(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
En abril de este año, el presidente de la República anunció
la cancelación definitiva de las zonas económicas especiales, que había lanzado
el ex presidente Enrique Peña Nieto en 7 puntos de la región Sur-Sureste del
país, entre ellas la frontera de Michoacán y Guerrero, denominada Puerto
Unión-Lázaro Cárdenas, zona en la que presumiblemente se desarrollarían
proyectos de gran calado empresarial, nacionales e internacionales.
Es el caso que hasta ahora no sabemos qué avances se tienen
en esta ZEE que trajo grandes esperanzas para Guerrero y para la Costa Grande
en General, como ayer lo citó el diputado Zeferino Gómez Valdovinos, quien
anunció que está organizándose un grupo de legisladores de Guerrero y Michoacán
para reunirse con el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador,
con la intención de solicitarle que retome el proyecto.
Pero poco se supo, decíamos, del impacto de la cancelación,
porque sencillamente no ha habido información relativa a los proyectos de
inversión ya “amarrados”. Convendría, por lo tanto, que el diputado Zeferino
Gómez informe primero qué avances se tenían hasta abril de este año, tanto en
lo que toca a las cartas de intención de inversión de los empresarios y consorcios
nacionales e internacionales, como en lo que toca al gobierno, sobre todo la
compra de terrenos –que no olvidemos que son ejidales en su mayoría y se les
tendría que dar total seguridad de la tenencia de la tierra-, la adecuación de
las vías de comunicación y, algo importante, la seguridad.
Los gobiernos estatales involucrados en este plan, de hecho,
muy poco dijeron, y le permitieron al presidente de la República tomar una
decisión quasi unilateral. Vamos, ni
la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), dijo gran cosa al respecto, y
más bien los gobernadores dejaron hacer y dejaron pasar, como si nada se
hubiese perdido, y eso es algo que llama mucho la atención, sobre todo
conociendo que lo belicosos que se tornan cuando algo les afecta o no les
parece bien.
Lo que sí trascendió por diversos medios fue que estas ZEE
fueron ocasión para que los gobernadores desviaran recursos en la compra-venta
de terrenos en los que se desarrollarían los proyectos, y nada más. El caso más
sonado fue el de Tabasco.
Las promesas
Veamos qué nos prometieron con las ZEE. Un informe del
diario El Economista del 26 de abril de este año, se especifica que el
potencial de inversión de las 7 zonas económicas especiales programadas por el
gobierno anterior, tenía un potencial de inversión a largo plazo de 42 mil
millones de dólares, generando alrededor de 368 mil empleos formales.
El monto que se dejaría de captar por la cancelación de las
ZEE equivale a la inversión extranjera directa que han captado en los últimos
20 años los 8 estados involucrados en el plan de las ZEE.
Pero ¿qué tanto avance se tenía de este plan tan ambicioso?
Según otras fuentes, apenas se identificaron 86 actas de intención de inversión
de igual número de empresas, que habían comprometido inversiones por 8,200
millones de dólares, lo cual permitiría la creación de 31 mil empleos formales
en las siete ZEE. Es decir, que se tenía un avance de la sétima parte de lo
programado. Y estamos hablando únicamente de “cartas de intención” de
inversión; es decir, nada concreto todavía.
Estas zonas son Lázaro Cárdenas-Puerto Unión en Michoacán y
Guerrero; Coatzacoalcos, Veracruz; Puerto Chiapas, en Chiapas; Salina Cruz,
Oaxaca; Tabasco: Campeche; y Progreso, Yucatán.
De la zona que nos involucra, no tenemos –decíamos-, grandes
datos. Sólo se sabe que tenía un potencial de inversión de 9 mil 741 millones
de dólares, y 75 mil empleos. Pero ignoramos qué tanto se avanzó, cuántos
inversionistas estaban ya apalabrados para venir a manejar sus empresas desde
nuestras tierras, en las que gozarían de grandes ventajas, pues automáticamente
estarían libres del pago de impuestos.
Pero López Obrador fue muy tajante al señalar la realidad de
este plan: Que estas zonas incumplieron con sus metas y propósitos. “Era para
supuestamente ayudar, pero nunca hicieron nada por ayudar; hicieron negocios,
compraron terrenos y derrocharon recursos. No se benefició en nada”, dijo
escuetamente.
Ojalá que en el caso de Puerto Unión-Lázaro Cárdenas se
consiguiera algo, pero lo dudo. Zeferino Gómez tendría que tener números reales
que convenzan al presidente para conseguir su propósito. De lo contrario, que
le vaya diciendo adiós a la que dice fue su gestión.