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Tiempos Violentos

Armando Ríos Piter

EXCELSIOR

08.06.2020

Por una #SociedadHorizontal

Desde hace meses, los excesos en el discurso político han generado una enorme tensión en el país. Aquí hemos recopilado múltiples ejemplos de cómo en el espacio digital se exacerban los ánimos continuamente. De manera creciente, como si fueran verdaderos ejércitos, quienes están a favor del gobierno y quienes están en contra, se articulan para descuartizar al adversario. Nadie escucha al otro; no hay discusión, mucho menos diálogo, solo ataques y diatribas.

La semana transcurrió con dos duros ejemplos de ello. Por un lado, la marcha convocada en 70 ciudades de la República por el FRENAA -Frente Nacional Anti AMLO- el cual realizó una movilización de automóviles en la que se manifestaron personas inconformes con las políticas federales. Por el otro, la protesta de jóvenes frente al Palacio de Gobierno de Jalisco, donde incendiaron patrullas, mostraron carteles exigiendo justicia para Giovanni, un trabajador de la construcción que fue detenido, torturado y posteriormente asesinado a manos de policías del municipio de Ixtlahuacán. Aquí las preguntas:

En un país que se dice democrático, ¿se vale acusar de autoritario a un gobierno y exigir que un mandatariolegítimamente electo renuncie, sólo porque a un grupo no le gustan sus políticas? Incluso en el extremo, si López Obrador pretendiera impulsar “el comunismo” a través de los mecanismos institucionales que le dio el voto, entiéndase con ello nada mas y nada menos que la mayoría de las cámaras locales y la mayoría en el Congreso de la Unión,¿sería válido exigir su salida por una vía no democrática? Pues esa es la posición del grupo que hoy lidera Gilberto Lozano. No la comparto, pues me parece totalmente antidemocrática y autoritaria.

Por otro lado, ante un hecho terrible y preocupante como el asesinato de Giovanni, que recordó los terribles excesos en los que históricamente han caído las fuerzas del orden público, ¿se vale que un grupo salga a las calles, lesione a 6 policías y literalmente prenda fuego a uno de ellos? ¿Se vale que amparados en el “derecho a la manifestación pacífica”, actores que han sido vistos en movilizaciones de otros lugares, pongan en peligro la vida de trabajadores que quedaron encerrados en el palacio de Gobierno? No comparto que la movilización social sea utilizada por intereses obscuros para desestabilizar a un gobierno que ha buscado contrastarse con el gobierno federal.

El problema de la polarización por la que pasa nuestro país, es que ambos hechos reprobables por sí mismos, cada vez son menos analizados por la sociedad mexicana bajo una perspectiva neutral. Cada vez son menos los que buscan soluciones de fondo y más los que se suman a uno u otro bando.

Basta con echarle un ojo a los grupos de Whasapp. Si te toca estar en un grupo pro AMLO, cualquier crítica por mínima que sea al presidente, es una traición a la patria, es un acto de deslealtad a principios y valores. Si te toca estar en un grupo de los que están contra AMLO y decides destacar algo positivos que haya hecho, las críticas caerán y descalificaciones caerán de manera apabullante.

Es un absurdo que las emociones y sobre todo, los razonamientos de un país tan grande como México, giren en torno a una sola persona, más aún en estos tiempos donde es evidente que las viejas estructuras jerárquicas han ido perdiendo su utilidad a pasos agigantados.

La violencia de las redes sociales, tarde o temprano se convierte en violencia en las calles, ya sea orgánicamente o de forma artificialmente provocada. Sin duda alguna, los “bots” y su agresividad, se convertirán después en vehículos para el autoritarismo o la anarquía.

La #SociedadHorizontal por la que luchamos, se basa en el diálogo, en el respeto de las diferencias y en la búsqueda de coincidencias. AMLO tiene que hacer su trabajo de presidente; tender puentes, generar consensos, evitar la polarización. Sin embargo, hoy también la carga esta del lado de la gente. Si los actores públicos se esmeran en promover la confrontación, nos toca a nosotros evitar que el país se siga desgarrando en el debate estúpido de los buenos contra los malos. Esa es la única ruta constructiva, en estos tiempos violentos.

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