Se suspendieron las actividades deportivas

ALDO VALDEZ SEGURA

No hubo actividad deportiva el día de ayer, esto derivado del mal tiempo que impidió que se realizaran actividades físicas al aire libre, aparte de las recomendaciones que emitió protección civil de estado acerca de que toda la tarde estaría lloviendo esto derivado a una depresión tropical que se encuentra en el pacifico mexicano.

La liga municipal de volibol, a pesar de contar con canchas techadas, el comité decidió suspender los encuentros que se tenían programados después de las seis de la tarde, esto para cuidar la integridad física de sus agremiadas ya que muchas se trasladan de lugares lejanos para poder jugar.

Mientras que la fecha 14 de la liga Premier de futbol se tuvo que suspender, ya que por la constante lluvia que cayó el día de ayer los campos estaban mojados y esto representa un peligro para los jugadores, así que José Blanco, Presidente de la liga, junto a los delegados optaron por no jugar.

Editorial

Economía en marcha

         Las cifras de empleo y consumo que citó el presidente Andrés Manuel López Obrador en el informe por sus 100 primeros días de gestión son estrictamente correctas, pero engañosas. El mandatario argumentó, con base en estas cifras, que la economía “está en marcha; aún crece poco, pero no hay ni asomo de recesión, como quisieran nuestros adversarios conservadores o como pronostican con mala fe sus analistas”.

         “En este año, según datos del Seguro Social, se han creado 220,628 nuevos empleos y la recuperación del poder adquisitivo está mejorando el consumo interno. Las tiendas de autoservicio y departamentales reportan un incremento de 2.5 por ciento en las ventas de enero con respecto al mismo mes del año anterior.”

         Es verdad que el IMSS reportó 20,299,993 empleos formales en febrero de 2019, un aumento de 220,628 sobre los 20,079,365 de diciembre de 2018. El presidente, sin embargo, omitió mencionar que en los mismos meses de enero y febrero de 2018 se crearon 278,033 empleos por lo que, si acaso, el resultado del inicio de este 2019 es decepcionante. Tampoco informó que en diciembre de 2018 se perdieron 378,561 empleos, la mayor cifra registrada por el IMSS. Una forma más correcta de reportar los resultados habría sido señalar que en los tres primeros meses de gobierno se perdieron 157,933 empleos formales (STPS, “Puestos de trabajo registrados en el IMSS”). No tenemos, por otra parte, ningún informe sobre el número de despedidos u obligados a renunciar a puestos de confianza o de honorarios en el gobierno.

         Es verdad que el gobierno elevó el salario mínimo 16 por ciento en la mayor parte del país y 100 por ciento en la frontera, pero esto no se ha reflejado en una mejoría en el consumo. La Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) reportó para enero de 2019, es cierto, un aumento en ventas de 2.5 por ciento anual a tiendas iguales, pero es un aumento nominal que no descuenta la inflación. La inflación anual en enero fue de 4.37 por ciento por lo que las ventas de la ANTAD no compensaron el aumento en precios. Estamos registrando una contracción, y no un aumento, en el consumo real.

         Tiene razón el presidente: no hay, hasta el momento, asomo de recesión, en buena medida porque no ha habido tiempo para ello. Una recesión se define popularmente como una contracción en dos trimestres consecutivos, pero todavía no tenemos las cifras del primer trimestre de 2019. La última recesión formal en México fue en 2009, cuando la economía cayó 5.3 por ciento. En 2013 hubo una contracción en el segundo trimestre, pero la economía subió 1.3 por ciento en todo el año. México, pese a lo que dice el presidente, ha tenido uno de sus períodos de crecimiento más largos de la historia, desde 2010 hasta diciembre de 2018. No hay indicaciones de que se aproxime una recesión. Citibanamex ha señalado la “posibilidad” de una recesión, pero para este 2019 solo ha bajado su pronóstico de crecimiento de 1.7 a 1.4 por ciento.

         López Obrador tiene, por supuesto, un optimismo abrumador. En su informe afirmó que, “si se acaba con la corrupción y se gobierna con austeridad, se puede obtener más crecimiento económico”. En la mañanera de ayer reiteró que “México va a ser un ejemplo mundial”. Ojalá. Por lo pronto su gobierno es todavía muy joven. Se han perdido empleos y ha caído el consumo real, pero esto es normal en un inicio de sexenio. El problema es que el presidente, en lugar de reconocerlo, manipula las cifras.

Las mañaneras

         ¿Cuánto tiempo durará la magia de las mañaneras? Casi cada día desde que asumió la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador ha dado una conferencia de prensa de entre una y dos horas en las que establece la agenda política, responde a acusaciones, debate con algunos periodistas, escucha halagos y peticiones, da clases de historia y pontifica.

         En un país en que las conferencias presidenciales eran una excepción, la mañanera cotidiana se ha convertido en un éxito de público. Los medios privados la cubren y los oficiales, como el canal 11 o el 14, la transmiten completas. Si en los tiempos del viejo PRI los informes de gobierno daban lugar día del presidente, las mañaneras hacen que todos los días sean del presidente.

         Improvisar cotidianamente frente a las cámaras tiene enormes riesgos. Los errores se magnifican, los aciertos se reiteran. Casi puede uno adivinar cuándo el mandatario ofrecerá su cotidiana condena a los neoliberales/conservadores, a la prensa fifí y al Reforma. López Obrador es tan previsible en sus diatribas como Donald Trump en sus tweets, pero la táctica le funciona. Todas las encuestas lo muestran en niveles sin precedentes de popularidad.

         Si las redes sociales y los comentaristas despedazaron a Enrique Peña Nieto cuando dijo que “México se ha volvido un ejemplo por sus reformas” o cuando afirmó “Estamos a un minuto de aterrizar, menos, a cinco minutos”, si el ex secretario de educación, Aurelio Nuño, fue objeto de burlas cuando una niña lo reprendió por decir “ler” en vez de “leer”, López Obrador puede llenar sus conferencias de “han habido”, “preguntastes”, “pus” y “ntonces” sin recibir críticas.

         López Obrador comparte mucho de la filosofía de comunicación de Trump, quien afirmaba: “Creo que hemos hecho más que quizá cualquier otro presidente en los primeros 100 días”. Este pasado 3 de enero AMLO declaró: “En 100 días vamos a terminar de desatar toda la acción transformadora”. Y a los 100 días afirmó: “Ya empezamos a escribir el prólogo de la transformación nacional”. El presidente no acepta errores. “Nosotros no somos iguales”, afirma de manera constante. “Nosotros somos honestos”. De ahí su optimismo permanente: “Vamos bien, vamos muy bien”.

Las cifras dicen otra cosa. La tasa de crecimiento se está desacelerando, se están creando menos empleos formales, el número de homicidios dolosos está aumentando. Es muy pronto, por supuesto, para cambiar a un país tan complejo como México; pero López Obrador siempre ha tenido otro cristal para ver el país. Antes decía que el simple cambio de presidente modificaría las cosas. Ayer en Veracruz, cuando Gaspar Vela de Radio Centro le preguntó cuándo empezaría a bajar la violencia, respondió: “Cuando ya todos los adultos mayores estén recibiendo su pensión, cuando las personas con discapacidad tengan su pensión, cuando todos los estudiantes tengan sus becas, cuando todos los jóvenes tengan trabajo, cuando se [esté] produciendo más, se estén creando empleos, cuando haya más bienestar, va a bajar la inseguridad”. ¿Y cuándo será eso? “Yo creo que en seis meses -dijo– ya van a estar operando todos los programas”.

Si la popularidad es el cimiento de la política, López Obrador va por buen camino. Sus mañaneras lo han acercado al pueblo. La gran pregunta es si esta popularidad se mantendrá en el sexenio o si las mañaneras terminarán por desgastarla.

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