(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Para acelerar y concretar los programas sociales de su
gobierno, que dependen de la tecnología bancaria, el presidente de la
República, Andrés Manuel López Obrador, anunció dos decisiones: primero, que
abrirá una sucursal del Banco de Ahorro Nacional y Servicios Financieros
(Bansefi), en cada cabecera municipal, pues a través de este banco es que se
estarán pagando las becas de Bienestar, así como las becas estudiantiles.
Esto es una buena noticia, por donde se le vea, porque los
servicios bancarios privados son tan deficientes, que, primero, no están a la
mano de toda la gente. Hay que viajar largas distancias para encontrar un
banco, que obligan además a hacer grandes filas porque están sobresaturados.
En las ciudades podremos decir que estamos a salvo, pero
basta salir de Acapulco, Chilpancingo y Zihuatanejo, para darnos cuenta que los
servicios bancarios están del carajo, ya que con el ánimo de que sus ganancias
no disminuyan un ápice, los bancos –que ahora son extranjeros en su mayoría-,
tienen abandonadas a las regiones, y ponen una o dos sucursales, obligando a
los habitantes del resto de los municipios y sus localidades a donde están los
servicios.
Para gestionar una sucursal bancaria, es la muerte en tres
tomos, porque ni siquiera a los presidentes municipales les hacen caso.
En Costa Grande, saliendo de Zihuatanejo, todo es tortura y
sufrimiento para la gente que necesita servicios bancarios y digitales.
Un ejemplo de esto es también la Costa Chica, donde los
turistas se quejan de que no hay bancos disponibles, donde puedan acceder a
algún cajero, y que ellos tienen que viajar con efectivo.
Siendo una región tan extensa, de unos 180 kilómetros de
distancia desde San Marcos hasta Cuajinicuilapa, el Banamex sólo tiene sucursal
en San Marcos y otra en Ometepec. Igualmente Bancomer eligió estas dos ciudades
para asentar sus servicios, dejando al resto de esa amplísima región en cueros.
Si nos vamos hacia la Montaña, hay una pequeña sucursal de
Banamex en Ayutla, y párale de contar. En San Luis Acatlán, por ejemplo, que es
un municipio de tránsito entre la Costa Chica y la Montaña, no hay servicios
bancarios. Los hay hasta Tlapa, una ciudad a 4 horas de distancia.
En la Zona Amuzga, mucho menos. ¿Qué hace la gente? Tiene
que viajar hasta Ometepec, pagando dos pasajes de ida y dos de regreso, en
taxis colectivos. En ello les van dos horas de camino. Y si viajan de
comunidades, entonces la distancia y el costo se incrementan.
Estos vacíos los está cubriendo Banco Azteca, a través de
sus minisucursales y sus tiendas Elektra, así como cooperativas que dan
servicios crediticios.
En Tierra Caliente, la Montaña y la Zona Norte, la lógica se
mantiene. La Sierra de plano carece de todo.
A los bancos no les importa el desarrollo, les importa
acaparar los servicios bancarios. Y punto.
Tenemos también otro problema, pues ahora todo se exige que
se haga vía transferencias, los servicios de Internet son cruciales. Pero da el
caso de que el monopolio de Telmex tiene todo acaparado, y los competidores que
quieren dar el servicio, le tienen que pagar a este pulpo por el uso de su red,
y resulta ser muy deficiente.
Pero, además, a Telmex le quedó grande el país, y aunque su
publicidad dice “Todo México sin límites”, eso es mentira, porque hay todavía
cabeceras municipales sin el servicio directo, que dependen de antenas
satelitales, y/o de antenas de telefonía celular, pero esto encarece
sobremanera el servicio, porque se da a través de datos móviles, y así no hay
dinero que alcance.
Por eso el presidente dijo que creará una compañía que
preste el servicio de Internet en las comunidades más apartadas, para que los
bancos puedan moverse a esos lugares, sin pretexto.
¿De qué estamos hablando? De que 80 por ciento del territorio
nacional carece de servicios de interconexión digital. Verdad inadmisible, a
casi 30 años de distancia de la venta de Telmex.
Pero obviamente estos dos anuncios desataron críticas acres
en contra del presidente, pues lo acusan de que pretende volver a la era del
Estado propietario, cuando ya todo se desincorporó. Y así fue, pero con amplias
ventajas para los dueños de las empresas, no para el pueblo.
Las empresas se mueven, decíamos, en función de sus
intereses económicos, no en función del bienestar del país. Por lo tanto, en
vista del fracaso obtenido, en vista de que tenemos servicios bancarios, de
telefonía y digitales insuficientes, deficientes y caros, entonces el Estado
debe retomar el problema y hacer su parte. O se corrigen, o se corrigen. O se
preocupan por sacar de la miseria a las regiones y municipios, o el Estado
tiene que suplir esa ausencia.