(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
El dengue se propaga por todo el país, y Guerrero no es la
excepción. Vale la pena revisar qué se está haciendo en esta materia. Los
estados culpan a la Federación por desabasto del abate, insecticida que se
necesita para combatir la proliferación del mosquito Aedes Aegipty, que es el
transmisor de esta enfermedad y de otras que son transmisibles por vector, como
la zika y la chikunguña, ya que el reservorio real de estas tres fiebres tropicales
es el hombre mismo.
En cambio, la Federación afirma que por tratarse de un
programa de estricto control epidemiológico, los recursos para el combate del
dengue se entregaron con oportunidad a los estados, lo cuales deben comprar por
su cuenta el insecticida, y desplegar la estrategia de control mediante el
despliegue de los empleados del programa.
Este control debió comenzar desde mayo, precisamente desde
el inicio de las lluvias, pero en Guerrero es común enterarnos que los
empleados de Paludismo no ha visitado las casas ni tampoco se les ve fumigando,
salvo en Acapulco y Chilpancingo, donde hace dos semanas se lanzó el plan de
control de manera masiva.
De acuerdo con lo divulgado por el subsecretario de Salud
federal, el programa tiene diversas fases, y que a la Federación le competería
actuar cuando ya los estados hayan sido rebasados, llegando incluso a recurrir
a fumigaciones vía aérea, pero todavía no es el caso.
Por lo tanto, la pelota está en este momento en manos de los gobiernos
estatales, los cuales tienen que atender sus propios tiempos, de la mano de los
gobiernos municipales.
Aclaremos, además, que el control del dengue no depende
propiamente de ningún gobierno, sino que es algo que también involucra a la
sociedad. Mientras que la gente siga acumulando cacharros en sus hogares,
mientras siga sin lavar sus pilas de agua regularmente para eliminar las
larvas, mientras que ni siquiera tengan cuidado de colocar mosquiteros en
puertas y ventanas, o cuando menos poner una mojarrita dentro de los depósitos
de agua para hacer un control larvario natural y ecológico, viviremos
eternamente con esos picos de la enfermedad.
Y todo fuera con tener fiebre y dolores musculares. Todos
sabemos que un dengue mal atendido, en el que además se recurre a la automedicación,
rápidamente degenera en dengue hemorrágico por la baja de plaquetas, y puede
provocar la muerte de las personas.
Sobre todo están en riesgo las personas ancianas, los
enfermos con padecimientos crónico-degenerativos, los niños y las mujeres embarazadas,
que constituyen los grupos de riesgo o grupos vulnerables.
¿Qué hacer? No vemos tampoco a los ayuntamientos organizando
las jornadas de descacharrización que antes llevaban a cabo, y en las cuales se
involucraban a estudiantes, beneficiarias del programa Prospera, pero usando
camiones y herramientas del municipio.
En cuanto a las cifras, siempre hay un tremendo subregistro.
Si se nos dice que hay 100 casos de la enfermedad, eso es únicamente los que se
han registrado en el programa, y que provienen de dependencias del sector
salud. Pero lo más probable es que no existan los que recurren a la medicina
privada, o los que no se reportan como tal.
En Cuernavaca, por ejemplo, se tiene un registro de 400
casos, pero se investigan otros 4 mil. Se irán descartando conforme se hagan
las prueba serológicas, y posiblemente nunca se hagan, porque para eso se
necesitan reactivos e infraestructura de laboratorio. Así que lo más probable
es que en casos como estos nunca sepamos realmente cuántas personas están siendo
afectadas por la fiebre.
¿Qué nos queda hacer como ciudadanos? Hacer nuestra parte.
Se trata de nuestra salud y la de nuestros hijos. La limpieza es suficiente
para un buen control, así como la protección de las viviendas con mosquiteros,
algo que es muy barato, porque las telas mosquiteras ahora son de plástico y
sumamente baratas.
Debemos volver a los básicos: limpiar nuestro tramo de
calle, y que las escuelas limpien sus entornos, como antes lo hacíamos, usando
la fuerza de los mismos estudiantes, que sirve y se enseñan a hacer estos
trabajos.
Insistimos: el control del dengue no es un asunto sólo del
gobierno. De hecho, es un tema que nos involucra aún más a nosotros como sociedad.