijos a velar por sus padres y abuelos ancianos, salvo las normas que
rigen a los DIF, que a su vez hacen las veces de tutores de los menores y las
familias.
Pero no hay nada concreto para los ancianos, que habiendo
dado su vida productiva para criar a las nuevas generaciones, terminan
enfermos, abandonados, repudiados por hijos y nietos.
Hay casos tan brutales, que los amarran para que no se
salgan. Otros se pierden cuando la mente les falla por el Alzheimer, y un
sinfín de penurias que padecen los ancianitos de México.
Por mucho tiempo, la unidad familiar sostuvo a este país. Nos
enorgullecíamos de que los Tatas eran los jefes de las familias. Y una vez que
envejecían, los cuidábamos con esmero. Los familiares se turnaban para
cuidarlos, hasta darles el buen fin, como decían ellos. Hasta que colgaban los
guantes o entregaban los zapatos, en palabras de los buenos boxeadores.
Mientras que en Estados Unidos y Europa se construían asilos
de ancianos para confinar a los adultos mayores ya incapacitados para trabajar,
segregándolos de la vida familiar de una manera cruel, los mexicanos nos
jactábamos de cuidarlos, siendo ellos parte importante de la familia.
Eso nos hacía fuertes como país. Pero poco a poco esos
valores se han ido perdiendo, al grado de que hoy se necesita una ley para
frenar los abusos de los hijos ingratos contra sus padres y abuelos.
Así debemos llamarle a esa ley que los diputados locales
están proponiendo, para evitar el abandono y maltrato de los adultos mayores, la
“ley de los hijos ingratos”, y que el cuidado de los viejos deje de ser parte
de la buena voluntad de alguien y pase a ser una obligación legal.
Y es que si los padres dejan de mantener a los hijos, ¿qué
no harán con sus padres?
Así como se crearon leyes para proteger a los hijos y
procurarles manutención, cuidados, salud y educación, así también debemos
proteger legalmente a los abuelos.
Al contrario, todo lo que parece importar de los viejos son
las herencias. Hasta las cazuelas viejas se andan peleando a la hora de que
mueren. Y si los cuidan, es por interés. Conocemos casos en donde un hermano se
queda al cuidado de su padre o madre, pero no por amor, sino para aprovecharse
de ellos para que les firmen los papeles de los terrenos propiedades, y para
ellos impide a los demás hermanos y parientes que se acerquen.
Estos chacales deben ser encarcelados y que les sea quitado
lo mal habido.
La sanción que proponen los diputados es sancionar con 3
meses y hasta 3 años de prisión a quien abandone a una persona mayor de 65 años
en situación de enfermedad o incapacidad física, que le impida valerse por sí
misma.
La propuesta es de Morena, concretamente del diputado Marco
Antonio Cabada Arias, quien propuso una iniciativa de reformas al Código Penal
del Estado de Guerrero.
En la exposición de motivos que hizo el diputado, se exponen
cifras escalofriantes: “De acuerdo con el Instituto Nacional de las Personas
Adultas Mayores, tres de cada cinco de ellas sufren violencia dentro de la
familia y el 82 por ciento vive en pobreza; es decir, que 8 de cada 10 no tiene
los medios económicos para cubrir sus necesidades básicas.
Y aunque existe una Ley de los Derechos de las Personas
Adultas Mayores del Estado, “ésta sólo se enfocó en crear el Instituto
Guerrerense para la Atención de Personas Adultas Mayores (IGAPAM) y a instituir
el programa asistencial Pensión Guerrero, pero no a garantizar la protección de
este sector vulnerable”.
La verdad es que esa ley debe también extenderse a clínicas
y hospitales, donde los ancianos son también atendidos de mal modo. Pero
definitivamente lo más doloroso es lo que ocurre al seno familiar, y como son
asuntos que se consideran privados, nadie interviene.
Lo mejor es que la propuesta de ley incluye que todo hijo o
nieto o nuera maltratadores de algún anciano, sean excluidos de la herencia del
ofendido, por ingratos. En lo personal, apoyo al mil esta iniciativa, y hago
votos porque no quede en el papel y se concrete cuanto antes.