Joven de La Saladita, al mundial de surf en Francia

Jaime Ojendiz Realeño

Originario de la comunidad turística La Saladita, municipio de La Unión de Isidoro Montes de Oca, Mauricio Núñez Sánchez de 17 años representará a Guerrero en el Torneo Mundial de Surf en Biarritz, Francia.

El joven logró su pase a la fase final de la competencia del deporte extremo luego de ser campeón categoría sub 18 en Ensenada, Baja California, durante el mes de diciembre.

Núñez Sánchez fue seleccionado por la Federación Mexicana de Surf para participar en el nacional ya que ha demostrado ser de los más sobresalientes en la especialidad de “longboard” y será representante de la delegación de Guerrero. “Logré el campeonato nacional en la categoría sub 18 y avancé hasta semifinales en la categoría libre de longboard”.

En la práctica de surf el unionense lleva cinco años y en los últimos cuatro ha entrado a los nacionales teniendo hasta ahora la participación más importante de su corta carrera.

Los nacionales de surf reunen a los mejores atletas de estados como Baja California Sur, Baja California Norte, Nayarit, Oaxaca, Jalisco entre otros. Núñez detalló que la pasada competencia fue la primera en longboard.

De momento se encuentra preparándose para  el mundial de Francia, Biarritz que se realizará del 26 de mayo a 2 de junio. A su vez dio a conocer que por el logro ha tenido el respaldo del gobierno municipal de La Unión, que preside Crescencio Reyes Torres.

“Se le brindarán todas las facilidades para que represente al municipio de La Unión, al Estado de Guerrero y al mismo país, en el torneo mundial de surf en Francia” informó en un comunicado el gobierno municipal.

Los Dragones golearon

ALDO VALDEZ SEGURA

Los Dragones tuvieron una buena actuación, cuando tuvieron sus oportunidades no las dejaron ir y acertaron, lograron derrotar con goleada incluida de 6-3 a Punta Ixtapa, para así hacerse de los puntos que dejó la jornada número 20 de la liga Premier de futbol en su categoría máster.

Dicho encuentro se celebró ayer por la tarde en el campo 1 de Blanco. Fue una primera muy movida, de ida y vuelta, los dos equipos tuvieron sus aproximaciones de peligro pero todavía no concretaban, recién estaban afinando su puntería, los arqueros tuvieron mucha chamba, pero cuando les fueron requeridos ahí estuvieron, respondiendo.

Conforme pasó el tiempo, la defensiva de Punta Ixtapa dejó espacios, estos fueron bien aprovechados por los delanteros de los Dragones, dispararon y dieron en el blanco, los goles comenzaron a caer, Andrés Hernández hizo un doblete, José Coria, Benjamín Pineda, Omar Pineda y Raymundo Quintana, cada uno colaboro con una diana, los tres goles de los “hoteleros” fueron obra de Bertoldo Leal.

Deportivo Valpin, campeón del futbol 7

ALDO VALDEZ SEGURA

La escuadra del Deportivo Valpin tuvo una tarde redonda, con supremacía demostrada dentro del terreno de juego y reflejada en la pizarra derrotaron de manera contundente 6-0 al Deportivo Chicharrón para así coronarse campeones de la liga de futbol 7 del Coacoyul.

Decenas de personas se dieron cita al campo del Coacoyul para ser testigos de esta gran final, los aficionados en ningún momento dejaron de apoyar al equipo de su preferencia, por lo que se vivió una fiesta en las tribunas.

Dentro del campo, las gladiadoras se enfrascaron en una batalla en busca de supremacía, las chicas del Deportivo Chicarrón aflojaron la marcación y fue ahí donde se convirtieron en presa fácil, las gatilleras del Deportivo Valpin no tuvieron piedad alguna y jalaron el gatillo, acertaron en el blanco.

ESTRICTAMENTE PERSONAL

La trampa del discurso

Raymundo Riva Palacio 

En ningún momento el presidente Andrés Manuel López Obrador ha modificado su discurso: el robo de combustible es consecuencia de la corrupción que ha generado pobreza. López Obrador establece una línea clara, que legalmente es inexistente, entre las comunidades que compran o roban combustible, que parafraseándolo serían la sociedad buena, víctima por la marginación en la que han vivido, frente a gobiernos corruptos del pasado que crearon sistemas de saqueo de hidrocarburos en donde mete en una misma bolsa a empresarios y miembros de la delincuencia organizada, que sería la sociedad mala.

La dicotomía del discurso permea en su voz, sin que se le vean las contradicciones. Pero su propia palabra está construyendo una trampa: si casi un centenar de muertos y sabotajes sostenidos del crimen organizado tienen su origen en la corrupción de gobiernos anteriores, ¿por qué quiere dejar el pasado en el olvido y no como prólogo del cambio de régimen? El deseo político de López Obrador se está agotando en lo prolífico de su retórica y propaganda.

Enfrenta, como quedó de manifiesto en su conferencia matutina del martes, un desafío pocas veces visto. Los criminales, en reacción a su cruzada contra el huachicoleo, están saboteando sistemáticamente los ductos de Pemex. La osadía criminal tendrá condiciones abiertas para confrontar al Estado–porque eso está haciendo- únicamente si encuentra espacios de mezquindad entre los mexicanos y regateo al llamado presidencial de enfrentarlos sin ceder. Si en el pasado, quienes hoy se resisten a ser sometidos por los criminales tomaron partido por los criminales porque se acomodaba a su lucha política, sería una irresponsabilidad imperdonable seguir la misma estrategia. Nunca será momento para cobrar ese tipo de facturas, porque los criminales son eso, delincuentes.

Pero hay otros grupos, blanco preferido de López Obrador para explicar sus acciones, que son anteriores gobiernos a los que sin matices y mucha generalización, los que, asegura reiteradamente, convivieron, actuaron y convivieron con la delincuencia organizada, creando un ecosistema negro que ha dañado a la nación. El discurso sin acción concreta, se le va a agotar rápido a López Obrador. Utilizar la corrupción de sus predecesores en el poder como la fuente de todos los males, tiene un límite retórico. Si quiere salvar a la sociedad buenade que rinda cuentas ante la ley por cometer delitos, tiene que empezar a actuar contra la sociedad mala

La semana pasada anunció el gobierno el inicio de investigaciones contra políticos y ex funcionarios presuntamente vinculados con las redes criminales del huachicol. Pero en el discurso, López Obrador ha ido más alto. Ha señalado directamente a directivos de Pemex en diferentes administraciones, y funcionarios en los gabinetes de Hacienda y Seguridad. No ha dado nombres, pero los objetivos de sus acusaciones han ido directamente contra ellos. Tres ex presidentes han sido implicados en sus palabras, Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón y Vicente Fox. El presidente debe dejarse de simulaciones y si tiene evidencia, como uno supone que la tiene quien hace imputaciones tan serias, debe actuar en su contra, y que aporte elementos para que la Fiscalía General abra carpetas de investigaciones. En ese paquete debe incluir a los ex directores y subdirectores de Pemex, a quienes también ha señalado como cómplices del delito federal.

Es importante que López Obrador se aleje del discurso propagandística y comience a actuar en aspectos concretos. Acusaciones orales y estigmatización no son suficientes ante el ataque del crimen organizado en contra del Estado Mexicano. El presidente necesita de acciones que respalden su afirmación de que irá con todo y contra todos los que resulten responsables del saqueo petrolero, sin amedrentarse ni ceder. Que sea la judicialización de esos casos los que determinen los grados de responsabilidad de los gobiernos anteriores y quienes los encabezaban. Pero debe apurarse porque la tragedia en Tlahuelilpan empezó a costarle en imagen pública.

Una encuesta dada a conocer este martes por el Gabinete de Comunicación Estratégica, muestra que si bien López Obrador mantiene un altísimo nivel de opiniones positivas (88.7%), la mayoría de la gente a nivel nacional (54.6%) considera que fueron los pobladores de la zona quienes se acercaron al ducto para recoger combustible, por lo que en la misma proporción los considera responsables de la explosión. El presidente ha eximido a los pobladores de la zona como los responsables, y acusado a la corrupción de anteriores gobiernos la responsabilidad total de la tragedia. En la encuesta, sólo el 1.8% a nivel nacional considera que ex presidentes y gobiernos anteriores son los responsables de la explosión y, ante la oferta de López Obrador de apoyar económicamente a los familiares de las víctimas, 7.5 de cada 10 mexicanos, está en contra.

La reacción en las redes sociales, siempre muy proclives a López Obrador, fue peor. De acuerdo con el análisis de GLAC, una consultoría de seguridad y tecnología que publica regularmente sus mediciones El Financiero, entre el 18 y el 21 de enero registró 375 mil 8 menciones, donde el 98.83% se expresó en contra de la actuación de López Obrador, destacándose entre los argumentos la falta de capacidad para atender ese tipo de emergencias. Este pulso, volátil como todo lo que navega por las redes sociales, refleja en diferentes proporciones lo que midió la encuesta del Gabinete de Comunicación Estratégica.

Ambas revelan agotamiento en el discurso de López Obrador de que todo es culpa de la corrupción, y establece los matices que el presidente no utiliza. Para evitar que esta caída coyuntural pueda convertirse en tendencia, López Obrador tiene que dar resultados concretos. Ahora es cuando si tiene evidencias de corrupción de ex presidentes, ex secretarios de Estado, ex funcionarios, debe denunciarlos en la Fiscalía General. De otra forma tendrá que encontrar nuevos enemigos porque los actuales se le están desvaneciendo entre las manos de la opinión pública.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

Editorial

Estado huachicol

El robo de hidrocarburos no ha sido efecto de unas bandas delincuenciales que lograban eludir la vigilancia de la autoridad. Ya se ha visto y comentado con amplitud. Es preciso, por tanto, examinar el asunto desde el ángulo del Estado, su estructura y sus formas de gobernanza.

El robo de gasolinas, así como de otros muchos bienes públicos, es parte del funcionamiento del Estado corrupto y sus maneras de gobernar a través de la corrupción directa y el reparto de canonjías, fondos, bienes y resoluciones gubernativas, legislativas y judiciales, a favor de personas con quienes se gobierna, funcionarios y líderes de organizaciones sociales.

El huachicol es una expresión radiografiada de ese Estado corrupto que ha existido en México desde los años cincuenta del siglo XX. La organización estatal funciona mediante repartos, de tal manera que se conforma un sistema de distribución de riqueza pública. Al mismo tiempo, opera mediante la adjudicación de funciones en las cuales es posible el cobro de sobornos.

Bajo este método de gobernar, la corrupción baja hasta los eslabones más finos de la sociedad. Ya no sólo el Estado es corrupto, sino que muchas personas entran en contacto con la corrupción y de alguna manera admiten ese funcionamiento estatal.

No existe otro país en el que durante lustros hubiera sido robada todos los días una gran parte del combustible hasta el grado de construir un sistema. Hay muchos expendios que vendían más gasolina robada que la recibida legalmente de Pemex. La corrupción oficial se convertía en privada. Los expendedores recibían un grato descuento, pero tenían que aceptar como algo normal y cotidiano que los funcionarios públicos siguieran robando a la nación, sencillamente porque así eran las cosas.

Al mismo tiempo, los transvasadores de los ductos tomaban el combustible de válvulas y vías paralelas construidas o toleradas por empleados y funcionarios de la paraestatal petrolera.

El producto ilegal de las ventas de gasolina se tenía que repartir entre todos los integrantes de la industria del huachicol.

El gobierno estaba al tanto con detalles de ese saqueo, en el cual también participaba la policía. El huachicol ha sido una actividad de Estado.

Cuando se abran al público los mecanismos ilegales imperantes en energía eléctrica y otros bienes y servicios se verá que el problema no se ha limitado a Pemex.

El sistema político de la corrupción que hemos llamado Estado corrupto no es un fenómeno circunstancial ni corresponde a una u otra administración. Como parte integrante de la forma de gobernar, la corrupción ha permeado todo el entramado político y el espacio público. No existe ámbito en el cual la corrupción no se exprese de alguna manera y, por tanto, por lo regular, es ampliamente conocida.

La tolerancia social a la corrupción no sólo ha tenido su base en el reparto de beneficios y en las facilidades que se otorgan, sino principalmente en la ausencia de un relevo en el poder que tuviera como una de sus motivaciones justamente la de desmontar el Estado corrupto. Ahora, por fin, tenemos un gobierno que asume, como parte relevante de su programa, el acabar con la corrupción.

Las tareas políticas para superar el Estado corrupto son muy grandes y diversas, pero todas deben cumplirse. Si no fuera así, el aparato estatal volvería una y otra vez sobre sus mismos pasos, aquellos métodos ampliamente conocidos y arraigados.

No hay derecho de fallar.

SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

El presidente Andrés Manuel López Obrador comenzó ayer una gira por la “Ruta del Huachicol”, donde anunció un plan de rescate económico para esa zona. “Ya no habrá excusa ni necesidad de huachicoleo”, les dijo en torno paternal, no acusatorio.

En el marco de una serie de críticas de opositores a su gobierno, que han venido resistiéndose a la estrategia “antihuachicol”, y que le están endilgando la tragedia de Tlahuelilpan, presentándola como un saldo negativo de su corta gestión, AMLO decidió ir personalmente a la región donde más fugas clandestinas existen en los poliductos de Pemex, para hacer una diferencia entre los que se robaban desde dentro de la empresa lo equivalente a 1,200 pipas diariamente, y los que llenan sus garrafones acopiando el combustible directamente de las fugas provocadas en los ductos de la paraestatal.

Cierto que muchos deseábamos que el gobierno federal se fuera a la yugular de los que incitaron el robo de combustible en Tlahuelilpan y otros pueblos, en medio de la indignación por las víctimas del estallido del ducto, registrado el pasado viernes 18 de enero.

Pero muy a su estilo, el presidente de la República expuso: “Estoy hablando de la gente humilde, porque los que se meten en este comercio negro no llenan recipientes de 20 litros, llenan pipas; porque hay que diferencias, ahora ya no va a ser necesario llenar el recipiente de 20 litros o ir a una toma clandestina a correr peligro; por eso no queremos ya esa actividad”.

Ahí tienen los que querían ver a AMLO castigando al pueblo, mientras los huachicoleros de cuello blanco se escapan del brazo largo de la justicia.

En lo personal estoy en desacuerdo con el presidente, desde que estaba en campaña, cuando decía que el pueblo de México era “sabio y bueno”. Pero eso no fue lo que vimos el pasado viernes ni a lo largo de esta negra historia del huachicol, sino a un pueblo perverso y ladrón, totalmente réprobo, que ni siquiera se detuvo ante soldados y policías armados. Ese pueblo es la entraña de traficantes de drogas, tratantes de blancas, asesinos, secuestradores, descuartizadores y toda la caterva de mafiosos que han infestado al país.

En lo corto vemos cómo los padres que deberían estar avergonzados porque sus hijos están afuera matando gente y asolando al pueblo, se ufanan de ello, se enorgullecen y más cuando sus retoños les arriman harto dinero mal habido.

Por lo tanto, no podemos negar que el pueblo no es bueno por sí mismo, y que ya está de tal modo corrompido también, que desde hace mucho tiempo a lo malo comenzamos a llamarle bueno, y a lo bueno malo. De ahí el éxito de los narco-corridos, por ejemplo, o el surgimiento de mitos religiosos como Malverde, la santa muerte y ahora también el Santo Niño Hachicolero.

Este pueblo bueno y sabio es capaz incluso de inventarse un santo para adorarlo, ante el azoro de la iglesia católica.

Hay en el fondo un doble discurso, tanto de parte del gobierno como de parte del pueblo. Es como si estuviéramos jugando al gato y al ratón: un pueblo bueno y sabio, maltratado por un gobierno corrupto, despótico y nepótico. Una historia de buenos y malos. ¡Pero del pueblo sale todo!

Ya antes habíamos visto a la gente de la “Ruta del Huachicol”, desafiante contra los uniformados, a quienes incluso detuvieron y golpearon. A otros los amenazaron con quemarlos. ¿Es este el pueblo bueno y sabio que decía el presidente?, nos preguntábamos.

Por eso es preocupante que el presidente esté centrando su estrategia de seguridad en el Ejército y la Marina, porque a fuerza de desgastarlos durante tantos años de guerra contra el narco, la gente aprendió a verlos como soldados de palo, mientras que por otro lado demandan seguridad y acusan al Ejército de no proporcionarla.

AMLO reiteró, sin embargo, su decisión de combatir el delito de robo de combustible, mismo que en esa ruta delincuencial va de la mano con asesinatos, trata, secuestros y más.

Es decir, que al combatir el huachicol, AMLO dará también asestando un duro golpe a las bandas delincuenciales que se nutrieron de esa actividad ilícita que, hay que aclarar, aunque es grave, apenas representa 20 por ciento de las pérdidas de Pemex por robo de combustible, pues el verdadero robo se comete desde dentro de la empresa.

Pese a este acto de buena voluntad del presidente, insistimos desde este espacio que la escalera se barre de arriba hacia abajo. Y está bien que se le ayude a ese pueblo bueno y sabio, pero que también se les advierta que de continuar con sus actividades ilícitas, provocando tragedias como la que sucedió en Tlahuelilpan, se atengan a las consecuencias, porque el gobierno debe hacer su trabajo, para eso fue electo, no para apapachar a los que delinquen.

Tan sólo en Hidalgo siguen funcionando 1,723 tomas clandestinas (eran 1,726) Y eso suponiendo que ninguna más se agregó después del 1 de diciembre.

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