Secret se impuso a Ola Blanca

ALDO VALDEZ SEGURA

En el juego de ida de la fase de semifinales de la liga de la Autopista, el equipo de Secret tomo una ventaja de consideración al imponerse 2-0 a su similar de Ola Blanca, escuadra que luchó hasta el último momento pero el gol se les negó, se fueron en ceros.

Acciones llevadas a cabo en el campo 1 de la Autopista, desde que la redonda se puso en movimiento, los dos equipos se fueron con todo al ataque en busca de los goles, pero ahí estuvieron las defensivas resguardando su meta, alejaron el peligro y buscaron contragolpear.

Fue gracias a la contundencia que mostraron los gatilleros de Secret que lograron hacerse presente en dos ocasiones, sus oponentes al verse abajo en el marcador, echaron toda la carne al asador pero el tiempo ya no les alcanzo, ni siquiera para meter un gol.

Arcada se queda con el 3er puesto

El pasado domingo se llevaron a cabo los partidos finales en la Liga Universitaria de la UAGro, el partido por el tercer lugar se disputaba entre el conjunto de Arcada y Jaguares, siendo el primer equipo citado quien saliera con la victoria al imponerse de manera apretada por un gol a cero. Partido cerrado y disputado en el medio sector pero con llegada para ambas escuadras, en esta ocasión peso más la contundencia del conjunto con indumentaria Blaugrana.

Collado, la coartada contra Peña Nieto y la “mafia del poder”

Jorge Carrasco Araizaga

El caso del abogado Juan Collado recuerda al de la profesora Elba Esther Gordillo. Sólo que tiene un propósito mayor. El de Gordillo fue un cobro de facturas. El de Collado, una estrategia para marcar “el cambio de régimen”.

Es un caso de grandes implicaciones que según lo señalado por la Fiscalía General de la República (FGR) en la orden de aprehensión contra Collado puede alcanzar al expresidente Enrique Peña Nieto.

Aunque el también expresidente Carlos Salinas es mencionado, la denuncia pone el acento en Peña Nieto no sólo como accionista de la financiera Caja Libertad, sino como el beneficiado con entregas de dinero en efectivo, “en cajas” que eran transportadas en camionetas de traslado de valores.

Si la persecución penal quedara limitada al abogado Collado no tendría sentido que el caso lo haya presentado ante la justicia federal la Unidad Especializada de Investigación de Delitos Cometidos por Servidores Públicos y Contra la Administración de la Justicia de la FGR.

A Gordillo la persiguió el propio Peña Nieto en represalia por su franca oposición a la reforma educativa y de paso para cobrarle su colaboración con los gobiernos del PAN y su operación política contra el PRI.

La acusó de delincuencia organizada, lavado de dinero y evasión fiscal. Ninguno de los cargos prosperó y al final del gobierno de Peña Nieto, ya con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en la elección presidencial fue exonerada y quedó en libertad hace casi un año, el 8 de agosto de 2018.

Las mismas acusaciones fueron las que se enderezaron en contra del exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, quien ahora protagoniza, de nueva cuenta, uno más de los escándalos del gobierno de Peña Nieto al asegurar que su entrega fue pactada.

La entonces Procuraduría General de la República, antecedente de la FGR, no pudo comprobar las acusaciones contra Gordillo, además de que fue responsabilizada por haber obtenido información financiera de la exjefa sindical sin autorización judicial.

La FGR ahora acusa a Collado de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita, y al igual que lo hiciera la PGR con Gordillo, en muy poco tiempo, apenas unas cuantas semanas, el ministerio público federal procesó la acusación.

El único denunciante en este caso, Sergio Hugo Bustamante Figueroa, se presentó ante la FGR el 9 de junio cuando se abrió la carpeta de investigación. Bustamante fue ampliando su declaración y la FGR le pidió a la Unidad de Inteligencia Financiera que revisara la denuncia.

En menos de una semana, la UIF, a cargo de Santiago Nieto, defenestrado como fiscal electoral en el gobierno de Peña Nieto en medio del escándalo Odebrecht, avaló la acusación y el día 6 de julio el juez de control en el Reclusorio Norte, Jesús Eduardo Vázquez Rea, firmó la orden de aprehensión. Se cumplió el martes 9.

Así de expedito fue también el proceso para detener a Gordillo. Pero el objetivo era sólo ella. Ni siquiera otros dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Esta vez, la acción inmediata es en contra de quien puede ser considerado como una síntesis de la “mafia del poder” en la caracterización hecha por López Obrador.

Juan Collado es el personaje que desde el salinato ha estado vinculado a los priistas y panistas con los que durante décadas se enfrentó el ahora presidente. Por eso en la orden de aprehensión se menciona expresamente a Carlos Salinas y, de paso, al exsenador panista y abogado, Diego Fernández de Cevallos.

Pero las acusaciones son más explícitas en contra de Peña Nieto, sobre quien también se puede tender un cerco judicial en el caso de su primer director de Pemex, Emilio Lozoya, por el dispendio en la petrolera en la compra de la chatarra que era Agronitrogenados.

Ya embarcada en la acusación y el escándalo mediático, a la FGR no le queda más que demostrar que el expresidente Peña, sobre quien por años se ha proyectado la sombra de la corrupción, participaba en las supuestas estructuras de triangulación internacional de recursos ilegales a través de Caja Libertad.

De hacerlo, México asistiría por primera vez a una acción penal en contra de un expresidente por delincuencia organizada, con lo que López Obrador estaría actuando en los hechos en contra de “la mafia del poder” que tanto denostó y le daría a los mexicanos lo que tanto han querido: la cabeza de un rey del viejo régimen.

Y sus bonos volverían a subir dentro y fuera del país cuando su presidencia cada vez los necesita más.

Editorial

“Soberanía energética”

La incomprensión de Manuel Bartlett sobre las nuevas dinámicas de la vida pública se ha convertido en un problema grande para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador que, señalado entre los equipos técnicos y ahora por el exsecretario de Hacienda, Carlos Urzúa, no termina de hacerse escuchar.

Político de ya muy larga trayectoria, Bartlett llegó a la titularidad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) a casi 27 años desde su último cargo federal y a 20 años de haber abandonado la gubernatura de Puebla, entonces aún priista, y en tiempos previos a la alternancia del 2000.

La incomprensión de nuevas normas, instituciones y conductas públicas están quedando evidenciadas a cada paso que da, confiado en sus formas viejas con las que convierte en disputa ideológica todo aquel que, con base en la ley y en los criterios económicos, intenta sacarlo de su obstinación.

Miembros del gabinete, colaboradores cercanos, interlocutores de las secretarías de Gobernación y Medio Ambiente, suelen repetir en tono burlón y algo engolado, ante un cuestionamiento técnico jurídico o financiero relativo a la CFE: “Soberanía energética”, “Soberanía energética”, la expresión que Bartlett repite como mantra.

Y es que fue en esa lógica que convenció a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, y al propio presidente López Obrador, de que los contratos por gasoductos eran “leoninos” y, por lo tanto, había la necesidad de renegociarlos. El propio mandatario ha dicho que las obras no pasaron por el consejo de administración de la CFE, algo que por otra parte nos coloca frente a otra complejidad que Bartlett no entiende o prefiere atropellar: la existencia de una entidad, el Centro Nacional de Gas, cuya existencia omite. “Soberanía energética”, “Soberanía energética”.

Para Bartlett, la maraña de instituciones con las que puede o no estar de acuerdo, pero que tienen funciones por ley y son positivas y vigentes, parecieran estar fuera de la discusión. Nada del Cenagas, ni de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, ni mucho menos de la Comisión reguladora de Energía.

La apuesta es por dos vías: que Olga Sánchez Cordero resuelva hablando con jueces los amparos de comunidades indígenas afectadas por el trazo de los gasoductos, y presionar con arbitrajes internacionales a las empresas contratistas. “Soberanía energética, soberanía energética”.

Nada de resolver las demandas de la gente, que permitirían que se concluyan las obras; nada de someterse a la Ley de Hidrocarburos que instruye tribunales nacionales para diferendos en materia energética.

A más de siete meses de administración y cinco desde que el asunto se puso en la discusión pública, el veterano poblano no consigue resultados respecto de los gasoductos y, según personal de la empresa eléctrica, la semana pasada, ya tan manoseado el asunto, se había tomado la decisión de frenar la ruta de arbitraje internacional.

Fue entonces cuando la renuncia de Carlos Urzúa y su posterior entrevista, revelaron el poder enorme que ha acumulado el director de la CFE, quien, si hasta entonces se sabía, mantenía en su dupla con Rocío Nahle una fuerte presión, por momentos hasta nulificar al director de Pemex, Octavio Romero, ahora se sabe que resultó más poderoso que el secretario de Hacienda.

Bartlett es la burla, sí, pero también es el personaje temible con el que no se debe jugar, porque es capaz de anular a un secretario de Hacienda y llevar al Estado Mexicano a un problema internacional, pues en su perspectiva anquilosada convenció de combatir a una enorme trasnacional, Sempra Energy, en la que tiene intereses Nancy Pelossi, la líder cameral en Estados Unidos, por cuya mano pasa necesariamente el tratado comercial con América del Norte.

López Obrador le dio un espaldarazo público y privado. Así que, sin más, podrá seguir repitiendo por ahí: “Soberanía energética, soberanía energética”.

SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

¿Hacia dónde va Luis Walton Aburto? El pasado viernes 19 de julio, el rico empresario gasolinero rindió su tercer y último informe como coordinador estatal del partido Movimiento Ciudadano y entregó la dirigencia a Adrián Wences Carrasco, uno más de los que se han beneficiado con la franquicia del partido naranja en Guerrero.

Ambos, Walton y Wences hicieron un balance de los logros y aciertos, y concluyeron que el proceso electoral de 2018 fue positivo, ya que por primera vez compitieron solos por los espacios de elección popular.

Pero la verdad es que en 2018 el MC perdió varios de sus espacios ganados en 2015, pese a que hizo alianza con el PRD y el PAN. Es el caso que de tener 3 diputados en la pasada legislatura, ahora solamente tiene uno.

Como le sucedió a los perredistas, Luis Walton no pudo o no quiso oponerse a la decisión que tomó el líder nacional el MC, Dante Delgado Ranauro, para asociarse con el PRD y el PAN a nivel nacional, impulsando la candidatura presidencial del panista Ricardo Anaya, y tasando esta alianza únicamente en sus propios intereses personales.

Y hoy que está por definirse la sucesión en Guerrero, se dan cuenta que aquella alianza contra-natura les pegó tan fuerte, que por poco desaparecen del espectro político.

Sin embargo, hay que reconocer que contrario a lo que están haciendo los perredistas, quienes desde ahora están cantando una inminente alianza con el PRI para pelear la gubernatura de Guerrero, Walton se mantiene discreto, a bajo perfil, y más cercano al presidente Andrés Manuel López Obrador que nunca.

Pero esto no quiere decir que esté cercano a Morena, y menos en Guerrero, donde los dirigentes morenistas se han vuelto peor que la perra con rabia, que tan brava es, que hasta los de casa muerde.

Los morenistas están cuidando rancho, y será muy difícil que Walton se incruste en esa bolsa de grillos, a menos que en el tiempo que resta para la definición de las candidaturas, los aspirantes naturales de Morena estén tan desgastados, que no tengan más remedio que hacerse a un lado.

Pero, como dice José José, “lo dudo”. Si algo tienen los morenistas, es que se sienten ser los únicos con el pedigree lópezobradorista, olvidando que antes que ser Morena, el presidente fue PRD, y antes incluso fue PRI.

También olvidan que antes de ganar la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador se postuló en dos elecciones previas, para lo cual contó con el apoyo de muchos militantes de la izquierda, y muchos más miembros de la sociedad civil, medios y empresarios; quienes sin embargo no reclaman nada para sí, y se dan por bien servidos con que el cambio se haya concretado.

Digo, se les recuerda esto para que los sacrosantos morenistas reconozcan que para ganar las elecciones de 2018, y para que ellos ahora tengan un lugar en eso que llaman la Cuarta Transformación, la sociedad mexicana en su conjunto tuvo que transitar un camino muy difícil, hasta hacerse tantos que al sistema político imperante le fue imposible voltear la tortilla.

Lo que es peor, muchos de los que ahora detentan el poder por Morena, antes eran opositores, y sólo se montaron a la ola morenista cuando vieron que el triunfo era irreversible.

El contexto vale por la pregunta siguiente: ¿Hasta qué punto Luis Walton pudiera ser una carta bajo la manga de López Obrador para Guerrero?

Unos dicen que sí. Otros definitivamente no le auguran nada bueno al dueño del MC.

Quizás le ayude que uno de sus alfiles, Ricardo Mejía Berdeja, esté ahora encumbrado en una de las mejores posiciones del gabinete de seguridad de AMLO, para ir construyendo una candidatura viable.

Esta vez, sin embargo, y a diferencia de lo que sucedió en 2015, Walton ni siquiera podrá optar por ir solo. La que viene será una competencia de coaliciones. Y a menos que Walton la haga nuevamente de alfil del PRI, para cosechar los votos de los trasñochados de la izquierda, de los inconformes y desencantados de Morena, y de uno que otro acomodado perredista (de esos que a toda costa quieren ser candidatos, aunque nunca ganen una elección), una candidatura en solitario del líder gasolinero suena a suicidio.

No será como en 2015, cuando se negó a declinar por Beatriz Mojica, abanderada del PRD, para tejer una alianza de facto un mes antes de la jornada electoral para vencer al PRI. Al contrario, negoció el colchón de votos del MC con el tricolor, facilitando el triunfo del PRI. A cambio le ofrecieron espacios en el gobierno de Héctor Astudillo, siendo estos la evidencia plena de su traición al PRD, partido con el cual pudo ganar la alcaldía de Acapulco.

Con todos estos antecedentes, ¿a dónde va Walton que más valga?

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