(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Nunca como ahora nos ha quedado claro que no podemos
depender de Estados Unidos en materia energética. Urge la reactivación de
nuestra industria energética y la recuperación del lugar que tenía nuestro país
entre los países productores de petróleo, industria que prácticamente fue
desmantelada para darle paso a los capitales nacionales y extranjeros, que
hasta ahora -a pesar de que la reforma energética de Enrique Peña Nieto fue
planteada como la solución de todos nuestros malos- lo cierto es que no ha
servido de nada, sino todo lo contrario. Lo único que tenemos es nuevas marcas
de gasolina, pero toda es de importación, y la importa Pemex en lugar de
producirla.
México, de haber sido una potencia productora de petróleo,
sólo produce 5 de cada 100 litros de gasolina que demanda su planta productiva
y comercial. Con un día que no se nos surtiera gasolina de las empresas
estadounidenses, nuestra economía colapsaría irremediablemente, como estuvo a
punto de suceder cuando se cerraron los ductos de las refinerías del país para
combatir el guachicoleo, pues ahora el presidente reconoce que sólo tenía
gasolina para una semana en plantas.
Para quienes se alegran del encontronazo de Trump con López
Obrador, de verdad que no saben lo que dicen o hacen. ¿A quién le afectaría una
crisis energética en este momento? ¿Al gobierno o al pueblo? ¿A los pobres o a
los ricos? Recordemos que los pobres en este país ya no tienen nada que perder,
pues les han quitado todo, incluso la paz.
Y, claro, si se tratara de abortar el plan de la 4
Transformación, la manera más fácil de lograrlo sería cerrando el flujo de los
hidrocarburos. Entonces todo el descontento social iría sobre el gobierno
federal, tal y como ha sucedido en Venezuela y otros países que sufrieron
bloqueos comerciales.
En nuestro caso no hemos llegado a eso, sólo a la imposición
de aranceles, aunque se tiene un acuerdo comercial pactado entre los tres
países de Norteamérica, que está en proceso de ser ratificado en los congresos
de las tres naciones. Pero de aquí al boicot hay sólo un paso y eso es lo que
debemos cuidar, pues no sólo de gasolina dependemos del vecino país, sino
también de tecnologías diversas.
Muchos quisieran que a AMLO le saliera lo bronco y le
gritara a Trump su aquel tan clásico: “¡Cállate Chachalaca!” otros quisieran
que se disfrazara de nacionalista y se lanzara como “niño héroe” envuelto en la
bandera mexicana, para demostrar de esa manera romántica su amor por México.
Incluso en este momento lo están calificando de “agachón”,
por no fajársela con Trump, y debido a que luego de la primera carta enviada al
presidente estadounidense, al que le advirtió que no es ningún timorato y que
nuestro país en su momento tomará sus propias decisiones comerciales, AMLO
emitió otro memorándum para el pueblo del vecino país, al que le recuerda que
la historia nos une y que por nada del mundo debemos perder la amistad cordial
que ha distinguido a ambos pueblos, al grado de que en los peores momentos,
cuando el pueblo americano ha estado en peligro, México ha sido su zona de
amortiguamiento, y el proveedor de infinitos recursos que permitió a ese país
ganar dos guerras mundiales y convertirse en la potencia mundial que ahora es.
Sin los recursos de México, sin la mano de obra barata que los mexicanos
representan y sin el papel de árbitro con el resto de Latinoamérica, respetando
la política de “no intervención”, Estados Unidos estaría contando en este
momento otra historia.
La crisis diplomática que se desató entre nuestro país y el
vecino del norte, por lo tanto, es apenas el inicio de lo que podría ser la
peor ruina para nuestro país, sino se maneja correctamente, pues ante cualquier
error Donald Trump ya no sólo podría imponer aranceles a las importaciones mexicanas,
sino incluso obligará a las poderosas petroleras de esa país, a suspender la venta
de gasolina a México.
La unidad del pueblo mexicano en torno al presidente de la
República, es esencial. Trump sabe de qué pata cojeamos y cuáles son los
flancos débiles del gobierno federal. Por eso, para retomar su liderazgo de
cara a los comicios de 2020 en Estados Unidos, no dudará en volver a tomar a
México como pelota de ping pong. Sólo esperamos que AMLO no se doblegue, como
lo hizo Peña Nieto.