(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
El programa de “Jóvenes construyendo el futuro”, lanzado por
el gobierno federal para rescatar a muchachos de entre 18 y 29 años que
carezcan de empleo, y que no hayan concluido su educación técnica o
universitaria, augura que será todo un éxito en Guerrero, no sólo porque
decenas de jóvenes están esperando esta oportunidad, sino porque las empresas
están también esperando el arranque del programa para aprovechar que no pagarán
sueldos de los trabajadores que reciban para capacitarlos.
Es interesante este proceso, estimado lector, porque hay que
reconocer que la capacitación de los trabajadores es uno de los gastos más elevados
de cualquier empresa, sin contar que siempre están haciéndolo, porque en cuando
las personas saben un poco del oficio, se van para poner su propio negocio o
bien para trabajar en algún lado que les ofrezcan más.
Es común entre empresas de cualquier ramo el robo de
trabajadores, y todos piden empleados con experiencia en sus anuncios de
empleo, porque no quieran absorber el proceso de capacitación. Entonces es más
fácil piratearlos de otras empresas que ya invirtieron muchos años en su
formación.
Esto es cierto y muy penoso, pero es una realidad. Los
empleados no son esclavos y no se les puede retener por la fuerza, no importa
cuánto se haya invertido en su capacitación y adiestramiento.
Y es que aunque una persona haya salido de la universidad,
eso no lo capacita totalmente para trabajar en alguna empresa, porque una cosa
es haber sido capacitado “para el trabajo”, y otra “en el trabajo”. Sin contar
que cada negocio tiene sus propios procesos internos, y aunque los
conocimientos son generales, la aplicación en el trabajo es específica.
Este último modelo es el que está optando López Obrador para
que las personas sin educación formal, obtengan la experiencia y los
conocimientos que los hará expertos en alguna área, sin que eso le cueste a las
empresas, que por lo demás –hay que decirlo-, ya no pueden con sus propios
gastos.
Durante un año, los trabajadores podrán capacitarse en
alguna empresa y recibir su sueldo del gobierno. Y también durante un año, las
empresas tendrán un empleado más, sin que eso se refleje en sus nóminas.
Este año, entonces, es de una tremenda oportunidad para los
empresarios guerrerenses. Mientras más puestos de trabajo abran, mayor ayuda
tendrán. Y mientras que el gobierno paga los sueldos de los jóvenes, la empresa
puede aumentar su producción, o bien generar ahorros para destinarlo a otra
cosa, como el pago de adeudos, por ejemplo.
Pasado un año, tanto el trabajador como la empresa decidirán
qué hacer. Si sale o es contratado; y aquí viene otro proceso interesante,
porque obviamente los dueños de los negocios optarán por quedarse con los
jóvenes que tengan la mejor actitud y disposición, más que los mayores
conocimientos. ¿Cómo? Así es. Si preguntamos entre los empresarios, no quieren
gente sabelotodo, sino gente que sepa obedecer órdenes, porque otra triste
realidad hoy en día es que la gente necesita de un empleo, pero no le gusta que
lo manden. Necesita ingresos, pero no quiere trabajar por ellos.
Los empresarios se quejan por igual de que tienen que lidiar
con los vicios que cargan los milenialls; por ejemplo, el excesivo uso del
celular en horas de trabajo, así como el robo de tiempo mediante el uso de
redes sociales, al grado de que de las 8 horas que tiene una jornada laboral,
terminan rindiendo la mitad o menos.
Decíamos que este programa es importante, sobre todo para
Guerrero, pues la mayoría de las empresas tenemos que capacitar a nuestros
trabajadores, prácticamente de cero, pagándoles desde el primer momento. No es
como antes, en que las personas ingresaban a las empresas como aprendices, y
hasta que demostraban tener los conocimientos necesarios, eran contratados o
podían acceder a un sueldo formal.
Ojalá que todos los involucrados –jóvenes y empresarios-
comprendan que hoy en día las oportunidades son escasas, y que las pocas que
hay deben aprovecharse.