SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Se acabó. Les duró poco el gusto. Los súper delegados del gobierno federal en los estados del país, no tendrán línea directa con el presidente de la República, como presumían. Andrés Manuel López Obrador ya se dio cuenta que ese esquema no sólo es inoperante, sino que también sirve para que los representantes de su gobierno en las entidades federativas, no se asuman como empleados del pueblo, sino como los favoritos del Señor Presidente, su voz y sus ojos en provincia, la voz suprema del tlatoani.

Por lo tanto, AMLO se determinó a corregir este problema, y creó un órgano regulador, por llamarlo así, integrado por 7 coordinadores de los súper delegados estatales.

Estos operarán desde las secretarías de Seguridad Pública, Comunicaciones, Economía y Bienestar.

Este mini equipo o mini-gabinete, también contará con un  administrador general, un secretario anticorrupción y uno jurídico que respalde sus acciones.

¡Wow! Freno total a los súper delegados, a quienes seguramente ya les hormiguean las manos por meterlas en los cuantiosos recursos federales que fluirán hacia los estados, vía programas sociales, estrategia de seguridad, economía y comunicaciones.

Todo esto acompañado por un vigilante anticorrupción.

Esta es una excelente noticia, es algo que debió proyectarse desde el inicio, y nos habríamos evitados mucha vergüenza ajena, al ver a sujetos inflados, creyéndose los Amlitos estatales.

Es bueno saber que los súper delegados, que además están acumulando muchísimo poder –más el de Guerrero, Pablo Sandoval Amílcar, quien además detenta el poder en el partido y en el Congreso local a través de su equipo-, tienen un gabinete al cual sujetarse, una especie de patronazgo que se interpone entre ellos y el presidente de la República.

El modelo original de coordinación era sumamente peligroso, por el simple hecho de que las decisiones en las entidades federativas no pueden depender de un solo individuo. Era tan grave, que el figurín de los súper delegados causó una extensa controversia en todas las entidades, pues resultaba preocupante la supresión de las delegaciones federales –varias de las cuales eran un simple membrete y pretexto para emplear a los amigos y compadres- para poner en su lugar a un solo personaje, que a su vez desplegaría a sus representantes en las regiones, afianzando su control político en todos los rincones.

Pero, sobre todo, resultaba preocupante que una sola persona opine y decida en torno a todos los asuntos, sean estos de Salud, Educación, Seguridad, Campo, Minas, Obras Públicas, etcétera.

Eso era simplemente una locura. De ahí que es un alivio saber que, en el caso de Guerrero, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros estará bajo vigilancia, por un lado, pero también bajo asesoría.

Es bueno saber que no tenemos en la entidad un “Varguitas”, el personaje de la Ley de Herodes, que era la única voz en su miserable pueblo, sino que estamos ante un esquema de gobierno serio, que no sólo incluye el profesionalismo debido, sino que también se le adiciona el ingrediente del combate a la corrupción y lo administrativo.

Vale la pena también preguntar, a qué se debe que la mayoría de las reuniones del súper delegado de Guerrero en las regiones, las hace en las instalaciones militares, a donde manda a traer a alcaldes y funcionarios en general.

Incluso se recurre a este esquema de coordinación, aunque los asuntos a tratar sean generales, no de seguridad pública ni de coordinación con las Fuerzas Armadas.

Por cierto, de estos encuentros difícilmente la prensa se entera. Y si acuden, no les permiten ingresar, al ser las áreas militares bastante restringidas y controladas.

Tal vez alguien por ahí arriba tenga una respuesta a esto, distinta al señuelo de que se trata de ahorrar recursos.

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