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Viendo las cosas bellas

Ruth MORELOS

Hace un par de años en Nueva York hicieron un experimento, pusieron a tocar a uno de los violinistas más famosos del mundo en el metro, los boletos para su concierto estaban agotados, costaban alrededor de 400 dólares.

El resultado… solo un niño de tres años jaló del brazo a su mamá para pedirle escuchar al músico; el resto de las personas de pasaron de largo, nadie volteó a verlo; todos tenían mucha prisa para llegar al trabajo.

Creciendo en Zihuatanejo me di cuenta de lo hermoso que era, hasta que me fui de ahí, cada vez que un amigo o amiga llegaban, se sorprendían por lo hermoso del lugar y sinceramente cuando leí sobre el experimento social de Nueva York, me hizo sentir de la misma forma.

Aveces tenemos cosas increíbles en nuestros caminos todos los días, cosas por las que la gente paga muchísimo y no nos damos cuenta que para nosotros son gratis.

Hablo también de la compañía, muchas veces asumimos que las personas están a nuestro lado y no apreciamos que nos aman por quienes somos; comparando qué hay muchos famosos y millonarios que pagan por la compañía de un “amigo”.

Si lees este artículo, tómalo como una señal, quiero que veas lo hermos de tu alrededor, que aprecies el sol, porque en Europa dale poco y la gente toma vitamina D para que su ausencia no afecte, que te tomes un coco porque hay lugares donde existe y personas que jamás lo han probado, que abraces a tu mamá o a tu papá, porque hay gente que nunca conoció al suyo.

Apreciemos las bellas cosas y no podemos caminando como toda esa gente en Nueva York.

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